De camino a la Feria del Libro de  Minería, un libro me detiene en los tenderetes del callejón de la Condesa. Es Antología de Griselda Álvarez (1913-2009), publicado en 1976 por el Consorcio Minero Benito Juárez, en la editorial Jus. Transcribo fragmentos de “El ahorcado”.

…Soy hija de un revolucionario… De su temperamento bronco, de su estilo cortante, conservo recuerdos cuya dureza disculpo en razón directa de haber sido su hija…

Éramos muy pequeñas cuando finalizaba la revolución cristera. Pasábamos las vacaciones en la ciudad de Colima, ya huérfanas de madre, en casa de una dulce y solterona tía, hermana de mi papá. Él se había quedado con el resabio de no tener descendencia masculina y trataba de endurecernos el carácter desde la infancia…

Cierto día, al llegar mi padre de su hacienda nos llamó a las tres: tía y sobrinas.

—Voy a llevar a las niñas a dar un paseo. Verán a un ahorcado que está en la calzada Galván. Necesitan saber lo que es un muerto porque nunca lo han visto y tienen que irse curtiendo…

Y fuimos… Nos acercamos casi a dos metros. Otras personas miraban también y una de ellas comentaba que le habían dado un tiro, porque en el último momento había querido tomar la reata que lo ahorcaba, con las manos no atadas a la espalda como era costumbre. Me decidí a alzar la vista al tiempo que papá decía:

—Está muerto porque era enemigo del gobierno…

Tenía los ojos semiabiertos; igualmente la boca, mostrando la lengua. Calzón y camisa blancos manchados de sangre. El viento lo convertía en lento péndulo… El hombre era como un fruto podrido. Empezaba a oler… A la hora de la cena me pareció percibir el mismo olor. Y ya en la cama cerré fuertemente los ojos para poder dormir…

Pese a los argumentos de mi tía, regresamos al mismo sitio. Esta vez era un racimo. Colgaban tres hombres de la inmensa parota. Luego fueron otros… Días adelante mi padre me ordenó subir al coche.

—Te llevo a ti nada más porque eres la mayor. Vas a ver cómo se hace justicia.

Llegamos a la calzada. Había un grupo de hombres cerca de un camión con las redilas bajadas. Alguno de ellos amarraba las manos por la espalda a un joven pálido… Después habría de saber que el muchacho era dependiente de una tienda, “La Marina Mercante”. Le habían encontrado en su casa unos rifles.

El hombre fue subido a la parte posterior del transporte. Luego le pasaron el lazo por el cuello. Otro hombre subió al árbol y cruzó la reata por entre las ramas. En seguida el camión fue puesto en marcha de un brusco movimiento. Dio el individuo unos pasos desatentados sobre el borde del vehículo y aun en el aire. Luego se sacudió completo dos o tres veces.

Yo tenía la cara cubierta por mis propias manos, dejando pasar la escena por los intersticios que hacían mis pequeños dedos abiertos, rejas naturales que querían aprisionar un poco o un mucho de la infancia que se me escapaba.

Al regreso, ni mi padre ni yo pronunciamos palabra…

Novedades en la mesa

Archivo Casasola (colección Círculo del Arte, Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Michoacán) contiene una selección de 26 imágenes del emblemático archivo que documenta gráficamente la primera mitad del siglo XX mexicano.