De la traducción de Cyetano Cantú, para Cavafis, en la ccolección Material de Lectura de la UNAM, trasncribo cuatro poemas de Constantino Cavafis (Alejandría, 29 de abril de 1863- 29 de abril de 1933).

 

La ciudad

Dijiste:

“Iré a otro país, veré otras playas;

buscaré una ciudad mejor que ésta.

Todos mis esfuerzos son fracasos

y mi corazón, como muerto, está enterrado.

¿Por cuánto tiempo más estaré contemplando estos despojos?

A donde vuelvo la mirada,

veo sólo las negras ruinas de mi vida,

aquí, donde tantos años pasé, destruí y perdí.”

 

No encontrarás otro país ni otras playas,

llevarás por doquier y a cuestas tu ciudad;

caminarás las mismas calles,

envejecerás en los mismos suburbios,

encanecerás en las mismas casas.

Siempre llegarás a esta ciudad:

no esperes otra,

no hay barco ni camino para ti.

Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra,

la has destrozado en todo el universo.

 

Idus de marzo

Teme, alma, las grandezas,

y si no puedes doblegar tus ambiciones,

al menos persíguelas con cautela, recelosamente,

y, a medida que avances, vuélvete precavida, conócete.

 

Y cuando al fin alcances tu meta, César,

cuando seas famoso,

ten especial cuidado al salir a la calle,

notorio por tu séquito y tu fama;

si por suerte algún Artemidoro, desde la muchedumbre

se acercara trayéndote una carta y te dijera:

“lee esto al instante, contiene asuntos graves

que te conciernen”,

no dudes y detente, relega toda conversación y asunto,

aléjate de la gente que ante ti se postra

(los verás más tarde), que hasta el mismo senado espere,

y sin tardanza lee el mensaje que trae Artemidoro.

 

Itaca

Cuando emprendas el viaje hacia Itaca,

ruega que tu camino sea largo

y rico en aventuras y descubrimientos.

No temas a lestrigones, a cíclopes o al fiero Poseidón;

no los encontrarás en tu camino

si mantienes en alto tu ideal,

si tu cuerpo y alma se conservan puros.

Nunca verás los lestrigones, los cíclopes o a Poseidón,

si de ti no provienen,

si tu alma no los imagina.

 

Ruega que tu camino sea largo,

que sean muchas las mañanas de verano,

cuando, con placer, llegues a puertos

que descubras por primera vez.

Ancla en mercados fenicios y compra cosas bellas:

madreperla, coral, ámbar, ébano

y voluptuosos perfumes de todas clases.

Compra todos los aromas sensuales que puedas;

ve a las ciudades egipcias y aprende de los sabios.

 

Siempre ten a Itaca en tu mente;

llegar allí es tu meta; pero no apresures el viaje.

Es mejor que dure mucho,

mejor anclar cuando estés viejo.

Pleno con la experiencia del viaje

no esperes la riqueza de Itaca.

Itaca te ha dado un bello viaje.

Sin ella nunca lo hubieras emprendido;

pero no tiene más que ofrecerte,

y si la encuentras pobre, Itaca no te defraudó.

 

Con la sabiduría ganada, con tanta experiencia,

habrás comprendido lo que las itacas significan.

 

Regresa

Regresa con frecuencia y tómame,

amada sensación; regresa y tómame.

Cuando despierte el recuerdo en mi cuerpo,

y el antiguo deseo me recorra la sangre;

cuando los labios y la piel recuerden

y sienta aquellas manos que aún me tocan,

regresa con frecuencia, y tómame en la noche

cuando los labios y la piel recuerdan.

 

Novedades en la mesa

En los doce inquietantes cuentos de Días temibles (Anagrama), la polémica autora norteamericana A. M. Homes disecciona a la sociedad norteamericana, sus vicios y transgresiones.