En la imagen, Matteo Renzi. Alemania e Italia acapararon los reflectores del inicio de marzo en Europa. En el país más poderoso del viejo continente, las bases del Partido Social Demócrata (PSD), dieron luz verde al gobierno de coalición (Groko) con el bloque conservador de la canciller Angela Merkel. En Italia se celebraron elecciones generales y el resultado fue una clara fragmentación política que obligará a un gobierno de coalición o a nuevas elecciones. Inestabilidad política, pero a la italiana.

En el caso alemán, pese a que algunos escenarios planteaban la posibilidad de que las juventudes del partido socialdemócrata (Jusos), encabezadas por el joven Kevin Kühnert (28 años), lograran echar atrás la Groko, más del 60 por ciento de las bases votaron por sí al gobierno en coalición. Con este resultado la canciller Merkel podrá asumir su cuarto mandato este mes y acabar con la incertidumbre política en la primera economía de Europa. Con ello, también, se abre un nuevo escenario político para la Unión Europea, sobre todo en lo concerniente al Brexit, la “reforma a la eurozona” que presuntamente quiere el presidente francés Emmanuel Macron.

En este contexto, las elecciones italianas realizadas el pasado domingo 4 de marzo estaban siendo esperadas con gran expectación, sobre todo porque Italia representa la cuarta economía más grande en Europa y es uno de los socios principales de la actual arquitectura en la eurozona. Las elecciones generales arrojaron otra vez un resultado inestable. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) que encabeza el joven candidato Luigi Di Magio (31 años) fue nuevamente el más votado (lo fue también en 2013) con el 31.7 de los sufragios. Sin embargo, no alcanza el 40 por ciento que se necesita para gobernar.

En segundo lugar, quedó la coalición derechista que agrupa al partido del ex primer ministro Silvio Berlusconi, Forza Italia, que obtuvo cerca del 14 por ciento de los votos y sus aliados ultraderechistas de La Liga (18%). Ambos llegan máximo al 37 por ciento, insuficiente para hacer gobierno. El gran perdedor, según los resultados sería el gobernante Partido Democrático (PD) de centro derecha que encabeza el ex primer ministro Matteo Renzi (en la imagen superior) y que sólo alcanzó el 20 por ciento.

Con este panorama claramente fragmentado se puede especular cuáles serían las posibles alianzas políticas que pudieran facilitar un gobierno. El escenario es tan complicado y confuso que, en cuanto a posibilidades, uno podría pensar en una alianza de izquierda y la centro derecha, con el M5S a la cabeza, pero el imaginario italiano también da para pensar en una alianza de ultraderechistas con el M5S. En Italia la inestabilidad política no asusta, de hecho, se han pasado grandes periodos de tiempo sin gobiernos formalmente electos.

Italia está dividida, aparte de las fracciones políticas, el territorio está partido entre norte y sur. La derecha y la ultraderecha dominan en el norte y el sur es territorio del M5S. Las opciones más al extremo del espectro político, tanto a la izquierda como a la derecha, coinciden en una cosa: son euroescépticos y juntos alcanzan el 50 por ciento de los votos.

 El M5S ganó en 2013 y se convirtió en la gran esperanza para muchos italianos. Han pasado cuatro años desde aquel escenario en el que, por principio se negaron a gobernar en coaliciones, hoy otra vez la historia les favorece y esta vez los jóvenes del movimiento encabezan la agrupación. ¿Se atreverán a formar gobierno y ejercer más poder?