Estuvimos seis años en la lucha sistemática, permanente y no nos vamos a doblegar por tiempos fatales, no está en nuestro discurso los tiempos fatales. Esperamos que tengan la posibilidad de hacer las modificaciones que estamos solicitando para discutir lo de la CNTE.

Enrique Enríquez Ibarra, secretario general de la sección IX de la CNTE (en la CDMX)

 

La justicia está por encima de todo. Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan en favor de la justicia.

Andrés Manuel López Obrador

 

El presidente López Obrador tiene prisa, quiere que su gobierno arroje logros a la brevedad y que sean contundentes. Ya decretó el fin de la etapa neoliberal y de la corrupción gubernamental, desde su perspectiva ya no existen. Pero en la vida social y política regular los propósitos de cambio no se dan rápido, requieren de tiempo para madurar y penetrar en la práctica de las instituciones. Las tradiciones se defienden de los embates que vienen de fuera.

Fue el caso de la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto que, a pesar de contar con aprobación popular, se enfrentó a la tradición del corporativismo magisterial y seis años no le bastaron para fincar bases sólidas, excepto la centralización del pago de la nómina y el Sistema nacional de información y gestión educativa. Dinero e información, los cimientos del poder.

Y lo mismo pasará con los cambios, o no cambios, que quiere el presidente López Obrador. No habrá resultados inmediatos y menos porque se metió en una trampa y con él a todo su gobierno: hizo propio el discurso de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

La Coordinadora tiene una estrategia de combate: movilización-negociación-movilización. Le ha dado resultado por décadas y no la abandona. Además, construyó un discurso donde la organización y sus líderes son las víctimas. La CNTE obtuvo ganancias para los maestros de base, sus líderes se legitimaron ante ellos. Pero en su carrera desbocada dañaron a la educación y a los niños en los estados donde son mayoría.

En su oratoria los maestros son buenos, abnegados y pobres. Son perjudicados —y sus caídos, mártires— de un sistema injusto que los evalúa y les arrebata a los normalistas el derecho al trabajo. La reforma de Peña Nieto fue un atentado contra el magisterio.

El presidente López Obrador cazó ese mensaje. Lo hizo el centro de su política: “no más daño a los maestros”, “no más evaluación”. A comienzos de este mes, en una gira por Campeche, el presidente López Obrador refrendó su propuesta: “Se supone que quien ya estudió en una normal y que da clases, ya está capacitado…”.

Además, dictó un ultimátum que parecía destinado a la Coordinadora, pero en realidad muestra que quiere gobernar por decreto. Declaró: “Ya se envió una iniciativa de ley de reforma a la Constitución, pero hay grupos del magisterio que no ven con buenos ojos la propuesta… pero si se tarda mucho y no hay acuerdo voy a sacar un decreto abrogando, quitando la mal llamada reforma educativa”. ¡Preocupante! Además, el diálogo no es con todos, es con liderazgos de la CNTE.

El presidente se desespera, a pesar de sus ofertas a la Coordinadora, ésta se obstina y no da su brazo a torcer. No obstante, se aplicó, elaboró un memorándum para sobreseer el mandato de la Constitución.

AMLO es consecuente. Ordenó a sus secretarios de Gobernación, de Hacienda y de Educación Pública que: “en tanto se alcanza un entendimiento con maestros y padres de familia sobre los cambios constitucionales requeridos y las leyes reglamentarias que deben ser modificadas o, en su caso, abrogadas, y con base en las facultades que me confiere el cargo que detento, me permito presentar a ustedes los siguientes lineamientos y directivas”.

En la directiva c) apunta en lo que no está dispuesto a ceder, la centralización de la nómina y que el control de las plazas lo mantenga la Secretaría de Educación Pública. Incluso habla de corruptelas y aviadores. Apuntó que la educación pública se federalizará. Este punto, desde la perspectiva de la Coordinadora, viola la promesa de campaña. No importa que libere a sus presos, recontrate a maestros cesados y conceda que las movilizaciones de la CNTE son pacíficas.

Las críticas al memorándum no se hicieron esperar. Juristas destacados, académicos y periodistas apuntaron la inconstitucionalidad de la orden ejecutiva; incluso apuntaron que los subordinados del presidente no están obligados a obedecerla, es más que deben rechazada por estar en contra de las leyes.

Sin embargo, tras nueve horas de reunión en la SEP el lunes 22, la controversia con la CNTE continuaba.  El secretario Esteban Moctezuma afirmó que “las plazas son del Estado mexicano, son algo muy importante”. Pero la CNTE insiste que quiere que en la Carta Magna insistió en que la asignación y control de plaza sea con base en el apartado “B” del artículo 123. Es decir, dónde tengan la posibilidad de recolonizar el gobierno y el control de la educación básica en sus territorios.

Y el gobierno de la Cuarta Transformación encontró la fórmula: dobló a las bancadas del Partido Revolucionario Institucional, del Partido de la Revolución Democrática y de Movimiento Ciudadano para aprobar el fin de la reforma educativa de Peña Nieto, no su abrogación. La CNTE alcanzó un triunfo: las relaciones laborales de los maestros se regirán por el apartado “B” del artículo 123, mientras que el ingreso y la promoción se tutelarán por una ley secundaria (cuya aprobación no necesita de mayoría calificada) donde cabrá la posibilidad de regresar al estado anterior a la reforma y, si bien no de inmediato, existe la eventualidad de que se repatríen la herencia y venta de plazas.

 

La lucha de la CNTE continuará, pues tiene como aliado al discurso de López Obrador de que entre la ley y la justicia hay que optar por la segunda.

 

La contrarreforma mantiene la centralización del pago de la nómina, pero regresa el control administrativo a los estados, la federalización que anuncia el memorándum no se dará, al menos no en este año. Las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, no nada más la CNTE, coronarán sus esfuerzos, no como antes, pero recuperarán algo de su manga ancha.

Se abroga la Ley del Servicio Profesional Docente, con lo cual —con tono dramático, pero no alejada del todo de la realidad— afirmaron Carlos Marín y Héctor de Mauléon: “La niñez mexicana se jodió”. Los fieles del SNTE volverán a ser gobierno y el gobierno legítimo quedará prisionero del discurso de la CNTE, encerrado en una jaula de hierro burocrática (Max Weber dixit) donde la educación será lo menos importante. Con la 4T se anula un organismo autónomo, el INEE desaparece.

La aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto de contrarreforma, en la madrugada del jueves 25, abre la puerta para que el memorándum del presidente se transforme en el eje de la política educativa.

No obstante, a pesar de su victoria, incluso ideológica, la CNTE no abandona su estrategia ni su discurso. Los líderes de la sección 22 mencionan que es incompleta; empero vislumbran la reconquista del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. La contienda por la educación continuará ya que para la Coordinadora su lucha es justa y, como lo recomendó el presidente, no harán caso de la ley.

La contrarreforma de Andrés Manuel López Obrador contiene ciertos activos, no lo niego. El presidente quiere entregar buenas cuentas –al menos al magisterio–, pero en educación no pueden esperarse resultados en lapsos cortos. Hay que armarse de paciencia, pero el presidente se impacienta y la impaciencia es mala consejera.