“…Siempre tomaré partido por el Estado de Derecho, no por quien lo viola a conciencia.

 Pero no hay un único responsable en la situación actual…”. Javier Cercas – El Mundo

 

Madrid.- Sólo si es independiente, Cataluña podrá sobrevivir, exclama el president Carles Puigdemont y agrega: el Estado español nos ha humillado y siempre fuimos perseguidos.

En su intervención mantuvo el deseo de crear la república de Cataluña, pidió un suspense de “semanas” para hacerlo oficialmente, es decir en fascículos, como las entregas de una novela trágica o tragicómica.

El documento textual que causó tristeza y enfado entre los que buscaban una contundente declaración independentista es: “asumo el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de República y propongo al Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para emprender un diálogo y llegar a una solución acordada”.

Al término de la sesión firmó un documento en el que se compromete a liberar a su pueblo del yugo que “nos tiene como súbditos y rehenes”

Durante un largo preámbulo, el señor gironés recordó que el acoso español ha sido continúo y persistente, a veces insoportable; imposible llegar a acuerdos con el Gobierno porque no escucha. Pero él tampoco. Pide un interlocutor, venga de donde fuere, para que tuerza la mano al gobierno central y permita un referéndum consensuado. Para Rajoy y millones más, no puede haber arreglos si se insiste en mantener una consulta que fue declarada anticonstitucional.

Puigdemont está convencido que no tiene respaldo internacional ni capacidad suficiente para controlar la economía regional, ya como país, y, mucho menos, las fronteras. Desde la UE le dicen que debe ajustarse a las normas constitucionales de España y los Estados miembros se comportan de la misma manera.

Con sus eufemismos, don Carles no quedó bien con nadie. Para el Partido Popular de Cataluña es una “aberración” lo que propone y sostiene. En la Moncloa se estudian las medidas legales que podrán tomarse (o se tomaron) para evitar cualquier movimiento del Govern hacia el precipicio. Y para frenarlo en caso de que quiera encerrarse en el Palau.

En la Cámara de la Comunidad hubo incertidumbre, entraban y salían los Diputados y se convocó a una reunión de última hora para consensuar a Junts pel Sí, ANC, Ómniun Cultural y Catalunya Sí que es Pot (Cataluña Sí se Puede).

Nada se logró, el problema sigue vigente y en la Generalitat hay nervios y silencio. No saben qué camino tomar ni cuáles serían las consecuencias de uno u otro. Los miles de personas que se agruparon frente al Parlament regresaron a sus casas contritos, decepcionados.

Cincuenta y cinco minutos duró el discurso en el que Puigdemont acusa a la Guardia Civil y a la Policía Nacional de entrar a saco contra los ciudadanos “que sólo querían votar” y los señala como autores de cientos de heridos el 1º de octubre y hasta un muerto, dijeron en las curules.

Don Carles hace muy mal en lanzar acusaciones a una fuerza de seguridad que cumple con su deber; quizá, porque como es muy joven, no recuerda cómo actuaban los tricornios en otros tiempos. Estos uniformados representan a la ley y lo hacen en una sociedad democrática.

Apeló también “a los españoles” para que entiendan que Cataluña está en un grito de dolor y los exhortó a que ayuden para convencer al Gobierno Central de que no sigan arremetiendo contra ellos con porras y armas.

También el Jefe del Estado recibió un capón: No dio ninguna señal de estar a favor de una intermediación política.

Para el president es un “momento histórico”, quiere pasar a la Historia pase lo que pase. Mejor como mártir o héroe o las dos cosas. Al fin y al cabo que no se paga por ello y el sacrificio es muy útil en estos momentos.

Después, subieron a la tribuna los líderes de los partidos de oposición. La mejor fue Inés Arrimada, de Ciudadanos, “esta es la crónica de un golpe anunciado; del supremacismo y la sinrazón”, dijo.

“No se puede suspender lo que no se ha dado”, aseguró desde la tribuna Miquel Iceta, del partido socialista catalán. Lluís Rabell, de Cataluña Sí que es Pot, calificó al rey de convertirse en “una figura beligerante”. Pero se mostró partidario del respeto al constitucionalismo.

Xavier García Albiol, del PP catalán, manifestó “pide diálogo pero viola la soberanía nacional. Mientras no desconvoque el referéndum y se atenga a las normas establecidas cómo puede haber diálogo y por qué un intermediario extranjero”.

“Rechazamos la negociación porque es ilegal”, concretó José Luis Ábalos, portavoz de los socialistas.

Se abre, por tanto, un período de análisis en el que conoceremos las posiciones de Rajoy y de Puigdemont. El primero apenas modificará su estilo: ir con lentitud para actuar con prisa, acertadamente. El catalán, agobiado por sus socios, seguirá al frente del Govern para buscar contactos con otros países y explicar detalladamente los motivos en los que se apoya para convalidar el secesionismo.

El vicepresidente Oriol Junqueras  y el Consejero de Exteriores, Raúl Romeva, viajarán al extranjero con instrucciones precisas y la cartilla bien aprendida. Pero no serán recibidos por ningún jefe de Estado porque sería tanto como abrir una brecha a otros nacionalismos de peor cara.

Están acreditados 120 medios de información foráneos con más de 1000 reporteros y fotógrafos, todos pendientes del asunto cada minuto. Tratan vehementemente de descifrar el mensaje enviado por Puigdemont. En sus diarios, unos admiten que se declaró la independencia y otros que no se pudo.

Así están las cosas.

Aquí nos mantenemos a la expectativa.