Los años romanos de penuria económica de Nikolái Gógol (1809-1852), en los años treinta del siglo XIX, fueron decisivos para su carrera. Fue ahí donde escribió su obra más celebrada, Las almas muertas y también Roma, un relato de fina sensualidad, elegido para la colección “Cartografías”, de la editorial Almadía. El texto, traducido por Selma Ancira, se presenta con el ensayo introductorio “La eternidad tiene prisa”, de Juan Villoro. Aquí unas líneas de la prosa de Gógol:
Intenta mirar un relámpago en el instante mismo en que irrumpe como un torrente de resplandor por entre las nubes negras como el carbón. Así son los ojos de Annunziata de Albano. Todo en ella evoca aquellos tiempos antiguos, en los que el mármol se animaba y los cinceles de los escultores brillaban. Su espesa cabellera azabache, recogida en una gruesa trenza, le corona dos veces la cabeza y cuatro largos rizos le caen sobre el cuello. No importa la posición que adopte su níveo rostro. Su imagen se grava en lo más profundo del corazón. Si se pone de perfil emana una increíble nobleza y revela una belleza de líneas nunca antes igualada por ningún pincel. Vista de espaldas también es prodigiosa: sus maravillosos cabellos recogidos sobre la cabeza dejan al descubierto un cuello terso y la hermosura de unos hombros jamás vistos en la tierra. Pero cuando te mira directamente a los ojos el prodigio es tan absoluto que el corazón se sobresalta y se congela. Su voz tiene la resonancia del bronce. Ni la pantera más ágil puede competir con ella en velocidad, fuerza y gallardía de movimientos. Todo en ella representa la cima de la creación, de los hombros a las piernas de inspiración antigua y hasta el último dedito de su pie. Dondequiera que vaya crea un cuadro… La tela púrpura de su traje tradicional se enciende como una brasa al sol. El bellísimo día de fiesta se refleja en su rostro y vuela al encuentro de todos. Y, al verla, todos se quedan atónitos: el petimetre miente con la flor en el sombrero deja escapar una exclamación involuntaria; el inglés con su largo abrigo impermeable color chícharo dibuja en su rostro impasible un signo de interrogación; el pintor de barba a lo Van Dyck se detiene más tiempo que los demás en el mismo sitio y piensa: “¡Ella sí sería una modelo maravillosa para Diana, para la altiva Juno para las tentadoras Gracias y para todas las mujeres que alguna vez fueron representadas en un lienzo!”… Pero ¿quién es aquel cuya mirada insistente la sigue con más tenacidad que los otros? ¿Quién es aquel que vigila sus palabras, sus movimientos y el paso de sus pensamientos sobre su rostro? Un joven de veinticinco años, un príncipe romano descendiente de una familia que en su tiempo fue de honor, el orgullo y las deshonra de la Edad Media y que ahora se extingue en solitario en un magnífico palacio…
Novedades en la mesa
De las novedades presentadas en la FIL Guadalajara, destaca Ayotzinapa. La travesía de las tortugas (ediciones Proceso), un libro colectivo de cincuenta periodistas que hablan de las historias de los 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014.