…¿Debemos deformar el  pasado para poder conservarlo?… David Rieff, Elogio del olvido

Madrid.- El caso del nacionalismo catalán crece aceleradamente sin visos de resolución por la inamovible resolución de ambas partes incapaces de admitir errores o transigir en el camino hacia una republica de Catalunya.

El Gobierno español agita con fuerza el artículo 155 para descerrajar golpes entre los exconsellers y miembros del Parlament; los separatistas mienten para salir de la cárcel y entrar al campo electoral que se antoja violento cuando menos, con insultos y acosos.

Cada uno juega a ganar no importa cómo. Llevan sus propias banderas para ondearlas como si fueran parapeto a sus intervenciones y muralla de los improperios que mutuamente se lanzan.

Hoy, la situación presenta caracteres preocupantes. Se prevén enfrentamientos sin precedentes y campañas de desprestigio aquí y en el extranjero.

El Tribunal superior decidió dejar en la cárcel al ex vicepresidente Oriol Junqueras y al ex consejero de Interior, Joaquim Forn, porque “hay riesgo de reiteración delictiva”, y pone en libertad a los otros seis funcionarios detenidos.

Siguen en prisión, sin derecho a fianza, los “Jordi”, Sánchez y Cuixart, de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural,  respectivamente.

Los excarcelados depositaron un resguardo por 100 mil euros cada uno en espera del juicio que podría no efectuarse si al final de las elecciones del 21-D se encauzan las aguas y esa región continua siendo una Comunidad.

Desde Bruselas, el expresidente Carles Puigdemont tiene cita con el juez el 14 de este mes para conocer si es extraditado. Se trata, por lo visto, de mantener la inquietud y que los ánimos se desborden hasta cuotas impredecibles.

Los magistrados de ambos países abordan el asunto con minuciosidad y se toman tiempo para evitar una sentencia definitiva. Los belgas revisan quien sabe cuántas cosas por si puede haber limitaciones de los derechos humanos en España mientras soportan la presión de sus legisladores flamencos, muy unidos al separatismo catalán.

Dios los une…

Estamos a nueve días de la votación y han sido muchos los acontecimientos que pudieron pasar. Hasta ese momento, miércoles seis, hay infinidad de incógnitas por resolver.

El Estado sigue con el garrote de la ley en alto dispuesto a dar de porrazos con él y tranquilizar al más inquieto. Pero las declaraciones del “grupo 155” no convencen y suenan mal, falsas, amenazantes.

“El cuento del independentismo no da más de sí, el proceso ha terminado….”, afirma contundente el jefe del Ejecutivo Mariano Rajoy. Y lo reitera por doquiera que va; es un discurso que cansa y puede llegar a ser intolerable.

Sabe que no es cierto, que ese problema está ahí y que, a juzgar por los hechos, seguirá por tiempo indefinido aunque el resto de los españoles no lo desee. Utilizar la capilla del Gobierno para frenar cualquier intento de sedición debe hacerse con cuidado sin exaltar los ánimos. Cosa que no acaba de entender el monclovita.

Los líderes del separatismo han triunfado en casa; insuflaron ilusión y entusiasmo; a ver ahora quién se atreve a quitarles esos placeres. Una cosa es manejar a la gente por su bien y otra manipularla; que se atengan a las consecuencias.

Insisten los nacionalistas en sus frases acostumbradas “…España nos oprime y presiona…” que ya suenan a estribillo gastado y poco creíble. España nos unió durante siglos y quiere seguir haciéndolo pero siempre respetando la idiosincrasia y el bienestar de todos.

Impresiona conocer que los separatistas no tienen ninguna infraestructura que les permita ni siquiera soñar con la independencia. La economía se les iría de las manos, a punto de caer en recesión, en estos momentos. El turismo disminuye, según las últimas encuestas, no tienen leyes propias, aunque las hayan delineado y mantengan en secreto. Las Bolsas de Valores internacionales están a la expectativa, bajan y suben en pequeñas proporciones, en espera del resultado final de esta trama que no tiene término.

Las familias catalanas empiezan a preguntarse por su futuro y sienten miedo que aumenta por el deleznable boicot a los productos de esa región.

Todo está por hacer. Los mossos de E´scuadra se mantienen indecisos y en espera de los mandos y obedecen a medias. El sector privado avisa que disminuye la exportación y que Europa sólo  quiere socios que tengan el futuro asegurado. Nada de aventuras.

En la oposición están Inés Arrimadas (Ciudadanos), Miquel Iceta (PSC), ERC y el PP. Éste en la cola, sin probabilidad de repuntar por más esfuerzos que hagan Javier García-Albiol que busca protagonismo hasta en los programas rosa de televisión.

El último sondeo del CIS señala que hay un empate técnico entre Ezquerra Republicana Per Catalunya y C´s con 32 curules cada uno. Sumadas las fuerzas de los constitucionalistas podrían evitar el grito de independencia.

Pero estamos todavía sujetos a lo que acontezca en las pocas horas que faltan para depositar la papeleta en las urnas.

De ello depende la fortaleza de ambos grupos y de cómo se formará el Parlament. Afortunadamente, las auscultaciones tienen ya poca credibilidad. Cada quien a lo suyo.

Algo más: es evidente la división entre el PDeCAT y ERC. Quieren ir por todas pero separados. Lo que resulta incongruente por no decir que son muy quisquillosos, por lo menos.

Entremedias brinca una imagen estremecedora:

Aparecen cinco muñecos —monigotes— colgados de un puente cerca de Barcelona, boca abajo, con las siglas del Ciudadanos, PSC y PP, y al lado, “Libertad a presos políticos”, escrito en catalán.

Hay silencio. La mitad de Cataluña responde “…somos la revolución de las sonrisas…”.