De acuerdo con Andrés Manuel López Obrador, lo que le espera a México con su gobierno es la cuarta transformación, o al menos esa es la idea que colocó entre sus seguidores al final de la campaña presidencial y que reiteró durante su primer discurso al ser reconocido como el ganador de la elección presidencial, en dónde dijo: “Este es un día histórico y será una noche memorable. Una mayoría importante de ciudadanos ha decidido iniciar la cuarta transformación de la vida pública de México”.

De esa manera, ha buscado equiparar lo que será su mandato como presidente de México con tres periodos históricos: la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, pues asegura se realizará una transformación profunda y radical como sucedió en esos momentos de la historia del país.

Sin embargo, diversos analistas e investigadores aseguran que hay que distinguir entre cambios y transformaciones, pues para lograr una verdadera transformación se requieren más que palabras, se requieren decisiones y acciones contundentes  entre las que se encuentra una nueva Constitución, como reiteradamente lo ha señalado el ahora morenista Porfirio Muñoz Ledo.

Para Guillermo Hurtado Pérez, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF), en este momento sería un gravísimo error convocar a un Congreso Constituyente de manera inmediata, pues sería visto con desconfianza, además de que considera que no tendría el apoyo de toda la población y se correrían ciertos riesgos.

Sobre todo cuando en la nueva Constitución se deben recoger todas las voces que integran la nación,  pues —asevera— “de lo contrario se puede caer en visiones unipersonales y unipartidistas que a su paso dejen Constituciones a modo. La próxima carta magna no puede ser la obra de un solo partido, mucho menos se puede convertir en la expresión  del pensamiento de una sola persona”.

 

Vacíos ideológicos

El filósofo considera que sobre todo hay que tener en cuenta que la elaboración de  una nueva Constitución no se da de un día para otro, pues es un proceso largo resultado de un diálogo nacional, tolerante, plural y democrático que permita tener una nueva concepción del país, en especial en el aspecto ideológico, en el que infortunadamente existen grandes vacíos.

Un ejemplo de esto —asegura— fue la campaña presidencial que vivimos recientemente: “se caracterizó por su pobreza ideológica. Vimos un PRI deslactosado que no quería meterse a fondo en cuestiones ideológicas. Una alianza electoral entre PAN y PRD, que son partidos que se fundaron desde perspectivas ideológicas opuestas. Así como a Morena que, más que un partido, es un movimiento que incorpora a individuos de todos los orígenes, que no puede caracterizarse como un partido de izquierda, ni de derecha. Más bien es un agregado de personas y de ideas de izquierda y de derecha”.

El también escritor de libros como México sin sentido afirma que en esta elección las distinciones ideológicas que estaban presentes en el siglo anterior, por ejemplo entre liberales y conservadores o entre izquierda y derecha dejaron de funcionar, “fue una elección en la que los temas y los motivos no tuvieron ninguna carga de ideas lo que hace que corramos ciertos riesgos”.

“Hay que tomar en cuenta que sin la participación de la filosofía y la teoría política no se puede crear un nuevo diseño de país. Lo único que vamos a tener son ideas aisladas que corren el peligro de convertirse en meras ocurrencias, planes que no tienen una dirección definida, serán una ensalada de ideas de diversos orígenes, que no nos dejarán ver más allá del día de hoy”.

Resalta que el mayor riesgo en el que se puede caer es que más allá de contar con planes de gobierno que ofrezcan un nuevo mapa ideológico para trazar el destino del país, se convertirá en un gobierno que se limite a cumplir con ciertos proyectos de corto plazo.

Nuevo mapa de ruta

Destaca que lo que se requiere en este momento en México es un nuevo mapa, pues el que se construyó después de la Revolución Mexicana se encuentra agotado, lo que ha hecho que el país se encuentre sin sentido, sin dirección y sin brújula.

Hurtado Pérez considera que lo que se debe lograr es contar con un mapa filosófico, de fundamentos, pues si uno ve los tres momentos constitutivos de México, que fueron transformaciones de verdad: la Independencia, la Reforma, y la Revolución, cada una de ellas supuso el cambio de una concepción del mundo por otra.

Por ejemplo, indica que “la Independencia y la Constitución de 1824 buscaron dejar atrás el mundo colonial para construir un mundo republicano. La Reforma y la Constitución de 1857 lo que hicieron fue cambiar también la concepción del mundo que se había tenido anteriormente en México para proponer otro, y la Revolución con la Constitución de 1917 indudablemente nos ofreció un nuevo mapa”.

