En realidad la reforma fiscal impulsada por Donald Trump y ya aprobada por el Congreso estadounidense, es la más clara expresión de que hoy la hegemonía internacional la ejerce la fracción financiera del gran capital internacional. En última instancia, la misma llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos es una muestra de esa hegemonía y, por lo tanto, no tiene nada de raro que, ya en el poder, Trump lleve adelante precisamente una reforma que busca que las corporaciones reduzcan su tasa de impuestos de un 35 a un 21 por ciento.
Se trata de una tendencia mundial que busca enfrentar la crisis económica, estructural y de larga duración, a la que ha conducido indefectiblemente el mismo proceso de acumulación de capital. Ante esa crisis, el gran capital financiero internacional, como ya he mencionado en estas páginas, ha seguido dos estrategias fundamentales, una es el proceso de globalización y otra lanzar dos ofensivas: una contra los países subdesarrollados, y otra contra los trabajadores, tanto de sus propios países, como contra los de los países subdesarrollados. El instrumento para llevar adelante las ofensivas y la globalización ha sido la implantación de políticas neoliberales y con ellas las mal llamadas reformas estructurales. Una de ellas, desde luego, es la reforma fiscal.
En el caso de Trump, cuyo régimen puede caracterizarse claramente como neofascista, la reforma se inscribe en una coyuntura particular, porque la agudización de la crisis, que se manifestó en 2008, con su epicentro precisamente en Estados Unidos, ha demostrado que si bien las políticas neoliberales y las reformas estructurales sí han conseguido una transferencia masiva de riqueza desde los trabajadores hacia los capitalistas, y por consiguiente han ampliado la brecha entre los más ricos y los más pobres; sin embargo, no han sido capaces de resolver las contradicciones del proceso de acumulación de capital, de modo que las crisis financieras se siguen presentando y son cada vez más profundas y más irresolubles. Las estrategias, pues, del gran capital no han sido eficaces para enfrentar la crisis y, por lo tanto, han surgido dudas respecto de las políticas neoliberales. Así lo muestran tanto el Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, como la implantación de políticas abiertamente proteccionistas en Estados Unidos.
Esa es la coyuntura de la reforma fiscal de Trump, pero eso no quiere decir que el gran capital financiero internacional haya perdido su hegemonía, sólo que está probando un modo de llevar adelante su misma estrategia. El fondo es apoyar la acumulación de capital precisamente de esa fracción del capital, a través del despojo de los trabajadores. El principal planteamiento de la reforma fiscal de Trump es que los empresarios más ricos paguen menos impuestos. Ya se sabe que esa reforma redundará en un incremento del déficit fiscal en Estados Unidos, que ya está en muy altos niveles, y que tendrá que reflejarse en dos aspectos: por un lado, en el aumento de la deuda pública, que ya es la más alta del mundo, y por otro, en los recortes presupuestales.
En cuanto a las consecuencias para México, hay que decir que los empresarios ya se han apresurado a demandar que aquí también se reduzca la tasa, con el pretexto de mantener la competitividad de la economía mexicana. No mencionan, por supuesto, que la llamada competitividad de nuestro país, se ha sustentado, únicamente, en los salarios de hambre de los trabajadores mexicanos, de modo que las empresas estadounidenses que operan aquí, tienen un costo seis veces menor que el que pagarían en su país. También callan que, aunque en México la tasa de impuesto sobre la renta a los más ricos se ubica en 30 por ciento, la real, después de las deducciones, elusiones y evasiones, se convierte en apenas una de alrededor del 15 por ciento en el mejor de los casos. Y por supuesto, tampoco mencionan los empresarios que México es uno de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo. Aquí, sería el colmo que se redujera la tasa del impuesto sobre la renta a los empresarios más ricos.