Las cifras dadas a conocer por Pemex son realmente impresionantes: diariamente se robaban mil 100 pipas, con 15 mil litros cada una. Al año, ese robo significaba una pérdida de alrededor de 60 mil millones de pesos. Naturalmente, un saqueo de esas dimensiones no puede atribuirse únicamente a las tomas clandestinas de los huachicoleros, quienes serían responsables solo de alrededor de 20 por ciento del robo de combustibles, mientras 80 por ciento correspondería a una red delincuencial en el interior de la paraestatal. Además, por supuesto, existe otra red más amplia que incluye las gasolineras, que constituyen el lado de la demanda, al abastecerse en el mercado negro y beneficiarse con el menor precio al que necesariamente tienen que vender los macrohuachicoleros el producto sustraído de Pemex. Y aquí hay que mencionar que seguramente será posible descubrir qué gasolineras en particular se han estado abasteciendo de combustibles robados. Por lo pronto ya se ha retirado la concesión a 17 gasolineras en el país, principalmente en Tamaulipas.

Desde luego que cualquiera podía llegar a esa conclusión sobre la necesaria complicidad de funcionarios y trabajadores, así como de las gasolineras, pero un asunto distinto es identificar a los protagonistas de lo que seguramente es uno de los robos más cuantiosos en la historia de México y aun del mundo. Estas dimensiones también mueven a preocupación, pues reducir o liquidar ganancias tan extraordinarias, pueden desatar una ola de violencia. En ese panorama parece acertado el despliegue de militares en los puntos estratégicos de la paraestatal, como las refinerías y las terminales de almacenaje.

Y precisamente por esos riesgos, es importante el papel de los medios de comunicación, pues, como es sabido, la estrategia de combate al huachicoleo, al cerrar algunos ductos y sustituir la distribución por medio de pipas, ha determinado la escasez de gasolinas y diésel en algunos estados. Por supuesto, esa escasez ha provocado molestia y hasta desesperación entre la población afectada. Sin embargo, ha sido tal el escándalo que tanto los medios como algunos políticos panistas y de otros partidos han creado, que suscitaron compras de pánico en otras regiones del país, como Ciudad de México, que no padecían la escasez, pero que, al abarrotar súbitamente las gasolineras, provocaron el cierre de algunas, que en principio no tendrían problema para surtir una demanda normal.

De cualquier manera, es importante que se detenga ese saqueo a la nación, y en ese sentido tanto los políticos como los medios tendrían que mantener una actitud más constructiva en favor de los intereses de México. Sobre todo, porque el petróleo y el gas constituyen el más importante recurso natural del país. No puede, entonces, permitirse el multimillonario robo a Pemex y es necesaria la cooperación o por lo menos la comprensión de la población, a fin de combatir el delito, así como impedir un estallido de violencia protagonizada por los perdedores de tales ganancias.