Este año se cumplen cinco siglos del arribo de Hernán Cortés a las que hoy son tierras mexicanas. Figura polémica, con frecuencia se le compara con Fray Bartolomé de Las Casas, con ánimo de dejarlo en el olvido y exaltar la memoria del segundo, que también fue conquistador que, a resultas de sus remordimientos, se convirtió a clérigo dominico. No obstante esta polarización para la visión profética y milenarista de la historia ambos fueron leales colaboradores de la misma empresa.

Para bien y para mal, Cortés y Las Casas son víctimas del enfoque de la historia que se construyó a través de crónicas verificables y relatos fantásticos y variopintos, con secuelas anímicas hasta nuestros días. Cortés, como militar, fue brillante para unos y desalmado para otros. Por su parte, el fraile dominico goza de prestigio como abogado de los naturales de América aunque, paradójicamente, promovió la esclavitud de los negros y ofreció a España la prueba para legitimar sus conquistas en la histórica Controversia de Valladolid.

Estos dos personajes, que con el correr del tiempo serían “españoles indianizados”, ofrecen relevantes destellos de la imagen del mundo de entonces, así como de los aciertos, errores y contradicciones en que incurrieron en sus respectivas experiencias de conquista. Hombres de acción, Cortés con la espada y Las Casas con la cruz, sus trayectorias aportan a un mejor entendimiento del desarrollo de las ideas que habrían de dar forma al hombre americano en el imaginario colectivo europeo.

 

Sus trayectorias aportan a un mejor entendimiento del desarrollo de las ideas que habrían de dar forma al hombre americano en el imaginario colectivo europeo.

 

El brutal choque de los dos mundos, daría también nuevo rostro a la geografía universal y propiciaría la evolución de las ideas políticas y del derecho de gentes, hasta culminar con la necesaria emancipación de América y su abrazo a las ideas liberales.

Un capitán y un religioso, ambos conquistadores tardo medievales, imbuidos del espíritu ibérico de reconquista, rompieron con los viejos paradigmas de cultura, tiempo y espacio que estructuraban el pensamiento occidental de la época que les tocó vivir. Por ello, el estudio de su obra adquiere especial interés cuando se trata de conocer sus impresiones sobre los acontecimientos en el orbe indiano, así como la dolorosa experiencia de los pueblos originarios, recuperada magistralmente por Miguel León Portilla en su Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista.

En 2013 se publicó mi libro Hernán Cortés y Bartolomé de Las Casas; por un México reconciliado (Universidad Autónoma de Ciudad Juárez). De ese texto, recupero la idea de que el tiempo es propicio para estudiar a Cortés y Las Casas como gestores de una sociedad diferente, que a partir de entonces es orgullosamente mestiza. Cierto, los excesos de la conquista militar, llena de crueldad y abusos, nos obligan hoy a seguir pensando en la naturaleza de aquellos eventos fundacionales de México, que nos incorporaron a la vorágine del mundo occidental y hoy señalan la tarea de consolidarnos como nación liberal, independiente, justa y soberana.