¿Cómo se puede enseñar a escribir una novela? En la segunda parte de los años sesenta, cuando empecé a escribir cuentos, no sabía que podía haber reuniones para discutir estos temas y, además, eran muy escasas. Más tarde me enteraría que Juan José Arreola recibía en su casa de la colonia Cuauhtémoc a jóvenes escritores para ver y discutir sus textos. Estas tertulias literarias se dieron, en la ciudad de México, desde la Nueva España. Pero en los años sesenta fue Arreola quien las instauró notablemente.

Me di a la tarea de leer, investigar por mi cuenta el tipo de literatura que yo admiraba (la europea), por lo menos en lo que iba descubriendo en aquellos años juveniles. Se dio la gran casualidad, como he contado antes, de que en el Politécnico, donde estudiaba, invitaron a Arreola a dar un taller de creación literaria. No duró mucho tiempo.

Sin embargo, transcurrieron varios años antes de que me hiciera la gran pregunta: ¿cómo enseñar a escribir un cuento y —muchos años después— una novela?

Además de estudios propiamente, existen libros sobre cómo escribir guiones de cine, televisión y, claro, libros sobre dramaturgia (teatro). Incluso para escribir cuentos de cierto tipo: policiaco, por ejemplo. Pero cómo escribir novela, no he encontrado tantos, a menos de que sean más bien académicos o bien libros poco o nada recomendables. Cierto, tenemos algunos títulos valiosos, como: Cartas a un joven novelista, de Mario Vargas Llosa, Confesiones de un joven novelista, de Umberto Eco y El arte de la novela y El telón, de Milán Kundera. Ninguno de estos libros es un manual para seguir los pasos trazados y tener, al final, una novela. Son libros de estudio de textos escogidos, reflexiones de acuerdo con las experiencias profesionales de los autores, sobre la materia, pero, lo fundamental, desde el punto de vista de un escritor.

 

Maneras de crear una novela

El caso de Umberto Eco, empezó tarde como novelista (era un académico destacado), a los cincuenta años, con su novela El nombre de la rosa. Había estudiado los temas que la propiciaron, la novela policíaca, lo medieval. “…mi tesis doctoral versaba sobre estética medieval…” —escribió Eco. “Con el paso de los años, visité un montón de abadías románticas, catedrales góticas… Cuando decidí escribir la novela, fue como abrir un gran armario donde había estado amontonando mis archivos medievales durante décadas. Todo ese material estaba a mis pies, y yo no tenía más que seleccionar lo que necesitaba.” La moraleja es que el escritor escribe, en primer lugar, de lo que tiene cerca.

La cultura de novelista de Mario Vargas Llosa lo hizo opinar: “Como en casi todas las novelas de Robbe-Grillet, en La jalousie no hay propiamente una historia, no por lo menos como se entendía a la manera tradicional —un argumento con principio, desarrollo y conclusión—, sino más bien, los indicios o síntomas de una historia que desconocemos y que estamos obligados a reconstituir como los arqueólogos…”. “De manera que podemos decir que las novelas de Robbe-Grillet están, todas, concebidas a partir de datos escondidos”.

“Fielding fue uno de los primeros novelistas capaces de pensar una poética de la novela” —nos explica Milán Kundera—, “cada una de las dieciocho partes de Tom Jones empieza con una capítulo dedicado a una especie de teoría de la novela (teoría ágil y placentera; porque así es como teoriza un novelista: conservando celosamente su propio lenguaje, huyendo como de la peste de la jerga de los eruditos)”.

 

La novela es la narración de una determinada historia. El problema para un escritor es cómo escribir sus historias, cómo escribir la historia que pasa por su mente en el papel o en la pantalla del ordenador.

 

Las dos últimas líneas de Kundera son uno de los epígrafes de mi texto Aprendiz de novelista, apuntes para enseñar, hasta donde es posible, cómo se escribe este género de una manera muy sencilla. Sin la profundidad de los libros citados antes, fue resultado, en una parte, de un curso abierto al público que impartí en la Escuela de Escritores de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México) en 2002 —ahora vuelvo a impartir esta clase allí.

La novela es la narración de una determinada historia. El problema para un escritor es cómo escribir sus historias, cómo escribir la historia que pasa por su mente en el papel o en la pantalla del ordenador. Esto nos recuerda que las historias son, en primer lugar, lenguaje. En este caso nos interesa el lenguaje escrito, que viene del hablado, pero el primero es fundamental para la novela, ya que esta es escrita y luego impresa. El cine, la televisión y el teatro poseen un lenguaje propio cada uno de ellos; es necesario ubicarlos en sus propias características y necesidades. El lugar común de estos géneros, sin embargo, es narrar una historia. De una u otra manera, se trata de desarrollar una historia, con sus personajes y cómo se comportan entre sí, hasta su desenlace.

De este modo, se llega a la conclusión, no por sabida menos importante: no hay una sola manera de escribir una novela, hay tantas como escritores de talento existen. Esto significa que cada autor deberá llegar a su propia novela, a su personal forma de tratar el texto novelístico.

 

La forma como guía

Existen formas de novela más susceptibles de ser estudiadas y tomadas como guía con más o menos fortuna. No hablo de imitarlas sino tan solo de tomarlas como una guía, una luz en el camino. Pienso en la policíaca y, a partir de esta, la novela negra. Las he tomado para poner algunos ejemplos de acción, creación de personajes y desarrollo de situaciones. Esto es una bondad de los géneros populares. Se puede decir que hay una “fórmula” que les da origen. Es su bondad y su debilidad. Esta última se da por su condición de repetición. A algunos autores de estas novelas se les da, no obstante, una novela con originalidad, conseguida por la capacidad del escritor.

En suma, encontramos un aspecto que se puede enseñar y aprender con cierto método: El oficio de escritor, el oficio de escribir el género novelístico: los rudimentos necesarios grosso modo para narrar una historia, desde un punto de vista moderno, contemporáneo.