En las últimas décadas, México ha ocupado los primeros lugares en algunas listas indeseables, por ejemplo en el sexenio de Miguel de la Madrid, fue el país en el que la privatización de empresas públicas fue la más amplia y con mayor velocidad en el mundo; también desde hace varios años es uno de los países con mayor caída de los salarios reales y se distingue igualmente por presentar una desigualdad mayor en los ingresos. El inicio de 2018 presenta también cifras récord en dos aspectos alarmantes. Uno, es la violencia. Sólo de enero a septiembre de 2017 se registraron más de 18 mil homicidios y algunas organizaciones, como Semáforo Delictivo, calculan que al final del año se habrían realizado 24 mil asesinatos, cifras que distinguen al año como el más violento en los últimos veinte años, superando al 2011 durante la llamada guerra contra el narco de Calderón, que registró 17 mil.

Los datos son tan alarmantes que el periódico inglés The Economist publicó un mapa de México en el que comparaba a cada estado de la república, con algún país que se le asemejaba en el número de homicidios, por ejemplo, a Oaxaca con toda Italia. Los hechos señalan no sólo el fracaso de la estrategia que se sustenta en la idea absurda de que la violencia se combate con más violencia, y que el camino es militarizar al país, llevando a las fuerzas armadas a cumplir tareas policíacas que no les corresponden.

El otro aspecto en que se superó la marca de los últimos 17 años es la inflación, la cual alcanzó una tasa de 6.77 por ciento. Por supuesto, la principal causa de este aumento extraordinario de los precios, fue el gasolinazo decretado a partir del 1° de enero de 2017. Los mayores aumentos se registraron en frutas y verduras, con un 18.00 por ciento, y precisamente en energéticos con 17.69 por ciento.

Digo que la principal causa fue el gasolinazo, porque, como es sabido, ese energético es un insumo básico de toda producción, puesto que las mercancías tienen que distribuirse para su venta y esa distribución se realiza en nuestro país principalmente por carretera, de modo que el precio de la gasolina y el diésel forma parte ineludible de los costos de todos los productos, entre ellos de las frutas y verduras que ahora tuvieron la mayor alza. Que la población sabe o intuye esta realidad se demuestra con las masivas protestas que se extendieron por todo el país cuando se dio a conocer el aumento de hace un año.

Por cierto, que si bien fue notable el carácter espontáneo de las protestas que utilizaron las redes sociales para organizarse, también se presentó un intento de las propias autoridades de desprestigiar a la vez las protestas y las redes sociales, esparciendo rumores de violencia o utilizando policías vestidos de civil para algunos saqueos.

Ahora, nuevamente corrió el rumor de un nuevo gasolinazo y en algunos lugares, como un Chedraui del Estado de México o una tienda Oxxo, se realizaron saqueos, que ya no se sabe si son expresión de la indignación o de la provocación. De cualquier manera, lo que es un dato cierto es que la inflación del 2017 es la más alta en 17 años y que superó con mucho, es decir más del doble, a la que el Banco de México y la Secretaría de Hacienda habían declarado como meta para el año.

Aunque algunos analistas han señalado que la devaluación del peso ocurrida el año pasado es la causa del alza de los precios, y en efecto toda devaluación de la moneda incide en la inflación, sobre todo cuando las importaciones juegan un papel tan importante en la producción, la verdad es que en este caso, la principal causa es el aumento en el precio de las gasolinas.

Y también hay que destacar que el gasolinazo no es únicamente la decisión de una política gubernamental, sino la consecuencia directa de la reforma energética que cedió la explotación de nuestro petróleo, desde la exploración hasta la transformación y venta al menudeo, a la iniciativa privada. Por eso ahora son los propietarios de gasolineras los que insisten en que subirán los precios en este inicio de 2018. Por lo pronto, tenemos que lamentar que en el año recién terminado, se hayan batido récords en inflación y violencia.