Recientemente, se debate el tema de un memorándum que el Presidente de la República dirigió a tres de sus colaboradores para cumplir con las disposiciones expresadas en la reforma educativa que impulsó el anterior gobierno de perfil neoliberal. El neoliberalismo es una ideología que impone su proyecto económico y político a contenidos y estrategias de enseñanza en todos los niveles de la educación en México. Esa fue la tónica que caracterizó a los gobiernos anteriores al que hoy encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Andrés Manuel no pretende que el sistema de evaluación educativa sea persecutorio de los maestros, que deben ser los principales protagonistas en el diseño y evaluación educativa. Tampoco acepta que las plazas de profesores sean determinadas por alguna organización sindical en su ocupación.
No está con el paradigma de la globalización a ultranza y desgastante del sistema capitalista salvaje como criterio fundamental de contenidos y planes de estudio en estructuras curriculares. Sí cree que hay que fortalecer las currículas con una mayor formación en actividades cívicas, en filosofía, en humanidades. El cambio es claro. No sólo el paradigma de las matemáticas y la escritura es la clave para la formación integral de la persona.
La educación se valora en su prospectiva holística de un ser, de una persona con potencialidades civilizatorias de interactuar con la sociedad de manera armónica y conservar la naturaleza como espacio vital de su existencia. Son dos ejes principales en los que se debe leer el memorándum del Presidente hacia sus colaboradores, donde queda claro que se cuestiona la fórmula condicionada en las leyes de coordinación fiscal y del Servicio Profesional Docente que determinan los movimientos laborales de profesores y directivos escolares enlazados a un sistema de evaluación que al final condiciona discrecionalmente la promoción docente.
La visión del presidente López Obrador respecto a la educación, es una alejada de lo que impuso el neoliberalismo.
Al mismo tiempo, voces críticas analizan una decisión administrativa desde la perspectiva de su apego a la Constitución. Apelan al sistema democrático de derecho que en su concepción se aferra a permanecer como mecanismo conservador sin dar opciones a otra interpretación de la ciencia jurídica que permite el análisis sobre la actualidad de disposiciones constitucionales y legales.
Es una especie de élite que no acepta que una sociedad se transforma constantemente, que no comprende que hay una dinámica orientada a crear un nuevo régimen político que adecua formas de gobierno y la administración pública cuyo funcionamiento no pasa necesariamente por la premisa de que en cada dependencia del sector público exista un juzgado para predeterminar procesos administrativos.
Circulares, oficios, memorándums, informes, instrucciones, acuerdos, solicitudes, aprobaciones, ejercicios presupuestales son instrumentos cotidianos del proceso administrativo que los abogados no entienden y piensan que en todo espacio de intervención humana debe existir un juzgado para operar. Imaginemos ese ideal de los abogados y cómo se desenvolvería en la realidad. La burocracia no podría con las cargas. Todos los funcionarios públicos deberían ser abogados. Ese mundo feliz de los abogados no podría existir, de ahí que no comprendan la trascendencia del cambio del memorándum presidencial como instrumento de transformación nacional.
@Bonifaz49