La ignorancia es la madre de todas las declaraciones erráticas, posturas políticas equívocas e interpretaciones falsas de la historia. Respecto a la historia de México y de España el caso se amplifica, porque llega a profundidades insondables de los mexicanos. Hemos sido mal educados por el Estado, que ha obedecido a una postura demagógica (censura oficial), desde el siglo XIX y, acentuadamente, en la posrevolución. Nos han obligado a aprender de memoria, desde la SEP, una historia superficial, dirigida a mostrar una faceta de la historia con algunos elementos elegidos y ordenados para dar un significado que les conviene. Esto mismo lo hicieron lo mexicas (aztecas) en su momento. Destruyeron los códices de su historia y se dieron a la tarea de crear unos nuevos acordes con la grandeza de su imperio. Como lo sabemos por serios estudiosos nacionales (José Luis Martínez, Miguel León Portilla, etc.) e internacionales (Hugh Thomas, Jacques Lafaye, etc.), los mexicas eran un imperio que avasallaba a las naciones vecinas, les imponía impuestos graves, reclutaba esclavos y se llevaba a los mejores jóvenes para sacrificarlos a sus dioses y, se sabe aunque no se dice, luego se los comían. Por esto, ¿el actual gobierno no irá a pedir perdón a los pueblos indios agredidas por los aztecas?
Por razones como estas eran odiados por sus vecinos. Cuando estos últimos vieron la oportunidad de unirse con los recién llegados para atacar al imperio mexica lo hicieron, no sin antes luchar en contra de los extraños y ser vencidos. No hubo traición. ¿Traición a quién o a qué? Aquello no era un país. Eran muchos pueblos, independientes, unos de otros, competidores entre sí por supervivencia y por la hegemonía de la región.
Algunas personas dominadas por la ignorancia y el odio suponen (falsamente) que la Corona Española invadió a México. México no existía. A menos que piensen que el imperio azteca era México y después de la Independencia continuamos siendo aztecas. Pero, ¿las otras naciones indias, qué eran entonces, “gringas”? Y tampoco fue la Corona Española. Los conquistadores eran individuos voluntariosos que armaban sus pequeños ejércitos con su propia fortuna. Como lo hizo Hernán Cortés.
La superficialidad suele ser el principio y fin para hacer las cosas fáciles, con un sentido determinado. La superficialidad, es cierto, es la trivialidad del mal. La que lo hace normal. La enseñanza mal entendida puede ser la fabricación de historias ad hoc, según los objetivos e intereses de los dirigentes de una nación. Como es el caso de México.
El presidente quiere que la Corona Española se declare culpable y pida perdón a los indios de Mesoamérica. Por supuesto, lo rechazaron tajantemente. La reconciliación ya se suscribió por ambas partes en 1836. La Conquista fue resultado, más allá de la audacia de los conquistadores que buscaban fortuna y gloria, del descubrimiento de nuevas rutas que los llevaron a un nuevo continente. Un signo del Renacimiento.
A la llegada de los españoles, los indios de entonces no desaparecieron, como sí ocurrió en otras latitudes donde arribaron de otros reinos. Hernán Cortés no venía al frente del ejército de la Corona Española, venía con unos cuantos cientos de paisanos, 300, tal vez 500. Y con ellos venció ejércitos de docenas de miles de “naturales”. Aquí es donde entraron en acción los ejércitos de otras naciones indias, no solo de los tlaxcaltecas, que, como dije, sufrían el salvajismo de los mexicas o aztecas. Bernal Díaz del Castillo, en su inconmensurable obra, La verdadera historia de la conquista de Nueva España, recuerda que cuando doblegaron finalmente a los defensores de Tenochtitlán, sus aliados indios pidieron permiso para comerse a algunos de los contrarios caídos, como aquellos lo hicieron antes con los suyos. No había qué comer, ni para unos ni para otros. De modo que, sin consentirlo, los españoles se hicieron a un lado.
En 1521 hubo indios vencidos y vencedores. Los mexicas o aztecas eran enemigos de los tlaxcaltecas, purépechas, mayas, y muchas otras naciones mesoaméricanas.
Me pregunto: los indios de México que se conservan como tales, que son una minoría, ¿sabrán que el presidente de México, que es mestizo, está hablando por ellos? Porque los mexicanos, como nación, no somos indios, tampoco españoles, esto se sabe desde el otro día de la Conquista, hace casi 500 años. Por eso se hizo la guerra de Independencia. Y la hicieron los españoles de América, es decir, los criollos, con el apoyo de los mestizos e indios.
El presidente quiere que la Corona Española se declare culpable y pida perdón a los indios de Mesoamérica. Por supuesto, lo rechazaron tajantemente.
Los indios que no se han difuminado en el mestizaje, fenómeno que se ha dado en México como en ninguna parte (propiciado por los españoles a partir del siglo XVI), son mexicanos y deben ser tratados con las mismas reglas que los demás. Igualmente los españoles —si no somos racistas y xenófobos— que llegaron y se asentaron en estas tierras, fundaron familias, trabajaron la tierra, crearon pequeños y grandes negocios, iglesias, escuelas, ranchos, caseríos, congregaciones, pueblos, ciudades y, finalmente, toda una nación, una vez fue Virreinato, no tan solo una Colonia: un reino llamado Nueva España que duró 300 años. Del mestizaje dado viene nuestra cultura actual, la música, la literatura, la pintura, la danza, la arquitectura, como en la metrópoli, entonces, ahora y siempre.
Esta nueva nación, Nueva España, que a partir de la Constitución de 1824 se llamó Estados Unidos Mexicanos, consolidó a un pueblo (los habitantes que pueblan una ciudad o nación) y una nueva nacionalidad en el concierto internacional.
En la exigencia del presidente se reconoce la pretensión de humillar a la Corona Española, lo que ya no viene a cuento. Ni ellos son los conquistadores, ni nosotros somos los aztecas. Mis antepasados, por ejemplo, vienen del Bajío, de familias españolas y mestizas desde hace 300 años por lo menos. No necesito tener sus actas de nacimiento o de bautismo, que sí tengo algunas; es por la cultura, la geografía, el tipo de rostro, pero más, por la lengua española, la psicología, el carácter, el sentido común, la religión —una concepción del mundo—, el alma —como le gusta decir al presidente—. En Guanajuato, hace 500 años, había chichimecas, otomíes, totonacas, purépechas, mixtecos, entre otros grupos enemigos a muerte de los aztecas. Entonces, ¿a nombre de quiénes está exigiendo perdón este gobierno? A nombre de la facción en el poder, en espera de obtener algún beneficio de dicha provocación. Y si no, ¿para qué lo hizo?