“…A lo largo de la historia las personas más peligrosas siempre habían sido los hombres de Dios…”. 

Dan Brown – El Origen

Madrid.- Los tiempos están dados, se adecua el momento preciso para la declaración de independencia y crear la República de Catalunya ipso-facto; sin importar la grave situación económica y política por la que atraviesa el país al que traen por la calle de la amargura.

Me pregunto si aprovecharon el desbarajuste social y el aumento de la desigualdad económica para sacar las armas del separatismo (volem ser lliures) y crear un problema más en una España descolocada y sin rumbo.

El gobierno central está más sordo que Beethoven  y tiene pocas neuronas. Bueno, tiene las que quiere tener y las que sus compañeros de viaje le dan gratis o por cantidades importantes. Rajoy sigue con la pachorra acostumbrada y los secesionistas tuvieron de plazo hasta el 19 de este mes para “volver a la legalidad”.

Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, base fundamental del órdago soberanista, tampoco tienen prisa porque saben que, de una u otra manera, no hay marcha atrás en el proceso ni existe otra manera de ganar que no sea la división anunciada.

El líder gironés quiere abandonar España para dar un salto a la libertad y no seguir como “esclavo” del Estado. Sabe que comete irregularidades, burla continuamente las normas institucionales y le importan un bledo las consecuencias nefastas al final del camino.

El Govern actúa de mala fe. Lo mismo que el inquilino de la Moncloa. Sus lugartenientes echan leña al fuego y se disputan el primer lugar de las incongruencias más exquisitas y repudiadas.

Ahora, después que el Govern haya respondido al requisitorio de Rajoy con una carta equívoca, en Moncloa se activan las medidas para ocupar las diversas Consejerías de esa región y retirarle el nombre de Comunidad.

Al mismo tiempo, ya en la cárcel Jordi Sánchez (ANC) y Jordi Cuixart (Òmnium Cultural), don Mariano pide a la Fiscalía, y esta a su vez a la jueza Carmen Lamela, que investigue si los catalanes han cometido el delito de sedición y, de ser así,  los pongan entre rejas.

Quiénes piden diálogo lo hacen para que, implícitamente, se acepte el inicio del período separatista que tanto buscan.

El Estado apura todas las vías que conducen a intervenir el territorio catalán con la Constitución en la mano. No habrá entendimiento ni acuerdo porque ninguno de los dos cede un ápice en sus posturas.

Luego, llegará la ruptura aunque sea teórica y el Gobierno Central justificará su intervención apoyándose en los preceptos de una ley que han violado en múltiples ocasiones pero que ahora le sirve como sostén para “destruir” cualquier intento de “romper España”.

En Génova, los eruditos estudian a conciencia la manera de abortar la secesión y dar al traste con el entusiasmo de miles de jóvenes catalanes, engañados desde Palau.

El Mayor Josep Lluís Trapero de la guardia urbana de Cataluña está en la mira del gobierno. Lo acusan de sedición porque un conglomerado de personas sólo puede ponerse en rebeldía si están sujetas al totalitarismo o a la dictadura.

La única realidad turba y entristece: no llegan inversionistas, se van más de 600 empresas, inclusive las más tradicionales, aumenta el desempleo y se reducen los salarios de los trabajadores.

La incertidumbre propicia enfrentamientos entre amigos y vecinos; en las manifestaciones que se suceden existe el riesgo del derramamiento de sangre porque la gente está poco menos que enajenada.

No se oyen por ningún lado los llamados a la calma y al sosiego; se insuflan motivos patrioteros para justificar causas o acciones que pueden ser justas, pero no ahora.

A España entera le dan ya calambres y escalofríos.

Ya tenemos dos “mártires” y algunos más tocan la puerta. Los fiscales, al servicio del Gobierno Central y no les importa el qué dirán. No hay división de poderes, es un timo, una engañifa, una manera de echar mano de la democracia que tanto pregonan y en la que se recuestan de forma obscena.

Está satisfecho el neoliberalismo rajoniano y sus portavoces se decantan con declaraciones impropias y falaces. Pablo Casado y Andrea Levy engolan la voz para decir: “respetamos las decisiones judiciales”, forman parte del leitmotiv de “la democracia”.

Democracia…, democracia…, democracia…, decenas, centenas de veces la utilizan y usan todos, unos y otros, conservadores y socialistas, Podemos y Ciudadanos, como un estribillo que lesiona los oídos y dispara el malestar.

Lo de siempre: no hay “presos políticos” sino “políticos presos”, frase que viene de tiempo atrás, allá en el DF cuando hubo conflictos.

El referéndum del 1º de octubre fue declarado ilegal por el Tribunal Supremo. ¿Y qué?, a los sesudos independentistas les tiene sin cuidado y a las huestes de don Mariano los mantiene orgullosos del pensamiento único.

En este caso, ya no hay izquierda ni derecha en el panorama político sino tozudez y mala savia que envenena los árboles de los españoles de buena fe que todavía quedan.

Todo son palabras falsas; el discurso político y vulgar,  ensucia. Cada quien va a su manera. La gente podría exigir cuentas pero aún no se decide, quizá no valga la pena. Cada mochuelo a su olivo.

Y España en la casa de visitas, invitada de piedra.