¿Es la moral un concepto abstracto o concreto? Es una primera cuestión que podríamos hacernos cuando se trata de analizar el campo ético en el que actúan y se comportan gobernantes y actores sociales que viven cotidianamente su vinculación con aparatos estatales. Otra pregunta sería reflexionar sobre la propuesta que el presidente Andrés Manuel López Obrador hace de moralizar a la sociedad en tiempo de transiciones constantes. Se responde, así, a la necesidad de transformar la visión y cultura que tiene la persona acerca del mundo general, de su propio mundo y entorno, de su misma existencia y sus formas de integrarse a grupos sociales diversos y sumamente diferenciados, plenos de complejidades e incertidumbres y como consecuencia, cabe pensar si es la moral un concepto filosófico generador de confianzas en la interacción entre individuos constantes buscadores de espacios y momentos de estabilidad y esparcimiento psicosocial y respeto en la comunicación con el otro con quien desea empatarse y recorrer con tranquilidad juntos el tránsito terrenal.
Entonces la moral es esa sustancia o médula que funciona como cemento en las sociedades –concepto tomado de Jon Elster, El cemento de la sociedad. Gedisa, 1992– en la medida que acerca individualismo a fines y principios de coherencia y convergencias en conglomerados de grandes grupos.
La moral es el cemento de las sociedades y, como tal, sirve de referencia asimismo a individuos, a familias, a todo ser que hace su ruta diariamente para construir una vida mejor.
En estos marcos de conceptos asimilo la cartilla moral que el Presidente de la República difunde para la persona a la que invita a delinear nuevas dimensiones de coexistencia sin violencia, sin desgarramientos, sin agresiones. Exhorta a la intimidad del ser a mirar a la moral como punto de destino que se construye con el esfuerzo diario de cada uno, de cada personalidad al conjugar con destinos coincidentes los deseos de permanencia como género humano. La moral acerca a dimensiones espirituales que fortalecen a las civilizaciones, de otra manera éstas sólo sirven para agudizar la lucha entre el hombre contra otro hombre, de personas contra personas que habitan el mismo sitio y sobreviven en imaginarios naturales similares y no perennes. La moral acerca diferencias culturales con respeto de raíces y cosmovisiones sobre el mundo de la vida, fortalece lazos familiares, recupera el valor por el terreno original de coexistencia y eleva el aprecio por el ente humano y su espacio vital. Atiende a la decadencia de la época contemporánea.
Son todos preceptos que reorientan conductas e incitan a nuevos acuerdos que desplacen tendencias a la descomposición y procesos violentos como constante de desmoronamiento del entorno social.
A esos reacomodos de valores nos invita el presidente López Obrador, retomando el pensamiento de un excepcional humanista mexicano como lo fue Alfonso Reyes. El fin es promover la idea educativa con sustentos de coherencia y amor por el prójimo como principio fundamental. Así es como se precisan los asuntos de una agenda que nutre el cemento que une y compacta en su ser interno a las sociedades: la moral.
@Bonifaz49