Al igual que en el juego de ajedrez, vemos que las piezas del escenario político se mueven. En los meses recientes hemos visto a diversos personajes políticos pasar de un partido político a otro sin importar sus ideologías. El último caso fue el de la legisladora Gabriela Cuevas, quien pese a ser catalogada como una antilópezobradorista decidió dejar las filas del PAN para ser parte de Morena.

Todo parece indicar que Andrés Manuel López Obrador dejó en el olvido las declaraciones de Cuevas de que era un enfermo de poder, un loco mentiroso y que fue ella la que pagó la fianza cuando se llevó a cabo el desafuero cuando el líder de Morena era jefe de gobierno, a fin de mover una más de sus piezas.

Para Arturo Espinosa, director general de Strategia Electoral, el transfuguismo o tendencia a pasar de un partido político o un grupo parlamentario a otro es parte de un simple reacomodo de cierta manera normal, el cual se encuentra ligado con una cuestión de ir en la búsqueda de los intereses propios, “de buscar obtener una candidatura a cualquier costo sin sobreponer los intereses del partido o del país”.

Precisa que para que haya un impacto real cuando se da este tipo de transfuguismo se debe analizar si la figura o personaje representa un liderazgo realmente importante y reconocido que pueda perjudicar al partido que deja y  abonar algo al partido que llega, “hay casos como el de René Bejarano y Dolores Padierna que sí pueden llegar a restar mucho a un partido; sin embargo, hay otros en los que no se alcanza a ver el efecto más allá del impacto mediático que se pueda generar, pues no se trata de un líder tan significativo o de un liderazgo con mucho arraigo en la población”.

“Son los casos de Javier Lozano o de Gabriela Cuevas, en los que su salida no va más allá de impactar los intereses personales de cada uno. Saben que al cambiarse de fuerza política serán recompensados con alguna candidatura o algún cargo publico, pues es al acuerdo al que llegaron, pero no creo que perjudiquen al partido que dejan y beneficien al partido al que llegan. Es muy difícil saberlo”.

Por el contrario, Espinosa destaca el caso de Margarita Zavala en el que piensa que en un principio sí pudo haber sido un fuerte golpe para el PAN, “es claro que la ex primera dama sí tiene un cierto arraigo en la población, era un liderazgo importante dentro del partido que representa una cierta  fuerza por si misma, por lo que en el momento de su salida el partido sí tuvo una caída en su preferencia, aunque fuera significativa”.

Por su parte, Patricia Carranza, directora de Telus inteligencia geopolítica, coincide con Espinosa Silis en que, en caso de que Margarita Zavala realmente aparezca en la boleta electoral como candidata independiente, es posible que se pueda dar algún tipo de transferencia de votos ante la aparición del efecto candidato que pueda tener la expanista, ya que dice que cada candidato, dependiendo de su fuerza, representa una cierta cantidad de votos que son los que le puede quitar a su partido.

Arturo Espinosa, director general de Strategia Electoral.

 

Cuevas no irá más allá del impacto mediático

En el caso concreto de la panista Gabriela Cuevas, Patricia Carranza afirma que no será claro qué tanto podrá contar con el efecto candidato,  pues al haber tenido una carrera únicamente legislativa no se puede saber realmente cuántos votos del PAN le va a poder transferir a Morena; “no estamos seguros de cuánto vale su voto panista, sobre todo porque un candidato legislativo es menos visible que cualquier otro candidato”.

Arturo Espinosa reitera que la salida de Gabriela Cuevas de Acción Nacional se debe más a una cuestión personal, “sobre todo cuando estamos viendo que no hay procesos internos de  selección de candidaturas abiertas, todo es decisión de una cúpula. Pese a no ser algo que esté prohibido en la ley, si puede ser algo que desde el punto de vista ético y de compromiso democrático se pueda ver mal, aunque tampoco es algo raro pues se han dado muchos casos”.

“Estos casos comprueban que solo hay un reacomodo en las fuerzas políticas, lo que es cierto es que en el fondo lo que vemos es que muchos de estos personajes no se van por una ideología o convencidos de que van en búsqueda de un beneficio partidista, sino simplemente lo hacen por un beneficio personal. Buscan en dónde se pueden acomodar mejor”.

Por ello —afirma— el reto de los ciudadanos en esta elección, en cuanto a la manera de votar, será obtener información certera que les ayude a definir su voto, pues en la actualidad existe un ambiente de noticias de información que carece de veracidad y que únicamente busca engañar y hace que haya una mayor incertidumbre en los votantes.

El efecto candidato

Al abundar más acerca de si los candidatos van a imperar más en esta elección que los partidos, Espinosa Silis destaca que todo va a depender de si el candidato es más fuerte que el partido que representa. Como ejemplo cita el caso de Morena, donde —asevera—Andrés Manuel es más fuerte; o bien el de Enrique Alfaro en Jalisco.

Sin embargo, indica que hay otros casos en los que el peso del propio del partido es más significativo que su candidato, “todo depende del tipo de candidato que tienen y el arraigo que ese candidato tenga en la ciudadanía. Es el caso de Meade y el PRI, donde el partido es más fuerte que su candidato. Es por eso que en esta campaña lo que busca el PRI es que el partido tenga menos protagonismo que el candidato. Es una cuestión que no se puede generalizar”.

Patricia Carranza indica que lo que se ha podido observar en las últimas elecciones es que el efecto candidato es muy importante; también considera que el mejor ejemplo en estos momentos es el caso de Andrés Manuel López Obrador, quien por sí solo se ha convertido en una marca a la que se le puede atribuir un cierto volumen de votos a los que también hay que sumarle los de su partido, que sería el voto duro.

Aunque aclara que será complicado que se dé el efecto candidato en todos los casos dentro de esta elección, que se será muy compleja, “para la gente será imposible recordar los cerca de 24 mil candidatos que buscarán ser electos, por lo que al ser una elección en la que se votará por cargos legislativos se espera que se dé más un voto partidista que el efecto candidato”.

El voto duro se diluye

Espinosa Silis señala que en los últimos años el  voto duro de los partidos políticos se ha ido diluyendo, lo que se puede comprobar al ver el resultado de las últimas elecciones, sobre todo, las presidenciales, en las que el candidato ganador lo hace con apenas un 35 o 37 por ciento, cuando anteriormente lo hacía con un 50 por ciento.

Explica que esto se debe a que hoy en día hay una mayor pulverización del voto; es decir, existe la presencia de más fuerzas políticas  que son competitivas. Otro factor —dice— es que hay un descontento generalizado de la ciudanía hacia las fuerzas políticas, por lo que en la actualidad los que habían sido fieles votantes de una fuerza política ahora se han convertido en indecisos que definen su voto de acuerdo con la elección y gracias a lo cual existe una mayor alternancia.

“Si el PRI siguiera contando con el mismo voto duro de antes, seguiría ganando como lo hacía; sin embargo, lo que vemos es que hay un mayor número de indecisos que decidirán su voto de acuerdo con tres factores principalmente: conforme se definen las candidaturas, el desarrollo de las campañas y de acuerdo a quiénes tienen posibilidades de ganar”.

Para Patricia Carranza el voto duro ya no es suficiente para los partidos debido a que para los votantes es mucho más fácil informarse en términos de tiempo y de dinero, “hay que recordar que la presencia de más información incentiva más la participación y entre más participación haya el voto duro se reduce, pues los partidos tienen que convencer a un mayor número de personas con propuestas más claras”.

Considera que en esta elección estará presente la transferencia o movimiento de votos, que además será un efecto de lo que se conoce como el voto antisistema, o por los cambios que se darán por la aparición en la escena política de Morena o de algunas otras coaliciones como las del PRD y PAN.

Esta transferencia de votos es posible que se dé entre el PRD y Morena “debido a que los votantes que se identifican como izquierda no le van a dar necesariamente su voto en igual magnitud a un candidato como Anaya, que es panista. Lo mismo sucederá con el PAN, dónde habrá una transferencia hacia alguna otra fuerza política que naturalmente podría ser el PRI, porque habrá panistas duros que estén en contra de la alianza con el PRD y entonces decidan hacer un voto útil por alguna otra fuerza política como el tricolor”.

Qué definirá esta elección

Al ser cuestionado sobre qué va a definir esta elección, sobre todo cuando estará presente el voto de castigo tanto para los políticos como para el propio sistema, el director general de Strategia Electoral, laboratorio de opinión y reflexión en temas electorales, considera que gran parte radicará en ver quién logra enarbolar el descontento de la ciudadanía.

“Hay que ver quién logrará encabezar una mayor oposición en contra del PRI o quién va a conjuntar el descontento para proponer un gobierno distinto, quién se convierta en una opción distinta que a la gente le satisfaga sin que los atemorice, pues la gente busca algo nuevo y diferente pero sin caer en cambios muy radicales”, destaca Espinosa Silis.

Dice que es muy importante que este cambio no salga de lo institucional pues cuando el cambio trae consigo propuestas muy radicales también genera miedo, “si se demuestra que ese cambio incluye mandar al diablo a las instituciones a la gente le da temor, pues lo que busca es algo distinto sin caer en lo radical, porque aparece el factor del miedo en el electorado”.

Al respecto Patricia Carranza comenta que pese a que en Tellus se crean modelos de estimación de votos, aún es muy prematuro saber de qué manera se va a definir la elección pues, por un lado, “las candidaturas se definieron muy tarde, por lo que es muy pronto poder hacer una proyección certera de si la elección se va a pelear con 16 millones de votos o con 20 o 21 millones”.

Además, afirma que en estos momentos aún hay mucha incertidumbre, pues falta ver si realmente los candidatos tanto del Frente Ciudadano como del PRI se posicionan bien para saber si habrá una elección de dos o de tres candidatos; o si habrá algún independiente que se convierta en una opción para el electorado.


Cómo vota la gente

De acuerdo con Arturo Espinosa, en la actualidad, el electorado ya no vota sí o sí por un partido político, sino lo hace más en función de diferentes circunstancias. Por un lado, se encuentra lo que se llama el voto útil que aparece cuando la gente no quiere que gane un candidato y por eso tiene que votar por otro.

Otro factor que aparece es la alternancia o cambio, “al no estar conformes con quien tiene mayores probabilidades de ganar, entonces la gente busca otra opción que pueda ganar. Este es un factor de disconformidad con el gobierno en turno, una opción de simplemente poner a alguien diferente”.

Destaca que en las elecciones de 2016 se pudo observar que el PAN ganó porque había un gran descontento contra el PRI y quien en esos momentos le competía en esos estados, era el PAN, por eso ganó. Pero en estados como Guerrero dónde había una gran descontento contra el PRD, ganó el PRI pues era el que podía ganar. En Michoacán la inconformidad era contra el PRI, en la cual pese a ser una elección relativamente cerrada ganó el PRD. Así se van dando los cambios”.

En esta ocasión —afirma—  habrá un factor nuevo: Morena. “A escala local, como de Congresos, hay que ver el papel que van a jugar Andrés Manuel López Obrador y Morena, sobre todo cuando en 2016 y en 2017 fue muy competitivo en Oaxaca, Veracruz o Estado de México, pese a ser un partido bastante nuevo”.