“…Fueron antiguos franquistas que deshicieron la Transición,  presidida por un rey impuesto por el general Franco…”

Gabriel Cardona – Las Torres del Honor.

Madrid.- Hace Rajoy un llamamiento imperioso a “la mayoría silenciosa y silenciada” para que acuda en tropel a las urnas y demuestre el rechazo a la independencia que se juega la proclamación de la República Catalana el próximo 21-D.

La gente está metódicamente exaltada, sigue en la calle y pide, sin descanso, la libertad de parte del ex Govern y de los “Jordi” que nunca imaginaron ser tan famosos.

Unos y otros pueden salir en cualquier momento si aceptan las reglas del juego que les impone el citatorio hecho por el jefe del Gobierno para resolver las cosas. Que no las resolverá, ni mucho menos, pero sí dará tiempo a que se formulen nuevas alianzas y mejores resultados.

El problema se ha hecho endémico y la resolución, sea cual fuere, sólo puede evitar la violencia pero no el desasosiego de los separatistas que ya se dicen libres, con derecho a compartir un nuevo Estado dentro de la Unión Europea.

Sánchez y Jordi Cuixart mandan tuiters desde la cárcel y exhortan a mantener viva la llama del secesionismo porque “este es el momento más propicio” para salirse de España.

Parece que les urge.

No obstante, reiteran que el citatorio es “ilegal e ilegítimo” pero que las urnas demostrarán el triunfo del secesionismo que anhelan desde hace tres siglos.

Desde sus múltiples púlpitos en Bruselas, Carles Puigdemont se despacha con la cuchara grande en platós, diarios digitales y radios belgas.

Allí acude sin anunciar cuándo lo hace ni por qué. Se deja ver a la entrada de los medios de comunicación y los abandona, después, en una furgoneta con vidrios ahumados, hacia un domicilio desconocido.

El hombre es muy selectivo pero en algo se muestra congruente: ni una sola palabra para los medios españoles, sea cuales fueren, porque, dice, están entregados a una parafernalia ilícita en su contra.

Al fin que siempre es noticia y sólo tiene que cambiar los términos de lo que repite sin cesar en un estribillo hecho a placer y sin ninguna consecuencia legal.

La trashumancia le sirve al gerundense para practicar francés, inglés, un poco de alemán y a menudo el catalán. Del español no se acuerda; es su enemigo potencial.

Las autoridades españoles lo invitan a regresar y a hacer campaña aquí, para tener un contacto más directo con los electores y hablarles de tú a tú, sin plasma de por medio ni kilómetros que recorrer.

Por lo pronto, ya se conformaron las planillas: Carles irá por la libre en la CDC (Convergencia Democrática de Cataluña), y será, curiosamente, la primera vez que lo voten. Su puesto de president se lo debe a Artur Mas que lo sacó de Gerona y lo puso al frente de la Generalitat.

En Comú-Podemos figura  Xavier Domènech, magnífico candidato, el mejor, sin pocos posibilidades de triunfo. Aunque moverá conciencias porque su discurso es válido, tiene soporte ideológico y sus argumentos empiezan a calar entre todos los que se mueven en política nacional.

El PSC (Partido Socialista de Cataluña), lo encabezan Miquel Iceta, hombre inteligente que hace malabares para no caer en trampa de los que desean matarlo en política;  entre ellos su propio partido y Ciudadanos que le hace guiños desde la tribuna de la Cámara, ahora cerrada por el 155.

Ezquerra Republicana Per Cataluña (ERC), tendrá al frente a Oriol Junqueras que busca votos desde la cárcel de Entremeza con mensajes amorosos y condescendientes para conseguir su fin.

Este personaje es quien más mueve los hilos para su coleto. Es hábil y a veces derrama unas lágrimas para convencer de lo mucho que quiere a “su país”.

Prodigó el secesionismo por toda España; en los foros que se lo permitían, que fueron muchos.

Fue un peregrino de las ansias de libertad que tienen su origen en tierras catalanas; un embajador plenipotenciario, sin nombramiento ni cartas de representación.

El PPC (Partido Popular de Cataluña) acude con Xavier García Albiol y todo indica que logrará poco. En estos momentos, tiene tres curules. Pero está a su favor una vertiente que se inclina siempre por votar al statu-quo y que ha conseguido mantener en el poder a Mariano Rajoy.

La CUP (Candidatura de Unidad Popular) participa con lista propia y se unirá a quienes propugnan la independencia, sea quien sea. No le importa hacer alianzas con la extrema derecha si para ello consiguen su propósito.

El calificativo de anti sistema lo maneja muy bien desde hace tiempo.

Ciudadanos se presenta como la segunda fuerza después de ERC y, si la votación fuese muy nutrida, puede desbancar a los que se abrazan autoritariamente con fines egoístas.

A raíz de esta situación y de los múltiples problemas que soporta Europa, los grupos de la ultraderecha aprovechan y se fortalecen. Hace acto de presencia Generación Identitaria, que, en Gran Bretaña, ocupa portadas de periódicos y algunas plazas en Londres. Allí, para variar, se lanzan epítetos salvajes contra la democracia. No están conformes con el establishment y quieren más: más desigualdad, gobiernos más duros.

Es el principio de lo que nadie desea.