A mediados de diciembre pasado, en Bruselas Bélgica, los negociadores del Reino Unido y de la Unión Europea, aseguraron que había llegado a acuerdos que permitían pasar a una “segunda fase” en el proceso de divorcio conocido como Brexit. Según informaron, ya se habían puesto de acuerdo en lo supuestamente más difícil.

Según el resultado de esas negociaciones, las partes habrían llegado a acuerdos sobre la factura a pagar por la salida, la protección de los derechos de los europeos que viven en el Reino Unido y la garantía de que no existirá ninguna frontera en Irlanda del Norte.

Aunque no se dieron a conocer los detalles, se informó que las partes estarían negociando una cifra de entre 40 mil y 60 mil millones de euros a pagar por el Reino Unido, a demás de que, por lo menos durante ocho años, se garantizarían los derechos de los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido, y se comprometieron a que no exista ninguna frontera en el Ulster y respetar los acuerdos de Viernes Santo (Belfast 1998) que puso fin al conflicto armado en Irlanda del Norte.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, felicitó en twitter a la primera ministra británica, Theresa May y ésta, en respuesta aseguró que se había dado “un paso importante hacia un Brexit suave y ordenado y el desarrollo de una futura asociación estrecha y especial”.

Sin embargo, después de los elogios, la situación sigue sin avanzar mucho, por el contrario, el proceso se encuentra poco claro. Y es que la primer ministro no lo tiene fácil en casa. Su partido se encuentra dividido y no se clarifica cuál es el tipo de relación que el Reino Unido quiere con la Unión Europea.

Para algunos analistas, la debilidad de May puede ser sólo simulación, ya que el Reino Unido gusta de practicar la política de divide y vencerás.

De acuerdo con este escenario, 2018 serviría para que el Reino Unido intentara dividir a los europeos ya que se negociara por sectores (industria, agricultura, finanzas, entre los más importantes) y considera que son tan grandes las diferencias entre los países europeos que no pasará mucho tiempo sin que se expresen los distintos intereses “nacionales”.

De manera general y, en síntesis, esta estrategia pretendería lograr un acuerdo comercial que le permita conservar los privilegios de estar en el club, pero sin pagar y sin responsabilidades.

Sin embargo, hasta ahora, estas diferencias que efectivamente existen, no se han manifestado, porque la Unión Europea ha logrado mantener la unidad de los 27 y presentar sólo una estrategia negociadora. ¿Podrá mantenerla?

Ambas partes se encuentran bajo fuego por diferentes sectores y 2018 puede ser un año de fuertes convulsiones políticas y económicas.