“El historiador sabe lo vulnerable  que es el tejido de hechos sobre el que construimos nuestra vida diaria, que siempre corre el riesgo de quedar perforado por mentiras aisladas o reducido a jirones por mentiras organizadas y controladas por grupos o clases; o bien negado distorsionado , perfectamente cubierto  a veces por toneladas de falsedades, o simplemente, abandonado al olvido”  es una cita de Hannah Arendt de su ensayo La  mentira  en política (1971) aludida por Michiko Kakutani en su libro La Muerte de la Verdad. Notas sobre la falsedad en la era Trump , Editado por Galaxia Gutenberg en 1919.

Los demagogos ya eran un fenómeno desde los años de Aristóteles y Platón.

Se basan, entre otras “verdades”, en en el adagio popular “prometer no empobrece”.

Trump, López Obrador y Boris Johnson, principal aunque no únicamente, se ostentan como “enemigos” del “régimen”, del stablishment o de la “mafia del poder” y capitalizan el inmenso descontento transversal –en las capas populares, medias e incluso en sectores oligarcas– contra una clase política corrupta, inepta y cosmopolita.

Exaltan los instintos primitivos de un nacionalismo racista que culpa a los “ajenos”, migrantes o “imperialistas” de las miserias y desgracias nacionales y sociales.

Repetir mil veces una mentira, al estilo de Goebbels, es una práctica cotidiana de Trump y López Obrador. Sea la de afirmar que  los mexicanos son criminales, narcos y quienes quitan empleos a los buenos ciudadanos WASP White Anglo Saxon & Protestant, o la de que existe una conjura de conservadores y provocadores contra los cambios de la Cuarta Transformación.

Las mentiras requieren del uso y abuso de las “redes milagrosas”, para lo que se invierten millones para crear “granjas” poderosas con “bots” que difunden todo tipo de falsedades, difamaciones y ataques por las redes contra los críticos  de los gobiernos demagogos tipo Trump, López Obrador y Johnson; al mismo tiempo que los veneran a niveles divinos.

Tengo otros datos , se ha convertido en una eficaz cortina del presidente López Obrador para “argumentar” las más inverosímiles “tesis” oficiales, como las que aduce, desvirtuando de manera mañosa los conceptos sobre desarrollo de la CEPAL de los sesenta y setenta, para justificar el cero crecimiento de la economía en su primer año de gobierno.

Obama señalaba “uno de los mayores retos que se enfrenta nuestra democracia es que no tenemos una base común de  hechos” (ojo, no se diga de datos) USA Today, 12 Enero 2018.

Nos recuerda Michiko Kakutani que el  papel cada vez menos importante, del discurso racional –y del sentido común, y de la política basada en los hechos– no empezó con Donald J Trump.

Es exactamente el mismo caso de López Obrador, no ha sido el primero que emplea el truco de gritar “al ladrón, al ladrón”, llamando sus adversarios conservadores.

Así lo hizo el gobierno de Díaz Ordaz contra los estudiantes en 1968 y también Echeverría nos  llamó “jóvenes inspirados en Hitler y Mussolini”  cuando lo impugnamos  el 14 de marzo de 1975 en el Auditorio de Medicina de la UNAM.

Los patos le disparan a las escopetas.

López Obrador decreta “ la muerte del neoliberalismo” y aplica con toda ortodoxia sus postulados fundamentales: recortes de miles de empleos; en los presupuestos de salud, de ciencia, en cultura; habla de austeridad y tira al basurero millones de pesos en el “estacionamiento” del avión presidencial en un aeropuerto fuera del país, mantiene las “direcciones generales adjuntas” que  prometió  eliminar con salarios superiores a los 100 mil pesos; siguen existiendo miles de asesores.

Su gobierno se niega  a realizar una reforma fiscal redistributiva, sin argumento alguno. No ha contemplado ninguna inversión para promover el crecimiento interno.

Prometió regresar al cuartel a las fuerzas armadas para poner “fin a la Guerra de Calderón” y en cuanto llegó al gobierno promovió la creación de la Guardia Nacional.

Demagógicamente “abrió” las puertas del país para los migrantes y ahora usa a la Guardia Nacional para reprimirlos y servir a la política de su “amigo” Trump quien lo elogia cada vez que puede o cuando menos exhibe con orgullo: “el Muro existe, se está construyendo con dinero de los mexicanos”.

“Surrealista” y “caos” son dos de esas palabras que pronuncian a todas horas los periodistas cuando intentan describir la realidad cotidiana de los Estados Unidos durante la segunda década del nuevo milenio: una época en la que cada día mueren diecinueve jóvenes de un disparo, su presidente juega a la guerra nuclear con el líder norcoreano, Kim Jong-un”, nos dice Michiko Kakutani .

Lo mismo podemos decir ante las inmensas mentiras del presidente Andrés Manuel López Obrador al afirmar: los mexicanos son felices, comen mejor  y consideran a los baches como problema principal y no a la violencia. Todo lo anterior cuando durante el año de su gobierno hubo casi 35 mil muertos y en todos los casos aumentaron los índices de delitos y crímenes.

Puede esgrimir con “orgullo” que en 2019 hubo 500 mil migrantes de los cuales  según el estudio “Tendencias Migratorias en Centroamérica, Norteamérica y el Caribe“, el organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló que solo en el primer semestre de 2019, México regresó a 130 mil 985 migrantes a los países considerados dentro del Triángulo Norte, conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras.

Por eso Trump le  agradece y felicita. Realiza  uno de los objetivos centrales  de su campaña: impedir la entrada de migrantes a los Estados Unidos.

La demagogia, las mentiras, la obscenidad como estilo de gobernar cuando se exhiben sin rubor alguno las riquezas de altos funcionarios del gobierno “austero”  se otorgan altos puestos a parientes amigos o familiares de contratistas preferidos incluso en la Suprema Corte de Justicia; todo ello es posible porque “ Al caer en desgracia el concepto de verdad objetiva y quedar en el punto de mira –y rodeado de suspicacias–  el de evidencia empírica recogida por la investigación tradicional también se puso muy de moda en el ámbito universitario el testimonio personal” (Michiko Kakutani, La Muerte de la Verdad)

Por más “envolturas” que se busquen y traten de sustituir el concepto demagogo, por  calificativos  como “populistas “de “derecha” o de “izquierda”, estamos padeciendo las consecuencias de tener gobernantes  demagogos como Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador.