Los casos de pederastia “son la desolación más grande que la Iglesia está sufriendo”, así lo señaló el papa Francisco en Perú hace un par de meses, quien sigue dando golpes sobre la mesa con su política de tolerancia cero. El último fue nombrar la nueva Comisión para la Protección de Menores que busca proteger a todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables de posibles abusos.

En México, en medio de la información sobre una posible red de curas pederastas que operan en Coahuila y la histórica sentencia de 62 años al sacerdote Carlos López Valdez por el delito de abuso sexual cometido contra Jesús Romero Colín, el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, da a conocer la creación de esta misma comisión en el país.

Para algunos como Joaquín Aguilar, director de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) en México y víctima de abuso sexual por parte del exsacerdote Nicolás Aguilar, la creación de dicha comisión es un parte aguas para la Iglesia mexicana a escala mundial, sobre todo cuando en el pasado, en otras partes del mundo, incluso en el mismo Vaticano, se ha intentado crearlas sin ningún éxito.

José Barba, exmiembro de la congregación Legionarios de Cristo, quien durante los últimos quince años ha librado una batalla para que las autoridades vaticanas admitan los abusos sexuales cometidos por Marcial Maciel, en entrevista con Siempre! señala que para poder avanzar en el tema es indispensable que cualquier comisión de este tipo esté integrada por laicos católicos.

“Preferentemente deben ser expertos en diversas áreas. Desde luego, tienen que ser especialistas en derecho, psicología y sociología. Porque de otra manera, todo quedaría bajo el control exclusivo de la Iglesia, de clérigos. De esa forma no se podría llegar muy lejos, esto lo hemos constatado una y otra vez”.

Asevera que otro punto clave es la formación de un comité internacional en el cual haya capítulos nacionales; es decir, “que haya reuniones permanentes en cada país en que se formen las comisiones para que sean los encargados de realizar reportes para el comité internacional”.

Además —asegura­— debe estar incluida gente de los medios de comunicación pues son quienes podrán realizar un seguimiento y ofrecer información clara de lo que va sucediendo con respecto al comité especial de la protección a menores.

José Barba.

Protocolos a seguir

José Barba afirma que antes que nada lo primero que se debe de hacer es trabajar tomando en cuenta la experiencia que se ha tenido en otras áreas y desde luego consultar a las personas que han estado trabajando en las Naciones Unidas concretamente para el caso México.

“Es necesario acudir a los representantes con los que hemos estado en contacto desde hace años, incluso con el juez que habló sobre la manera estática de actuar del Estado vaticano, refiriéndose a los papas Juan Pablo II y Joseph Ratzinger”.

Recuerda que cuando en las Naciones Unidas, hace cuatro años, se discutió si había abuso sexual lo hicieron solamente con respecto al Vaticano, más no a la Iglesia universal. “La respuesta la evadieron sistemáticamente en 25 páginas, diciendo que en el medio kilómetro que comprende el Vaticano no había abuso sexual a menores”.

“Pero la  pregunta no era esa, era si en el ámbito internacional bajo la normatividad eclesiástica hay o no abuso sexual de menores, ese era el tema. Por eso es importante tomar además como referencia algunos protocolos establecidos por una institución internacional a través de la Unesco”.

 

Una cosa es decir y otra hacer

Sobre la decisión, a su llegada a la Arquidiócesis de México, del arzobispo Carlos Aguiar Retes de comprometerse a una tolerancia cero a los abusos sexuales de sacerdotes, José Barba afirma que hay que tomarla teniendo en cuenta la nueva normatividad que se ha instaurado en el Vaticano a partir de la llegada del papa Francisco; sin embargo, asevera que “una cosa es decir y otra es hacer”.

Señala que existe una ambigüedad sistemática cuando se habla de la tolerancia cero, iniciativa que —dice— curiosamente no proviene de la misma Iglesia, sino de un alcalde de Nueva York quien la presentó, “ese préstamo llama la atención, porque como iniciativa no vino de la Iglesia sino de los laicos, lo cual es muy importante tomarlo en cuenta”.

Respecto a la idea de que se convierta en un parte aguas, como lo ha dicho Joaquín Aguilar en una entrevista al diario Milenio, José Barba afirma que efectivamente sí lo sería en caso de lograrse, pues no solo en el Vaticano sino en otras partes de mundo se ha intentado pero no se ha conseguido.

