La literatura policiaca, los escritores que la escriben y los lectores que la leemos formamos una comunidad en eterno intercambio. Retomamos las viejas historias, a los legendarios investigadores y los reinstalamos en el presente para enfrentar los males modernos. Andrea Camilleri (6 de septiembre de 1925 – 17 de julio de 2019) escribió ríos de páginas a lo largo de 93 años, aunque su obra más popular es la de los últimos veinte, la serie policiaca protagonizada por el comisario Montalbano (guiño a Manuel Vázquez Montalbán y su detective Pepe Carvalo). “No me da miedo morir, simplemente me molesta sobremanera tener que dejar a las personas que más quiero”, escribió Camilleri en sus memorias. Uno de sus últimos libros fue el “western de la Cosa Nostra” La banda de los Sacco (Planeta), del que transcribo las primeras líneas.
“A mediados del siglo XIX, Luigi Sacco es tan sólo un muchacho espabilado y vivaz que trabaja como jornalero. Yendo de campo en campo consigue pequeños contratos en las tierras cercanas a Raffadali, su pueblo natal. Éstas son sus riquezas: la juventud, dos brazos fuertes y muchas ganas de trabajar. Por lo demás, le faltan hasta los zapatos.
Está muy enamorado de una bella muchacha, jornalera como él, llamada Antonina Randisi. Y ella también lo ama a él.
A los dos les encantaría casarse y tener hijos, pero no tienen dinero, casi no ganan lo suficiente para sobrevivir y las fuerzas apenas les llegan para trabajar de la mañana a la noche.
La vida del jornalero es muy dura.
En primer lugar, no es un trabajo estable, ni dura todo el año, sino que es una actividad temporal.
Es decir, que durante tres meses trabajas y entonces puedes comer media hogaza con una sardina, y durante tres meses no trabajas y lo único que comes –y eso si la suerte ayuda– es un mendrugo de pan seco con un poco de achicoria.
Cuando llega la época de la cosecha (los momentos del año en que se recogen las almendras, las habas, las aceitunas, las uvas o el trigo), los jornaleros se reúnen a las siete de la mañana en un sitio establecido, que en general es una plaza del pueblo, y allí esperan a los capataces, que, por encargo de los patrones, van a fari la chiurma, o sea, a reclutar a las personas, varones y mujeres, que se han congregado en el punto de encuentro para llevarlas a los campos.
La posibilidad de que te escojan depende totalmente del capataz, que no siempre elige a los jornaleros por lo buenos que son en su trabajo o por lo mucho que se esfuerzan en ganarse la escasa paga, sino que a menudo y de buena gana obedece las órdenes de un mafioso, o el ruego de un amigo, o de un amigo de un amigo. O, si no, muchas veces decide quién sí y quién no a su antojo, según si alguien le cae simpático o antipático.
Y si alguien, aunque sea una sola vez, ha contrariado al capataz –por ejemplo, por discutir la paga o el horario de trabajo, o por quejarse de alguna vejación o atropello–, puede olvidarse de que lo vuelvan a llamar otra vez. Entonces es mejor quedarse en la cama: al menos se gana algo de sueño.
Novedades en la mesa
En las librerías mexicanas hay cerca de treinta títulos de Andrea Camilleri, entre ellos La forma del agua (Salamandra), primera novela protagonizada por el comisario Montalbano.