Aunque con Estados Unidos desde siempre (pero ahora con mayor razón cuando se encuentra al mando un personaje como Trump), pueden esperarse nuevos zarpazos y no hay ninguna seguridad de que los congresos de Estados Unidos y Canadá ratifiquen el acuerdo, la aprobación por  la Cámara de Senadores del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) es al mismo tiempo una buena y una mala noticia. Me explico. Como todo mundo sabe, el T-MEC es la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (el TLCAN), y este acuerdo dio paso a uno de los peores procesos que ha vivido la economía mexicana. Ciertamente, la dependencia de México respecto de la economía de Estados Unidos no se inicia con el TLCAN, pero, sin duda, a partir de 1994, cuando entra en vigencia, la dependencia se ha profundizado hasta niveles alarmantes y lo que es peor, se ha hecho difícilmente reversible.

Ya he mencionado en otras ocasiones que el Tratado fue impulsado por el gran capital financiero internacional, encabezado por Estados Unidos, como parte de una estrategia mundial para conseguir abatir las fronteras económicas, a través de las políticas neoliberales, con el fin de recuperar y aumentar su tasa de ganancia.

Para México, el TLCAN ha tenido, entre otras, tres consecuencias sumamente graves. La primera, es la orientación de la economía hacia el mercado exterior, en detrimento del mercado interno. La segunda, es la extranjerización de la planta productiva, pues los grandes montos de capital externo que han llegado al país, han determinado, en el caso de la inversión de cartera, es decir la dirigida al sector financiero, una gran vulnerabilidad ante las turbulencias y crisis en el sistema financiero internacional. Y en el caso de la inversión productiva, ha seguido dos caminos igualmente perjudiciales. O bien se ha dedicado a comprar empresas ya existentes, con lo cual no significa ni un impulso a la economía, ni tampoco avances tecnológicos o creación de nuevos empleos, o bien se ha dirigido a acaparar la explotación de los recursos naturales. En algunos ámbitos, como la Banca o el comercio, las empresas extranjeras se han convertido en dominantes y provocado o la expulsión o la quiebra de las empresas mexicanas.

Una tercera consecuencia, quizá la peor, es que tanto en la orientación de la economía hacia el mercado exterior, como en la atracción de la inversión foránea, el único argumento de competitividad de México ha sido la baratura de su fuerza de trabajo, lo que dicho de otra manera significa salarios de hambre para los trabajadores mexicanos.

El T-MEC, por lo tanto, como continuación –empeorada– del TLCAN, no significa ningún avance para la economía mexicana. Lo único que podría mencionarse como favorable es que, paradójicamente por exigencia de EU y Canadá, hubo que modificar  la malhadada Reforma Laboral propuesta al final del sexenio de Calderón y ratificada en el de Peña Nieto. Y hay que recordar que mientras los primeros negociadores mexicanos advirtieron que un alza de salarios en México era innegociable, al final con la incorporación del representante del actual gobierno, se aceptó esa posibilidad y también la modificación de la ley laboral.

Aunque el T-MEC no es un buen negocio para México, sin embargo, precisamente por la profundización de la dependencia y de la vulnerabilidad de México, los peligros de un rompimiento abrupto de los acuerdos de libre mercado con EU y Canadá, provocarían una crisis para nuestra economía, al propiciar una repentina fuga de capitales –tanto nacionales como extranjeros– una devaluación del peso y un aumento del déficit comercial en la balanza de pagos. Estos probables fenómenos, ya se sabe, terminan en la desestabilización de la economía, con el consiguiente descenso en la producción y el aumento del desempleo. Lo que sucede con el T-MEC es que el daño a México ya se realizó durante 25 años con el TLCAN, y si no se concreta el nuevo tratado, sólo se ocasionaría una aguda crisis, sin que se repare ninguno de los efectos del TLCAN. Por eso, la aprobación del Senado es una buena y una mala noticia al mismo tiempo.