Con el tiempo encima para que se cumpla el plazo para que el Frente Ciudadano por México registre su intención de conformar una coalición electoral  y presentar tanto su plataforma como el método por el que va a elegir a sus candidatos, el escenario aún sigue incierto, sobre todo luego de los sismos registrados en el país que movieron el tablero electoral.

Mientras la dirigencia nacional del PRI impugnó la creación del Frente integrado por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, ante un presunto fraude a la ley y vicios legales durante su constitución, la presidenta nacional del PRD, Alejandra Barrales, a través de sus redes sociales, señaló que dicha impugnación se debe al miedo del tricolor al proyecto que va a cambiar este país.

“El miedo del PRI es porque hoy se encuentra en el tercer lugar de las encuestas, ya que los ciudadanos no creen más en sus mentiras. El miedo del PRI es porque saben que el Frente va contra su régimen de impunidad y corrupción. Saben que en 2018 se les acabará el negocio. Esa es la razón por la que el PRI impugnó el Frente Ciudadano ante el INE”, indicó.

Khemvirg Puente, coordinador del Centro de Estudios Políticos de la FCP y S-UNAM, asegura a Siempre! que la única forma en la que los tres partidos que integran el Frente Ciudadano por México (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano) podrían llegar a beneficiarse del enojo social que existe en este momento hacia la clase política es presentando una candidatura ciudadana que tenga una agenda construida a través de organizaciones civiles.

Pese a que señala que desde antes de que ocurriera el sismo dentro del Frente ya se vislumbraban posibles candidatos; tras los lamentables hechos las cosas han cambiado sobre todo ante la mirada de la misma sociedad que hoy se encuentra muy enojada con toda la clase política.

“Antes del sismo, entre los posibles candidatos se encontraban personajes como el líder del PAN, Ricardo Anaya, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. Incluso también había algunos candidatos externos con menores posibilidades como el propio Graco Ramírez, gobernador de Morelos, Silvano Aureoles, gobernador de  Michoacán; así como los aspirantes del PAN, Rafael Moreno Valle o Margarita Zavala”.

Sin embargo, después del 19 de septiembre —asevera— sería contraproducente para este frente postular a un candidato que cargue a cuestas este tipo de críticas. Es el caso de un Miguel Ángel Mancera quien para poder competir tendría que pedir licencia a más tardar en diciembre y evidentemente el problema de la reconstrucción de la Ciudad de México no estará resuelto para esas fechas.

Ante la situación, expone que los partidos —principalmente PAN y PRD— deben plantearse el hecho de que dentro de la sociedad existe un ánimo muy negativo hacia la clase política, hacia las dirigencias de los partidos, por lo que los liderazgos tradicionales no podrán generar ninguna emoción y ese será el principal problema de este Frente, por lo que la única salida será buscar una candidatura ciudadana.

“Un candidato que no venga de los liderazgos tradicionales, que no venga de ocupar cargos ni en el partido ni en el gobierno, sino que sea un liderazgo que pueda salir del ámbito social, empresarial, para que pueda ser una candidatura atractiva. De lo contrario, el destino de este posible frente no parece ser muy bueno”.

El método

Al hablar sobre el posible método para la elección del candidato del frente, el doctor en ciencias sociales por la UNAM dice que antes que nada hay que recordar que cuando se trata de la candidatura de un solo partido lo deseable es que se realice una elección interna, “ya sea a través de delegados o través del voto de sus militantes, pero el frente no es una candidatura de un solo partido político”.

Explica que en estos casos, al no haber una identidad ideológica claramente definida, se tendrá que dar un acuerdo entre elites, de lo contrario, al abrir la votación a sus militantes, lo único que se va a generar son fracturas internas.

Puente Martínez precisa que en este tipo de candidaturas lo relevante es que los dirigentes se pongan de acuerdo en cuál sería la integración de un posible gabinete, “de tal forma que al ciudadano le quede claro quién se hará cargo de cada área. De esa forma, más allá de su propia candidatura, lo más importante es el proyecto que representa”.

