De gira por su tierra natal, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, hizo dos anuncios importantes; por un lado, advirtió que “contra viento y marea” cumplirá la promesa de construir la nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, para la cual se tiene considerada una inversión de 160 mil millones de pesos.

Pero eso no fue todo, al afirmar que desde Tabasco se va a rescatar la industria petrolera, señaló que “en el mediano plazo” México dejará de vender crudo al extranjero para privilegiar el consumo interno. “Ya no se va a vender, en el mediano plazo, petróleo crudo al extranjero; queremos procesar toda nuestra materia prima. Vamos a extraer solo lo que se necesita para nuestro consumo interno”.

Miriam Grunstein, especialista en temas energéticos, asegura que la decisión del presidente electo de construir una refinería en Tabasco, más que una opción técnica o de mercado, “es una decisión ideológica, un berrinche político que puede traer al país impactos socioambientales y económicos importantes”.

Explica que es una decisión a la que no se le ven prospectos positivos pues únicamente se desperdiciarán recursos públicos, “por un berrinche político, por una condición de lealtad o de querer mantener popularidad en su estado. No se le ve ningún avance sólido de carácter técnico, económico ni financiero. Es un disparate, una ocurrencia, que nos puede salir carísima”.

Asevera que al haber una declinación de las reservas petroleras se ha tenido que importar crudo; sin embargo, pese a ello, ahora López Obrador busca construir una refinería, lo cual es un contrasentido, pues no tiene caso meterle dinero a la parte menos rentable de la cadena de valor.

“Es como meterle dinero bueno al malo. Es una propuesta que no se ha pensado bien, como sucedió en el sexenio calderonista con la refinería Bicentenario, en Hidalgo, que nunca llegó a existir. Además, las refinerías no se construyen solo con la idea de que se harán contra viento y marea, sino cuando es más económico tener un tren de refinación nacional, en lugar de acudir a las cosas de importación”.

 

Lo difícil, la adquisición de terrenos

Miriam Grunstein considera que en lugar de gastar estos recursos en una sola refinería, en la que se requiere una gran cantidad de terrenos, se podrían construir varias pequeñas, sobre todo cuando Tabasco es un estado muy difícil en lo que se refiere a la adquisición de ellos.

“Es justamente en la adquisición de terrenos donde se le pueden empantanar las cosas a López Obrador, pues los pobladores están muy acostumbrados a que Pemex les daba mucho dinero por sus terrenos, por lo que no quiero pensar en que el tabasqueño tenga que expropiar a fin de construir su refinería”.

Recuerda que aunque la mayoría de la gente cree que en las refinerías solo se produce gasolina, existen otros petrolíferos que también son importantes, como diésel, gas LP, nafta, querosenos. “Hay muchos subproductos en los que se tiene que pensar en dónde se van a colocar”.

Miriam Grunstein asevera que es muy complicado saber qué es lo que debemos hacer porque no tenemos una idea clara en dónde estamos parados, “ante el descuido de la industria de la refinación, lo primero que necesitamos saber es cuánto nos costaría modernizar la infraestructura existente pues contratos de obra van y vienen, y seguimos sin saberlo”.

Indica que el problema es que en México siempre ha existido una política de refinación absurda, por lo que la única salvación es lograr una maduración del mercado a fin de que se pueda decidir si conviene más producir o exportar, además de que se tienen que buscar resolver o al menos absorber los sobre costos que existen ante los robos.

“De lo contrario, cada que llegue un director de transformación industrial recibirá una área de refinación más destruida en la que a veces ni siquiera se sabe cuántos barriles entran, pero le seguirán echando la culpa de los problemas que se presentan a quienes lo precedieron”.

Miriam Grunstein

Ningún país deja de exportar

Al hablar sobre las declaraciones de López Obrador en torno a que en el mediano plazo ya no se venderá petróleo en el extranjero, Miriam Grunstein destaca que en el mundo no existe ningún país productor que no lo haga y deje de participar en el mercado, pues “si hay mercado para los productos se tienen que exportar”.

“Aun los países más autoritarios exportan, así como los más nacionalistas y rígidos. En el caso de México la salida más fácil es decir que mientras que se cumpla con el consumo interno ya no vamos a exportar, aunque sea una salida catastrófica pues nos estamos cerrando al mercado global”.

Reitera que se debe de apostar a contar con un superávit de producción, no únicamente a través de Pemex, “hay que dejar que la participación privada madure, que dé frutos y de esa manera aumentar la producción y que las exportaciones sean de empresas extranjeras que paguen las contraprestaciones a las que se comprometan”.

La especialista en temas energéticos considera que es muy alarmante que el presidente electo continúe haciendo anuncios con falta de sustento, pues no es posible que salga con una información tan trascendente como la de que “ya no vamos a exportar petróleo al extranjero”, y lo haga como si se tratara de que mañana va a cerrar su puesto de aguas de frutas.

Sobre todo, cuando —dice— el futuro del país lo tiene en sus manos y depende de sus decisiones, “pues en poco tiempo no solo será el presidente electo, sino que se convertirá en el presidente constitucional de México”.

“Lo más preocupante es la vaguedad con que ve las cosas, por eso es necesario que observe a su alrededor y analice si México da para tener una industria estatalizada, o si lo que se requiere es un modelo energético sumamente robusto y dinámico. Lo que es un hecho es que no podemos volver al binomio entre los empresarios mexicanos y Pemex, pues ya lo probamos y no nos funcionó”.