Hija de misioneros estadounidenses, Pearl S. Buck (26 de junio de 1892-6 de marzo de 1973) llegó a China a los tres meses de nacida y vivió en ese país unos 40 años, en diferentes épocas. En 1938 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Se dice que fue ella la primera en dar a conocer con su obra el alma china a Occidente. Transcribo unas líneas de su primera novela, Viento del Este, viento del Oeste.

“Habla una mujer china.

A ti puedo hablarte, hermana, como a ninguna otra de mis verdaderas hermanas de raza. ¿Qué saben ellas de esos países lejanos donde vivió mi marido durante doce años? Tampoco podría hablar libremente a una de esas extranjeras que no comprenden a mi pueblo, ni las costumbres que hemos conservado desde los tiempos del antiguo imperio. Es cierto que tú perteneces a esas tierras donde mi marido estudió sus libros occidentales; pero no dejarás por eso de comprenderme. Te digo la verdad. Te he llamado hermana y te lo contaré todo.

Mis verdaderos padres, como sabes, vivieron durante cincuenta años en esta vieja ciudad del Reino Central.

Nunca se dejaron influir por tendencias modernas, ni concibieron el deseo de cambiar. Vivieron en paz, dignamente, satisfechos de su rectitud; y así me educaron, según las honorables tradiciones. Nunca se me ocurrió pensar que llegara un momento en que desease ser de otro modo. Sin reflexionar siquiera desdeñaba dedicarles un pensamiento. No tenía ningún deseo, y nada de lo que provenía de afuera me interesó jamás. Pero ahora ha llegado el día en que debo cambiar; miro a esas extrañas mujeres modernas con un interés que nace del deseo de convertirme en una de ellas; y esto, hermana, no es por mí, sino por amor a mi marido.

 

¡Él no me encuentra bonita! Ha navegado por los cuatro mares, ha visitado países lejanos; y en ellos aprendió a apreciar muchas cosas y costumbres nuevas.

Cuando cumplí los diez años dejé de ser una niña; mi madre, una mujer prudente y buena, me decía así:

—Una mujer debe guardar ante los hombres un florido silencio, procurando retirarse tan pronto como sea posible hacerlo sin pasar por torpe.

Estas palabras sonaban en mis oídos la primera vez que me encontré ante mi esposo. Incliné la cabeza, levantando las manos sin contestar a su discurso. ¡Pero temo que debió parecerle muy monótono mi silencio!

Cuando reflexiono sobre la manera de interesarle, de pronto toda mi inventiva me parece estéril, yerma como los arrozales después de la cosecha. Durante las horas que paso a solas, ocupada en bordar, pienso en muchas cosas bellas y delicadas que le diría. Por ejemplo, lo mucho que le quiero. No, tenlo en cuenta, con las expresiones groseras copiadas del Oeste rapaz, sino con expresiones veladas, como ésta:

—Mi señor, ¿has visto el amanecer esta mañana? Se hubiera dicho que la tierra saltaba al encuentro del sol. Al principio, todo era oscuridad; luego, surgió la luz como una nota musical. Mi señor, yo soy tu pobre tierra, que espera”.

 

Novedades en la mesa

La novela gráfica Matar al candidato (Sexto piso) escrita por BEF (Bernardo Fernández) e ilustrada por Francisco Haghenbeck es otra mirada al asesinato de Luis Donaldo Colosio para tratar de responder la pregunta de quién ordenó el magnicidio.