En el año que está por concluir, se conmemoraron dos eventos relevantes por su impacto para toda la humanidad. En efecto, el 8 de noviembre se recordó el Quinto Centenario del encuentro entre el Emperador mexica Moctezuma Xocoyotzin y el Capitán extremeño Hernán Cortés. Como consecuencia y sin emitir juicios de valor sobre las credenciales de legitimidad que pudieran invocarse sobre el proceso de conquista y evangelización de México y del Nuevo Mundo, el planeta entero mutó su antigua cosmovisión tripartita e incorporó a la historia universal culturas y geografías hasta entonces inéditas para el saber occidental y también para el mundo islámico.
Por otro lado, el 21 de julio se celebró el Cincuentenario de la misión espacial Apollo 11, que concretó el primer alunizaje con el paso del astronauta Neil Armstrong, seguido por los de su compañero de misión Edwin Aldrin. La llegada del hombre a la Luna marcó un antes y un después en la historia humana y también abrió la puerta al desarrollo de las ciencias a niveles insospechados. Los viajes interespaciales, que tienen tantas similitudes con la travesía transoceánica colombina de finales del Siglo XV, cuestionan también de manera profunda las creencias y conocimientos del género humano en todos los ámbitos, incluso en el capítulo de lo divino.
En los casi cinco siglos que separan a un evento del otro, los avances de la humanidad son asombrosos. La conquista y evangelización del Nuevo Mundo se tradujo en conversaciones inéditas y en un vigoroso intercambio de conocimientos, productos e incluso gérmenes, que marcó el devenir ulterior del orbe. Por lo que hace al arribo del hombre a la Luna, las consecuencias no son menores. Habituados a resolver o a explicar lo inexplicable con base en la presunción de un ser supremo, la hazaña de la misión Apollo 11 sorprendió a millones de personas que, en la época, vivían ya su vejez. Las generaciones que nacieron en las últimas dos décadas del Siglo XIX y a principios del XX, fueron testigos del alunizaje, tal y como paradójicamente también lo fueron de los primeros usos de la electricidad para alumbrar calles y hogares; así como del desarrollo incipiente de la aviación y del automóvil, entre muchos otros avances tecnológicos.
Hoy, con tantas noticias, el género humano ya no se sorprende por nada y nuestra cotidianeidad transcurre sin sobresaltos. Por ello, ahora que está por acabar el año, es oportuno proponernos para el que está por iniciar, voltear hacia atrás y ver a la historia como maestra de vida.
Internacionalista.