Aunque nos parezca increíble, en pleno Siglo XXI, en la era de los Derechos Humanos, en la época en que todos debemos abonar a la construcción de una sociedad igualitaria y que no fomente la discriminación surgen turbas enardecidas ofendidas por lo que consideran un “ultraje” al héroe nacional: Emiliano Zapata. El pintor Fabián Chairez, de origen chiapaneco, plasmó al militar no solo desnudo, sino también en una delicada pose y portando solamente una banda tricolor, tacones de pistola y sombrero rosa, montando un caballo con el miembro viril expuesto, con la clara intención de cuestionar el arquetipo de “macho” mexicano y aunque su obra “La Revolución” ya había sido expuesta con anterioridad, no fue sino hasta que en las primeras semanas del mes de diciembre, se expuso en el Museo del Palacio de Bellas Artes como parte de su muestra “Zapata después de Zapata” y que la misma fue utilizada como imagen para la publicidad en redes, prensa y otros medios que surgió la polémica.
Parece increíble que después del surgimiento del poderoso himno feminista de Las Tesis, “Un violador en tu camino”, al que se han sumando mujeres de todas las edades en todo el mundo, aunque muy especialmente las jóvenes; cuyo tema es precisamente la violencia contra las mujeres, la violencia contra lo femenino; surge ahora una potente polémica generada por exaltar a través del arte el lado femenino del héroe nacional.
Y aunque pudiera parecer una trivialidad, me parece sumamente importante destacar el terrible daño que como sociedad hace ese “mandato de masculinidad” a que se refiere la antropóloga social Rita Segato. Y yo añadiría, ese mandato de masculinidad tóxica y violenta, que destruye también a los hombres. Ese mandato de masculinidad que les exige actos que implican desde luego crueldad y violencia, pero sobretodo falta de sensibilidad y empatía; un mandato que los va despojando de su propia humanidad al impedirles sentir y sobretodo expresar sus emociones.
Por ello me parece una fantástica oportunidad de reflexión sobre los estereotipos y roles de género impuestos desde el propio estado patriarcal, donde todo se construye en clave masculina, la polémica desatada en torno al héroe nacional. Es una polémica fantástica pues es claro que existen iconografías oficiales y la de Zapata es de un macho empistolado, del típico charro mexicano; esa imagen con que hemos crecido generaciones de mexicanas y mexicanos y que tanto daño nos ha generado, pues ha creado fundamentalmente la idea de lo masculino como superior a lo femenino, pero también ha generado prejuicios en contra de las minorías.
Sin embargo, el pintor Fabián Chairez ha osado hacer propia la revolución y mostrar a un Zapata “afeminado”, desnudo, con delicadas zapatillas de tacón y montando a caballo.
Es un gran punto de inflexión que nos debe llevar como sociedad a darnos cuenta cómo no es posible compatibilizar el “avance normativo” que en materia de derechos humanos se ha venido generando en nuestro país por lo menos desde la reforma constitucional de junio de 2011, con el imaginario colectivo y los dogmas sociales. Para lograr un verdadero cambio y verdadera inclusión nos hace falta educación y nos hace falta precisamente cuestionarlo todo y que mejor manera de hacerlo que a través del arte.
Todos y todas hemos crecido entendiendo a nuestro México, como ese país “alegre” y festivo, donde todos nuestros símbolos, canciones, películas, poemas e historia hablan del macho mexicano, ese macho capaz de todo con tal de defender su hombría. Así, no nos sería posible entender el llamado siglo de oro del cine mexicano, sin la imagen del macho mexicano, borracho, altanero, irreverente y eso sí muy enamoradizo. Las imágenes son siempre las mismas, ya sea que se trate de Pedro Infante o Jorge Negrete en el cine, o de los valientes héroes revolucionarios como Emiliano Zapata, todos ellos son fuertes, bravucones, machos, así las canciones, los poemas, así los modelos impuestos desde el estado y la política patriarcal que desdeñan lo femenino, lo delicado, las emociones, en fin, que desprecian la humanidad. Al parecer exponer a nuestro general Zapata, al gran caudillo revolucionario femenino y desnudo lo vuelve vulnerable y nos vuelve vulnerables y nos ridiculiza.
