La posguerra fría refleja las tensiones de la política mundial y perfila las dificultades que afronta el ordenamiento liberal para adaptarse a una realidad distinta a la del antiguo enfrentamiento Este-Oeste. En la compleja realidad global emergente hay nuevas expresiones hegemónicas en diversas regiones, amenazas inéditas a la paz y condiciones que acreditan que el mundo es unipolar en lo militar; multipolar en lo político; y fragmentario en lo económico y social. A este preocupante escenario, se añaden desplantes de aislacionismo y unilateralismo, que pasan por alto el Derecho Internacional y complican los procesos de reforma de los organismos multilaterales.
En estas condiciones, adquiere subrayada importancia la celebración en Londres, el 3 y 4 de diciembre, del 70 Aniversario de la OTAN. En esa ocasión, los Jefes de Estado y de Gobierno de los 29 países miembros, conversaron sobre sus principales desafíos en materia de seguridad y defensa comunes, precisamente en un entorno muy distinto al que dio origen a esa Organización, cuando las zonas de influencia estaban delimitadas por el “equilibrio del terror” y en el orbe, rehén de la lucha ideológica, las armas y las amenazas eran menos sofisticadas.
En la reciente Cumbre de Londres y para los observadores externos, fue claro que en pasillos rondó el fantasma de una sociedad que tiene dudas y temores por la falta de idoneidad de la Alianza Atlántica para atender los temas de seguridad y defensa de hoy y del porvenir. Las visiones divergentes expresadas ante los medios por sus principales actores, tienden una nube de incertidumbre sobre la capacidad de la OTAN para reinventarse y cumplir con sus objetivos estratégicos y de cooperación militar entre sus miembros.
Los desencuentros en la OTAN son variopintos y tienen un componente financiero que reclama nuevas fórmulas para compartir la responsabilidad presupuestaria y las tareas militares de sus integrantes, ya que no todos destinan el 2 por ciento de su PIB al sector defensa, como exigen sus documentos constitutivos. En este marco, la Cumbre de Londres habría sido un primer paso para revertir desconciertos y avanzar hacia un arreglo de seguridad colectiva distinto, más amplio y moderno, que incorpore las nuevas amenazas y que, quizás, no se limite a geografías concretas. Un primer paso que, para ser exitoso, debe fomentar la cooperación para el desarrollo económico y social, como componente preventivo del conflicto.
Internacionalista.