Desde pequeño, Víctor Manuel fue diagnosticado con síndrome de West o síndrome de los espasmos, condición epiléptica que ocasiona convulsiones severas así como un daño degenerativo, el cual hasta la adolescencia, le robó la sonrisa que gracias a Owen, un perro de asistencia, logró recuperar y mantener hasta el día de su muerte.
Luego de 15 años de estar postrado es una silla de ruedas que, por su condición, casi era una cama, su mamá encontró ayuda en Fundación Owen, donde se proporciona el Programa Médico de Rehabilitación Física Sin Dolor a niños y jóvenes de escasos recursos con discapacidad múltiple severa (DMS) que al igual que Víctor reciben el apoyo y cariño que necesitan.
Aunque a su llegada a la fundación se sabía que no era posible evitarle las convulsiones, ni muchos menos el daño permanente que le había dejado el padecimiento crónico degenerativo que padecía, lo que se buscó fue ofrecerle una nueva manera de enfrentar la vida.

“Cada vez que el joven iba a tener una convulsión, el perro avisaba, lo que permitía colocarlo en una posición cómoda. Poco a poco no solo Owen sino los demás perros que tenemos en la fundación se convirtieron en almohadas vivientes”, asegura Márgara Bravo, presidenta del patronato de la Fundación Owen en entrevista con Siempre!
Explica que a través de la terapia sin dolor lo que se busca es que los niños y jóvenes con el simple contacto con los perros bajen su ansiedad, “es maravilloso ver cómo a través de lengüetazos los perros pueden ayudar a nuestros pacientes a pasar de mejor manera sus crisis”.
“Víctor estuvo tres años con nosotros, en los que se le dio otro giro a su vida. Sonreía, la pasaba bien. Pese a que no se podía comunicar a través del habla, lo hacía a través de la mirada. Disfrutaba, le gustaba venir a la fundación. Desafortunadamente Víctor falleció en enero del año pasado, obviamente nos dolió, pero fue un reto que nos dejó mucho aprendizaje”.

La labor de la fundación
Al igual que Víctor, Mariana, Andrea, Cris, César y cada uno de los niños y jóvenes que han pasado por la fundación y que en algunos casos desafortunadamente han perdido la vida, hacen que día a día el brazo izquierdo que va directo al corazón de Márgara Bravo se mueva, “ahí es cuando la fundación se convierte en una obligación para mí como mujer”.
“En un principio nos llamábamos «Todos en cree-cimiento» porque el tema más importante eran todas las familias; sin embargo a partir de 2014, al hacer un análisis de cómo estaba la institución y de las metas que nos habíamos trazado, nos dimos cuenta de que dentro de la institución quienes más sonrisas ofrecían eran los perros, por eso decidimos llamarnos Owen”.
Destaca que los servicios que proporcionan son dirigidos a personas con movilidad reducida por algún tipo de discapacidad motriz o esclerosis, niños con autismo, así como perros para alerta médica en padecimientos como diabetes, epilepsia o crisis convulsivas, además del servicio que ofrecen los perros guía a jóvenes con discapacidad sordo-ceguera y ceguera.

Obstáculos o problemáticas
Pese a las satisfacciones y logros que han tenido en la fundación, como la aprobación el 12 de abril de la Ley de Derechos de Personas Usuarias de Perros Guía y Animales de Servicio, Márgara Bravo destaca que sobre todo en lo concerniente a los estándares, la accesibilidad, la inclusión, la aceptación, hay mucho por hacer, “llevamos mucho camino andado, pero falta mucho que hacer, en particular en cuestiones de accesibilidad estamos perdidos”.
Márgara Bravo dice que sobre todo con los perros de asistencia hace falta mucha cultura, “es increíble que aunque van por la calle identificados con arneses que dicen ‘no tocar, está trabajando’, la gente piensa que son mascotas, los sigue tocando y distrayendo, lo que ocasiona accidentes”.
Destaca que es vital copiar de otros países las buenas experiencias y enfocarse en los estándares internacionales, “sobre todo cuando nuestro país tiene tantos puntos turísticos que pese a ser preciosos no son accesibles”.
“Por ejemplo, en México no contamos con baños para perros de asistencia en los aeropuertos lo que a veces dificulta las cosas. Nosotros tenemos un proyecto para que exceptuando los aeropuertos de Cancún y algunos del sureste se coloquen este tipo de baños y así lograr que tanto los perros como sus usuarios estén tranquilos”.
En particular dentro de la fundación acepta que uno de los obstáculos que tienen es no contar con un inmueble propio que les permita crecer, “de tenerlo, podríamos atender a tres veces más niños y jóvenes con discapacidad, entregar el doble o el triple de perros de asistencia, pues ahora, literal hacemos malabares y milagros con los espacios que tenemos”.

Hay que seguir avanzando
A pregunta expresa de Siempre! sobre si estamos en vía de conseguir una ciudad incluyente, considera que, a diferencia de hace 10 o 12 años, cuando incluso se escondía a las personas con alguna discapacidad, se puede decir que se ha avanzado mucho en el tema, aunque reitera que hay mucho por hacer.
Pero sobre todo, Márgara Bravo afirma que el mejor regalo que se le puede dar a cualquier persona con alguna discapacidad, sobre todo a las que son usuarios de perros de asistencia, es el respeto, tomarlos en cuenta y antes que nada preguntarles de qué manera les podemos ayudar.
“No los toquen, ni los distraigan, el mayor tributo que les pueden hacer es no hacerles. Si los molestan, les hablan, los acarician, los distraen, y pueden ocasionar accidentes, tanto a los perros como a los usuarios”.
Cualquier persona que quiera donar lo puede hacer a través de la página web www.owen.care. Para estar en contacto con la fundación se puede hacer a través de sus redes sociales: Facebook, donde se encuentran como Fundación Owen, IAP; y en Twitter e instagram como @owen_care. O bien, llamando al 55 56 59 61 25 y 55 54 56 38.