Coincido con el pintor cuando al referirse a las reacciones de los familiares y campesinos que encolerizados hablan de ofensas al héroe dice que “eso habla de la fuerza de la imagen de ese héroe, de la influencia que tiene sobre el imaginario colectivo. Al final, ese es el sentido de la exposición de Bellas Artes, mostrar la influencia que ha tenido ese personaje en el imaginario de los artistas”. He escuchado frases tan ridículas (por discriminatorias e intolerantes) que exigen un desagravio por esta afrenta a un héroe nacional; dicen que “denigran” al caudillo. Al respecto más bien creo que estas frases evidencian las terribles problemáticas que tenemos en nuestro país, muchas de las cuales creemos superadas y que sin embargo con hechos tan “simples” como una pintura nos retratan de cuerpo entero como el país discriminador e intolerante que seguimos siendo. Y además evidencian las graves problemáticas que tenemos como la homofobia, la misoginia y las represiones a la libertad de expresión. Todos estos problemas que laceran gravemente a nuestro país actualmente.
Sinceramente no veo ninguna afrenta, máxime si en lugar de fomentar arquetipos entendemos que Zapata es una representación de lucha y defensa de la libertad, así como representante de muchos movimientos sociales es un personaje que sin duda en aras de la libertad se puede adaptar a cualquier imagen y los artistas tienen no sólo ese derecho, sino la obligación de representarlo como ellos quieran. El arte es eso, es representación, pasión, polémica, expresión.
A todos los “ofendidos” yo más bien les preguntaría ¿dónde radica la ofensa?, ¿qué es lo que realmente incomodó a los mexicanos, a la familia del héroe? Es la “disminución” de la que el ídolo fue objeto, por que en esta sociedad se percibe como una ofensa perder la masculinidad. Resulta un escarnio para la memoria del revolucionario bajarlo de la imagen históricamente percibida para ser inferior como “gay o mujer”. En la exposición hay 140 imágenes de Zapata pero justo la que hace alusión a lo femenino es la que causa indignación y eso sin duda nos habla de algo sintomático, como sociedad ofendida lo que reprochan es a lo femenino, a lo gay, a lo diferente. Durante años los mexicanos concebimos al Caudillo del Sur como el “macho por excelencia”. ¿Cómo un hombre podría tener un ejército o ser el líder de un movimiento social? El líder mexicano deber ser el macho perfecto. La reacción de los mexicanos ante la pintura, permite entender el por qué de muchos de los problemas sociales en México. nadie que no encaje con los estándares es bien visto y mucho menos valorado.
En la actualidad y ante el contexto de violencia de género, discriminación y desigualdad, que vive México es importante que el arte y cualquier forma de manifestación que busque ir contra los estereotipos impuestos por la política patriarcal se vea como lo que es, un ejercicio del derecho humano a la “liberad de expresión”. En nuestro país no existen grupos vulnerables, se vulneran derechos humanos. Es hora de cambiar el dialogo y llamar a las cosas por su nombre. Las personas buscan ser tratadas con dignidad.
Quienes hoy buscan llevar a cabo acciones legales “contra esta ofensa” manifestaron públicamente en rueda de prensa que “para nosotros, como familia, es denigrar la figura de nuestro general pintándolo de gay…”. Esta frase resume el gran problema de discriminación e intolerancia que vive nuestro país.
¿Es el Zapata Gay, una ofensa al héroe nacional? Yo sinceramente no lo veo así, creo más bien que reivindica al héroe libertario, que actualiza la lucha por la tierra y libertad en una lucha por la LIBERTAD.