El melodrama británico y su relación de divorcio con la Unión Europea sigue dando qué hablar. La disputa de poder en el seno del gobierno de Theresa May, hace que los escenarios cambien constantemente y que siga sin vislumbrarse con claridad qué tipo de relación mantendrá el Reino Unido con sus hasta ahora socios europeos. El tiempo corre y se supone que las negociaciones deben permitir la salida en el primer trimestre del 2019. Sin embargo, no está claro cómo sucederá ese divorcio. May presentó a sus ministros su propuesta de salida, que según “fuentes” contiene una formula pactada que permitiría a la Gran Bretaña, ser miembro del espacio económico, pero sin las mismas regulaciones.

Dicho plan, llamado en la prensa la “cuarta vía”, permitiría al Reino Unido participar en el mercado único con las mismas reglas en el sector de los bienes, pero no en el sector servicios, donde se restringiría “de alguna manera”, la libre circulación de personas. Lo cual supondría evitar una frontera física entre las dos Irlandas. El anunció fue considerado un Brexit blando y obtuvo una recepción positiva en algunos medios locales. Sin embargo, dos días después, el plan de May recibió una cubetada de agua fría con la renuncia de su ministro para la negociación del Brexit, David Davis.

En dos años de gobierno de May, las tácticas y la estrategia de un gobierno débil, sólo han servido para ganar tiempo en un escenario de disputa feroz, no sólo en el Reino Unido, si no también en el seno de los países principales de la Unión Europea. Esquemáticamente se puede identificar el sector pro Unión Europea, en su versión más liberal, la que actualmente encabeza el poder Europeo. Alemania y Francia son los actores principales, pero con ellos están los otros 25 países que hasta el momento han logrado mantenerse unidos en la negociación. En el otro lado del escenario conviven las fuerzas “nacionales” de los países europeos, incluido el Reino Unido que intentan dinamitar el proceso unificador que hasta el momento se ha producido.

El escenario inglés es complicado y entre más pasan las horas, más se complica.

Al cierre de este material se conocía la renuncia del Secretario de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, otro de los miembros del gabinete de May que quiere un Brexit duro. Con esta nueva dimisión, parece imposible que el plan de May pueda llevarse a cabo, pero no sería la primera vez que la gobernante ha estado en situaciones críticas y su obstinación y aferre al poder la ha mantenido como una superviviente política.

De hecho, llama la atención que los personajes que hasta ahora han dimitido, no hayan pedido la cabeza de su correligionaria, sólo le han exigido que cambie sus propuestas. Quizá los diputados conservadores saben que no cuentan con el suficiente apoyo, sobre todo ahora que grandes empresas como Land Rover o Airbus, han expresado su preocupación por las consecuencias (económicas y financieras) que podría tener un divorcio sin reglas claras.

Pronto sabremos si May resiste y puede plantear su “plan” de divorcio y sobre todo convencer a los miembros de su partido. Después tendrá que hacer lo propio con Bruselas. De lo contrario, el estado del Brexit forzaría a un nuevo escenario de elecciones dónde cualquier cosa puede pasar.