Aunque se tocó por primera vez en Dublín, lo primero que uno busca si visita Londres en época navideña es poder escuchar en vivo El Mesías de Georg Friedrich Händel (Haendel en su grafía en inglés: Halle 1685-Londres 1759), y si es en la bella iglesia anglicana sede de la Academia de San Martín en los Campos, mucho mejor. Genio del barroco musical alemán muy asociado a Inglaterra donde escribió y estrenó buena parte de su mejor producción tanto lírica como orquestal e intrumental, el Messiah es sin duda su obra más popular. El más conocido de sus oratorios, este HWV 56 del nutrido y variado catálogo de Händel fue compuesto hacia 1740, y a diferencia de sus demás partituras de este mismo género escritas bajo la influencia del modelo italiano, se inspiró en pasiones y cantatas alemanas, si bien sabemos que su escritura por obvias razones se encuentra en inglés.

Compuesto en apenas tres semanas, y si bien se ha asociado tradicionalmente con la Navidad, lo cierto es que El Mesías no solo se ocupa del nacimiento de Jesús de Nazaret, sino que abarca toda su vida. Estrenado en el New Music Hall de Dublín en 1742, luego de un largo periodo de silencio creativo, lo ofreció su autor en un concierto de beneficencia, y el mismo Händel propició en mucho la costumbre de que se presentara siempre en época de Pascua, en una conmemorativa velada ininterrumpida que hasta un año antes de su muerte dirigió él mismo en el Covent Garden. Incentivo para abrir la caja de Pandora, en ese mismo tiempo vio la luz, por ejemplo, el magistral drama coral Samson, que junto Saul, Jephtha y Belshazzar marcan la cumbre de este músico dentro de un género en el que fue uno de sus más grandes exponentes.

Es más una ópera que un oratorio

Con libreto compilado por Charles Jennens, a partir de fragmentos de versículos de la Biblia del rey Jacobo (la parte mayor procede del Antiguo Testamento), también en El Mesías se constata el enorme olfato teatral de Händel, pues escritor y compositor concibieron la obra más como una ópera —en tres actos— que como propiamente un oratorio, en la medida en que cada parte consta de varias escenas. La primera sección se basa en el Libro de Isaías que profetiza la venida del Mesías y tiene por tema el Advenimiento y la Navidad; con grandes momentos de exaltación marcados por una gran intensidad expresiva, hay citas de los Evangelios entre el final de la primera parte y al principio de la segunda. Esta segunda, La Pasión, se compone de las profecías de Isaías y citas de los evangelistas, en tanto ilustra la Pasión, la Resurrección y la Ascensión, para finalizar con el celebérrimo “Aleluya” donde sobresalen el coro, las trompetas y los timbales, y que para muchos debió de haber marcado —es el momento apoteósico— el cierre de la obra toda. La tercera parte, que incluye una conocida cita de Job (“Yo sé que mi redentor vive”), está construida sobre todo a partir de la Primera Carta a los Corintios de San Pablo, y relata la victoria de Cristo ante la muerte, el Juicio final, por lo que se corona con el “Amén” de los coros finales (“Worthy is the Lamb that was slain” y “Amen”) tomados por supuesto del Apocalipsis.

Exceptuando la sinfonía inicial a modo de obertura o introducción, y la “Pifa” que celebra el nacimiento de Cristo, ambas para orquesta, El Mesías es una sucesión de arias con algún arioso y otro dúo, recitativos y coros, dentro de un terreno lírico-barroco donde Händel figura como uno de los más grandes compositores de todos los tiempos. Con préstamos y citas de otras obras anteriores del propio compositor, sus coros finales nos recuerdan algunas de sus más célebres cantatas italianas también ligadas al lenguaje operístico como la propia tradición lo establecía, con personajes, escenas y momentos de intensidad dramática como otras memorables obras del rico, variado y más que representativo acervo lírico del compositor.

Pero si no lo pudimos escuchar en un principio en Londres, como hubiéramos querido, en cambio sí nos tocó más hacia el cierre del año en el siguiente punto de nuestro recorrido, la también siempre sorpresiva y efervescente Ámsterdam, en su extraordinaria sala de conciertos por antonomasia, el Concertgebouw. Sede de una de las instituciones musicales de mayor abolengo en Europa, de tantas glorias con su ilustre titular por tantos años Bernard Haitink, todavía recuerdo con particular emoción una sublime versión suya que allí tuve el privilegio de oír del Requiem de Mozart, precisamente el año en que se conmemoró el bicentenario luctuoso del gran genio de Salzburgo, en 1991. Además de su belleza, de su portentoso órgano, con una admirable acústica donde uno se siente, el Mesías de Händel de igual modo se disfrutó a plenitud, en una puntual lectura que de él hace el serio y reconocido director holandés Pieter Jan Leusink, al frente de la Orquesta y el Coro Bach que él mismo formó con músicos de élite e instrumentos de la época.

Georg Friedrich Händel (1685-1759).

Inolvidable para cualquier melómano

Sea o no uno religioso, presenciar una obra de esta naturaleza, en estas circunstancias, en una sala con una carga histórica indiscutible, con instrumentos ad hoc y atrilistas y voces de primer nivel y especialistas en este repertorio, constituye una experiencia feliz para cualquier melómano, tras el oficioso genio de quien tras concebir esta robusta y compleja gran partirura se atravió a decir, emocionado por cuanto lo había conducido a escribirla: “Creo que he visto el cielo y a Dios antes que a mí”. En ese nivel de impecable ejecución de los atrilistas con los que se sabe su batura titular ha trabajado desde hace mucho tanto en lo estrictamente musical como en lo accesorio que contribuye en la consecución de un sonido pulcro y acorde a la época, nítido en sus tiempos, armonías y distintas atmósferas que va propiciando el propio desarrollo dramático del original incluso en sus varios pasajes de naturaleza más narrativa, se mostraron la soprano Olga Zinovieva, el contratenor Sytse Buwalda, el reconocido bajo Andrew Slater y el más joven tenor Martinus Leusink (hijo del director), también parte de un coro que en esta magnánima obra resulta protagónico.

Pieter Jan Leusink es ya un especialista prestigiado en este repertorio que asume con profesionalismo y devoción, como se puede entender solo se puede hacer la buena música, y todos sus acólitos en esta madura y entusiasta empresa artística (a manera de cofradía iniciática), que forman parte de la Orquesta y el Coro Bach de los Países Bajos, muestran esas mismas pasión y fe por investigar y rescatar la música en su estado natural. ¡Para el recuerdo!