Después del 1 de julio de 2018, se ha vuelto lugar común hablar del tsunami electoral que vivió México ese día, un triunfo casi absoluto de Morena, partido político nacional denominado Movimiento de Regeneración Nacional, que obtuvo su registro, el 9 de julio de 2014. En su Declaración de Principios señala que “en el México actual, la vida política e institucional está marcada por la corrupción, la simulación y el autoritarismo…” Manifiesta que “el modelo neoliberal solo ha beneficiado a una minoría a costa de la pobreza de la mayoría de los mexicanos. La economía está en manos de los monopolios; la planta productiva está destruida; hay millones de jóvenes sin oportunidades de estudio o de trabajo…”. Agrega que “este régimen de opresión, corrupción y privilegios es un verdadero Estado mafioso construido por la minoría que concentra el poder económico y político en México”.

El partido triunfador reconoce que “Morena surgió con el propósito de acabar con este sistema de oprobio, con la convicción de que solo el pueblo puede salvar al pueblo y que solo el pueblo organizado puede salvar a la nación”.

Esta es parte de la Declaración de Principios del partido que postuló a Andrés Manuel López Obrador como candidato a la Presidencia de la República, junto con los coaligados partidos políticos Del Trabajo y Encuentro Social; candidato por quien votó 53.19 por ciento de los ciudadanos; coalición que además obtuvo la mayoría absoluta de escaños y curules en las Cámaras del Congreso de la Unión.

A lo anterior se debe adicionar el triunfo de la Coalición Juntos Haremos Historia, en la elección de jefe de Gobierno de la Ciudad de México y de alcaldes y concejales en 11 de las 16 demarcaciones territoriales de la misma entidad federativa. Ello sin tomar en cuenta su triunfo en la elección de gobernadores, diputados para integrar 27 Congresos locales y en la elección de integrantes de los ayuntamientos de 24 estados.

A fenómenos electorales similares, en el siglo XX, se le denominaba “carro completo”, cuando el partido hegemónico era el PRI, que ahora, por sí solo, obtuvo únicamente 13.56 por ciento de la votación para presidente de la república, es decir, 7 millones 677,180 votos, de un total de 54 millones, 975, 188 votos válidos.

¡Qué tiempos aquellos… frente al presente!

Ahora existe pluripartidismo auténtico, aun cuando la cantidad seguramente se verá disminuida en breve, por los partidos que pierdan su registro. Ahora existen instituciones electorales autónomas, aún cuando falta reinstituir el sistema electoral federal y restituir al Tribunal Electoral del Poder Judicial la autonomía constitucional con la que surgió a la vida jurídico-política-electoral en 1986-1987. Ahora, a los ciudadanos se les designa funcionarios de mesa directiva de casilla, tomando en cuenta su grado de instrucción. Ahora votó 63.43 por ciento de un total de 89 millones, 250,881, ciudadanos inscritos en la Lista Nominal de Electores.