Afirma que basta ver que a la misma comisión que se nombró en el Vaticano, recientemente, presidida por el cardenal Sean O’ Malleyen y en la que se incluye entre sus miembros a una mujer irlandesa y a un hombre inglés, en realidad no se les dio la importancia debida pues —repite— “una cosa es decir y otra cosa es hacer”.

Explica que pese a que se puede observar que, aunque existen cuestiones que el pontífice quiere llevar a cabo, “una cosa es lo que quiere y otra lo que verdaderamente puede hacer. Sobre todo lo que le permiten hacer los personajes que se encuentran muy empoderados dentro del Vaticano”, reitera.

“Por un lado, el Papa se queda con lo que son sus deseos o convicciones y, por el otro, se encuentra lo que verdaderamente pueda hacer, sin darse cuenta de la confusión que con esto se puede crear”, señala.

Explica que es muy fácil decir que habrá tolerancia cero y después en los hechos demostrar que se hará otra cosas porque de por medio se encuentra el nombre de la Iglesia, “en ese sentido uno tiene que irse con mucha cautela, aun en el caso de lo que dice el mismo cardenal Aguiar Retes”.

 

El destino de las comisiones

Al hablar si en esta ocasión estas comisiones fructificarán o simplemente serán una fachada para seguir limpiando la imagen de la Iglesia, José Barba reitera que mientras solo se trate de una comisión exclusiva del Vaticano sometida a los intereses de evitar escándalos, no hay mucho que se pueda esperar.

Recuerda que a lo largo de la historia la Iglesia no ha sabido ser responsable de lo que sucede en su interior, “desde el 17 de octubre de 1998, nosotros presentamos ante el Vaticano el caso de abuso de Marcial Maciel, pero desde entonces fue evidente que no quisieron tratarlo como se debía”.

“Al momento de que el Vaticano indicó el retiro de Maciel del sacerdocio, en 2006, no fue por una orden, simplemente lo invitaron a salir a hacer meditación y penitencia pero nunca dieron los motivos del porqué salía. Con esta decisión, la Iglesia para muchos aparecía como arbitraria, injusta o que estaba sujeta a presiones, lo cual no era el caso”.

Ante los antecedentes, José Barba dice que creer en el futuro de estas comisiones es un tanto incierto pues solo basta ver el comportamiento que se ha dado en este tema en los últimos años, “es como cuando uno quiere invertir, antes de hacerlo se pone a estudiar los índices bursátiles como el Dow Jones, cuál ha sido su comportamiento para tomar una decisión”.

“Lo mismo hago yo en relación con estas comisiones, será importante analizar quiénes son los que nombran a los integrantes y, por supuesto, quiénes son los perfiles que las formarán, porque al final de cuentas si son manejadas exclusivamente por el poder eclesiástico no vamos a ir a ninguna parte”.

Por ello, insiste en que la parte medular es que las comisiones sean formadas por expertos católicos laicos, pues se corre el riesgo de que como ha sucedido con los miles de millones de dólares que se han pagado a las víctimas en Estados Unidos, los cuales han sido dados por los mismos padres de las víctimas y no por la Iglesia. “Son muchos los aspectos que deben ser revisados y esto únicamente lo pueden hacer los laicos de buena fe y bien preparados”.

Norberto Rivera hizo mucho daño

Respecto al caso de Carlos López Valdez condenado a 63 años de prisión por abusar sexualmente de Jesús Romero Colín, José Barba afirma que esta condena es muy importante y en gran medida ayudó a que se diera la salida de Norberto Rivera de la Arquidiócesis de México.

“Francisco lo único que esperaba es que se fuera, porque ya estaba haciendo mucho daño. Era un hombre funesto para la gente de buena fe. Por eso que desde que se fue, nadie se ha levantado para decir adiós, fuera de lo estrictamente protocolario”.

Asegura que el hecho de que Rivera Carrera haya permanecido durante mucho tiempo como arzobispo se debe a que “le había hecho favores a gente muy arriba en la política; sin embargo, hemos llegado a una situación civil en la cual esta permisividad ha llegado a facilitar toda clase de abusos sin escrúpulos”.

Por ello, indica que “vivimos en una sociedad civil y los ciudadanos tenemos derecho a exigir el cumplimiento de las leyes. Soy católico y cristiano pero eso no me hace que no condene todas las acciones de daño que suceden dentro de la Iglesia también”.