BELLAS ARTES

Comedia dramática del experimentado realizador y guionista estadounidense Peter Farrelly, quien sobre todo ha fincado su prestigio con un puñado de exitosas comedias de más bien desigual factura, Green book (EUA, 2018) resulta ser un giro interesante y hasta alentador en su carrera. También un éxito de taquilla y con opiniones diversas por parte de la crítica, reconstruye la supuesta estrecha relación entre el dotado pianista y compositor afroamericano Don Shirley (Pensacola, 1927-Nueva York, 2013) y el entonces guardaespaldas italoamericano del Copacabana de Nueva York, Tony Vallelonga (Beaver Falls, 1930-Teanek, 2013). Bien recibida en festivales de abolengo como el de Toronto, Una amistad sin fronteras, como se ha presentado en los países hispanoamericanos, aborda el severo racismo que hacia principios de la década de los sesenta todavía se manifestaba con rudeza sobre todo en las entidades más conservadoras del sur de Estados Unidos, en una época en que precisamente se editaba la conocida guía de viajes Green book para que la gente de color supiera dónde sí podía, sin ignominiosos problemas de exclusión, hospedarse, comer y divertirse.

Algo edulcorada la historia por uno de los hijos de Vallelonga que como su padre también se dedicó al cine sobre todo como actor secundario en películas sobre la mafia, Nick Vallelonga escribió el guion junto con Brian Hayes Currie; el propio Farrelly, y la familia del mismo Shirley han salido a desmentir que dicha amistad haya sido tan intensa como duradera. Pero como los italianos dicen Se non è vero, è ben trovato, lo cierto es que los autores del libro cinematográfico se tomaron toda clase de libertades para crear un largometraje de ficción que si bien se inspira en personajes, hechos y circunstancias reales, apenas sirvieron de caldo de cultivo para incidir en una aberrante realidad de discriminación racial y xenófoba que lejos está de haberse superado en Estados Unidos y otros muchos países como el nuestro. Se trata de una deuda todavía pendiente, incluso recrudecida cuando el actual gobierno norteamericano se ha manifestado abiertamente racista y con él se han exacerbado los ánimos segregacionistas de una amplia población todavía pacata y oscurantista.

 

Nos enseña de lo que es capaz el ser humano

Protagonizada por Viggo Mortensen y Mahershala Ali en extraordinario mano a mano, si bien el trabajo del primero adolece a veces de ciertos rasgos innecesariamente estereotipados, Green book apuesta por retratar una conmovedora amistad que en esfuerzo mutuo de los implicados saca lo mejor de ellos y nos permite suponer que toda diferencia es factible de saldar, si hay voluntad y afecto sincero. Y en este contraste que el arte suele marcar con la realidad a la que no está obligado a mostrar de cuerpo entero, porque de eso se suelen ocupar otras materias como la periodística, Farrelly y sus aquí cómplices se arriesgan a enseñarnos de lo que es capaz el ser humano en su mejor e ideal versión, porque la creación también aspira a volver al orden lo que es caos y por lo mismo contrastar severamente muchas veces con una realidad más cruel e inhóspita. En este sentido, la relación de Shirley y Vallelonga —sobre todo después del sorprendente cambio del segundo— disiente con cuanto pasa a su alrededor y domina el panorama, donde prevalecen la discriminación y el cinismo, el abuso usufructuario y la perversidad, la ignominia y el chantaje.

Si la premisa puede sonar anticuada, también es verdad que Farrelly siempre está consciente de dónde se está moviendo y lo que pretende, y lo hace a través de un documento honesto y con innegables hallazgos estéticos a los que generosamente abonan una hermosa fotografía de Sean Porter y un cuidado montaje de Patrick J. Don Vito. Green Book es entonces una encantadora mezcla de alentador testimonio y road movie que en su hondo sentido humano —no exento de inspirado humor crítico— atestigua uno de sus mejores atributos. El experimentado realizador sorprende así con un equilibrado juego de géneros y un frenético ritmo en esta historia de dos polos opuestos que acaban aprendiendo lecciones vitales de la persona que menos esperaban, en el entendido de que la vida misma suele ser siempre una caja de Pandora.

 

No todo está perdido

Sin ser tampoco la gran película, ni mucho menos, este Green book, de Peter Farrelly, se deja ver con gusto y nos deja una grata lección de vida de frente a la adversidad. Lejos de que en la realidad pueda comprobarse siempre que las buenas intenciones logren su cometido. Una amistad sin fronteras pareciera querernos decir que no todo está perdido de frente a esta condición nuestra plagada de toda clase de contrastes y paradojas, de las empresas más sublimes pero también de las acciones más rastreras y denigrantes porque, como decían los románticos, somos capaces de los actos más sublimes, pero de igual modo de los más grotescos.