“Será interesante tener claro cuáles serán las posiciones que va a adoptar el PAN, el PRD o Movimiento Ciudadano respecto a asuntos  de suma importancia, como el caso del aborto, la política social,  la política económica, los derechos humanos, la seguridad pública, la violencia, sobre todo cuando son temas que históricamente han dividido a la izquierda y la derecha”.

Señala que al ser un movimiento que trata de ser plural e incluyente es necesario convocar no solo a esos tres partidos sino también a  movimientos sociales, incluso a otros candidatos que hasta ahora buscan ser representantes ciudadanos para sumarlos, y de esa manera se pueda ver como un verdadero frente amplio y no de una simple coalición electoral entre tres partidos como hemos estado acostumbrados.

Lo difícil será llegar a los acuerdos, “eso va a poner a prueba el Frente, por eso —reitera—; la única solución en este momento es buscar una alternativa ciudadana que no venga de las dirigencias de los partidos, una candidatura ciudadana que ellos respalden”.

Los candados

El Coordinador del Centro de Estudios Políticos de la FCP y S-UNAM afirma que lo ideal es que, antes de designar al candidato, en el interior del Frente se lograra establecer cierto perfil; “sin embargo, así no se hace política. Se hace política con los que se puede y con los que se tiene. Es muy difícil tener un candidato más liberal, pero que al mismo tiempo tenga experiencia empresarial. No se puede tener todo”.

Pese a esta advertencia, asegura que en México existe gente muy respetable con una trayectoria impecable tanto en el sector público como en el privado que podrían asumir esa candidatura. “Si el Frente plantea un programa o un plan de acción mucho más progresista, menos conservador, puede atraer a muchos votantes”.

Sin embargo, advierte que los partidos políticos pueden sorprender tanto a la ciudadanía, pues hoy se han metido en diversos ámbitos como el privado o la organización social, por lo que será muy difícil que se trate de alguien totalmente externo.

La sociedad se ha transformado

Para el especialista lo que hoy se puede comprobar es que, no solo en México sino en el mundo entero, la política se ha transformado ante una sociedad que también lo ha hecho pues ahora hay un mayor acceso a la información, “hoy ya no solo necesitamos a los medios tradicionales para estar informados sobre asuntos públicos”.

“En la actualidad, la gente delibera,  habla de política de manera permanente en foros, virtualmente lo hace en redes sociales como Facebook y Twitter. Gracias a todos estos medios que ahora tiene al alcance de sus manos, se ha dado cuenta de que la clase política electa democráticamente no está dado resultados”.

Y ante esta crisis, los ciudadanos están exigiendo cada vez más a sus políticos, autoridades y representantes; es decir, “la relación  entre los ciudadanos y sus autoridades hoy parece estar haciendo crisis en todo el mundo, sobre todo, en la sociedades democráticas que se están dando cuenta que no siempre han elegido correctamente”.

Sin embargo, considera que no se está gestando ningún movimiento global que indique que haya en el camino un cambio fuerte en las  instituciones o en los sistemas políticos.

“Lo que hay es mucho desencanto, más bien un ímpetu de sustituir a los que están arriba, para poner a otros. Pero nadie está pensando en que desaparezcan las instituciones representativas, como el Congreso. No existen este tipo de propuestas más disruptivas que si serían más de fondo. Solo hay movimientos más discretos, más moderados”.

Afirma que lo que se puede observar tanto en Cataluña como en México es que existen manifestaciones de inconformidad exacerbadas por nacionalismos regionales que exaltan estos sentimientos del pueblo, pero que no parecen estar muy bien articulados.

“Por ejemplo, en Cataluña lo que esté pasando es que no hay un liderazgo visible. Hay más bien un hartazgo contra el gobierno de Rajoy  por la forma en que ha tratado a los catalanes, pero no es que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se vaya a convertir en el próximo jefe del gobierno español”.

De alguna manera —dice­— es lo que sucede en México, dónde, pese a que López Obrador se ha beneficiado mucho de un discurso disruptivo crítico, no queda muy claro qué tipo de gobierno llevaría, “muchos de sus posibles votantes votarán por él porque están en contra de la clase política. Hartos de la corrupción, pero no saben cómo sería su gobierno, ni cómo nos iría con él, pero como están hartos pues se inclinarán por esa opción”.

@emma_iza