Considera que pese a que el virtual candidato electo a la Presidencia de la República ha declarado que se llevará a cabo una cuarta transformación, esto no es totalmente cierto pues dicha transformación deberá ser resultado de un proceso de mediano o quizá de largo plazo en el que se cambien las bases y elementos estructurales del país y no solo una votación abrumadora como la que se dio el pasado 1 de julio a favor de Morena.

“La transformación que esperan muchos mexicanos deberá ser para bien, pues hay que tomar en cuenta que así como hay cambios para mal, también hay transformaciones para mal. Por ello se necesita un mapa de ruta para las próximas décadas. Después de 40 años de contar con un modelo neoliberal se quiere sustituir por otro modelo de nación”.

Recuerda que, para mucha gente, el gobierno de Peña Nieto trató de culminar un proyecto de país que comenzó  durante el sexenio de Miguel de la Madrid, al que muchas veces de manera equivoca se le llamó neoliberalismo y que en estos momentos se busca cambiar; sin embargo —señala— no se sabe cuál será la dirección que realmente tomará el país en las próximas décadas, “pero esto no depende tanto de una votación, sino de que los mexicanos se organicen, para discutir de manera democrática el país que se quiere”.

Y para ello, indica que se debe tener claro cuáles son las ideas centrales, las ideas motrices que impulsen la nación, pero sobre todo cuáles son los verdaderos valores en los que queremos que el nuevo México se base y los ideales que nos habrán de inspirar”.

Proponer otra filosofía

Hurtado Pérez advierte que la sociedad civil es la que debe organizarse para proponer la nueva filosofía que se requiere, pues no puede venir de los partidos por una sola razón: porque no hay ideólogos ni en el PRI, ni en el PAN, ni en el PRD, pero tampoco en Morena. “Sólo hay personas que ofrecen ideas, pero no es lo mismo tener ideas que formular ideologías”.

Reitera que la responsabilidad de configurar un pensamiento que nos lleve a contar con una dirección hacia el futuro es de la sociedad civil, “esa nueva filosofía no puede tener una etiqueta partidista, tiene que ser el resultado de un diálogo racional, tolerante y virtuoso de la comunidad entera”.

Explica que el cambio debe de ser de abajo hacia arriba, en donde las universidades puedan desempeñar un papel muy importante, pues se pueden convertir en espacios en donde la discusión de fondo se convierta en una especie de semillero para que se vayan gestando las ideas necesarias que generen una verdadera cuarta transformación o república, que tenga una visión más intelectual y no simplemente propagandística.

“Una cuarta transformación requeriría de una discusión pública muy importante en la que estén involucrados todos los grupos y sectores de la población, los grupos sociales, los miembros de todas las religiones, los pueblos indígenas, los mexicanos que viven fuera del país; en fin, que realmente fuera una asamblea nacional que de manera democrática proponga un nuevo mapa de ruta para el futuro del país”.

 

Cambios de fondo y no cosméticos

Al indicar que históricamente en México las transformaciones han dejado devastación, Hurtado Pérez dice que en esta ocasión lo primordial es que los mexicanos busquen que se cumpla con dos condiciones: que sea pacífica y democrática.

Recuerda que la Independencia dejó a su paso una estela de miles de muertos, una destrucción económica muy grande. La Reforma, una guerra fratricida que desangró el país, al igual que la Revolución, en dónde hubo muchos años de sangre y miseria.

El investigador de la IIF afirma que hoy más que nunca los mexicanos debemos ser cuidadosos en trabajar de manera adecuada la transformación que el país requiere, pues aunque se encuentren cansados de que les den atole con el dedo, se corre el riesgo de que más que cambios genuinos o de fondo, se realicen simples cambios cosméticos.

Considera que el hecho de vender aviones, cambiar la sede de las secretarías, bajar los sueldos o construir refinerías, aunque no son cambios menores, tampoco son elementos estructurales de una genuina transformación social, “esos cambios no nos llevarán a una verdadera transformación, pues los mexicanos somos los que debemos llevar a cabo las transformación, pues de lo contrario las cosas seguirán siendo las mismas”.

“Si de verdad estamos hablando de una cuarta transformación y queremos que sea genuina y no solo un juego de palabras, tenemos que ser capaces de pensar desde los cimientos en un nuevo país, pues de otra manera el riesgo de caer en las propuestas demagógicas, oportunistas y populistas es muy grande”.