MESITA DE NOCHE

 

Una mirada a… En el camino

La de Jack Kerouac fue una vida corta (12 de marzo de 1922-15 de octubre de 1969), pero su narrativa lo colocó a la cabeza de la generación beat que él mismo bautizó y mostró en sus novelas, que acostumbraba plasmar en un rollo sinfín, buscando la escritura espontánea. Puso en papel de manera explícita las costumbres en el consumo de drogas y alcohol, y las prácticas sexuales de los años cincuenta. Transcribo las primeras líneas de En el camino (Anagrama, traducción de Martín Lendínez).

Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar, exceptuando que tenía algo que ver con la casi insoportable separación y con mi sensación de que todo había muerto. Con la aparición de Dean Moriarty empezó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera. Antes de eso había fracasado con cierta frecuencia en ir al oeste para ver el país, siempre planeándolo vagamente y sin llevarlo a cabo nunca. Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino de Los Ángeles. Las primeras noticias suyas me llegaron a través de Chad King, que me enseñó unas cuantas cartas que Dean había escrito desde un reformatorio de Nuevo México. Las cartas me interesaron tremendamente porque en ellas, y de modo ingenuo y simpático, le pedía a Chad que le enseñara todo lo posible sobre Nietzche y demás cosas maravillosas intelectuales que Chad sabía […]

Un día yo andaba por el campus y Chad y Tim Gray me dijeron que Dean estaba en una habitación de mala muerte del este de Harlem, el Harlem español. Había llegado la noche antes, era la primera vez que venía a Nueva York, con su guapa y menuda Marylou; se apearon del autobús Greyhound en la calle Cincuenta y doblaron la esquina buscando un sitio donde comer y se encontraron con la cafetería de Héctor, y desde entonces la cafetería de Héctor siempre ha sido para Dean un gran símbolo de Nueva York […]

 Fui a un cuchitril con varios amigos, y Dean salió a abrirnos en calzoncillos […] Mi primera impresión de Dean fue la de un Gene Autry joven —buen tipo, escurrido de caderas, ojos azules, auténtico acento de Oklahoma—, un héroe con grandes patillas del nevado Oeste. De hecho, había estado trabajando en un rancho, el de Ed Wall, en Colorado, justo antes de casarse con Marylou. Marylou era una rubia bastante guapa con muchos rizos parecidos a un mar de oro; estaba sentada allí, en el borde de la cama con las manos colgando en el regazo y los grandes ojos campesinos azules abiertos de par en par, porque estaba en una maldita habitación gris de Nueva York de aquellas de las que había oído hablar en el oeste y esperaba como una de las mujeres surrealistas delgadas y alargadas de Modigliani en un sitio muy serio […]

 

Novedades en la mesa

Un episodio de infidelidad trastoca la vida de Irene Wagner al ser descubierta por una chantajista, en la novela Miedo (Acantilado) de Stefan Zweig.