Nadie en la larga historia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, ni siquiera Elba Esther Gordillo en sus años de más poder lo logró. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación sí. La CNTE recordará el martes 17 de marzo como una de sus fechas inolvidables: su liderazgo se sentó frente al presidente Andrés Manuel López Obrador, la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y los secretarios de Educación Pública, Esteban Moctezuma, y Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera.

Además, los cabecillas de la coordinadora acudieron al Palacio Nacional con ropa de combate. ¡Nada de pedir, exigir! No les basta lo que han logrado, ahora quieren mil 200 millones de pesos, casi tres mil plazas nuevas, más de 32 mil basificaciones (nada más en Michoacán) y remuneraciones atrasadas. Además, “pagos a los trabajadores interinos y de base,  todos los ascensos como de manera tradicional se venían implementando y el respeto a la relación laboral” (subrayado mío), dijo el líder de la sección 7, de Chiapas, Pedro Gómez, según lo reportaron varios periódicos.

La parte de “manera tradicional” es clave para entender la mirada de plazo largo que tiene la CNTE. Se trata de la reconquista de la administración de la educación básica, tal y como la tenían hasta antes de que el gobierno de Enrique Peña Nieto tratara de arrebatarles ese privilegio; no lo logró por completo, pero sí redujo en gran medida la influencia de los líderes en la asignación de plazas (ya por venta o herencia) la movilidad ascendente y horizontal y la distribución de incentivos que tenía la Carrera magisterial. Los dirigentes de las facciones del SNTE, pero con mayor pujanza la CNTE, habían colonizado los puestos de dirección en el sistema educativo, de las direcciones de escuela, a la Subsecretaría de Educación Básica.

La consigna de la reforma educativa de recuperar la rectoría de la educación de la reforma del gobierno anterior hacía referencia a ese estado de colonización y a la costumbre patrimonialista que forjó el corporativismo del régimen de la Revolución mexicana. Reestablecer esa “manera tradicional” es la exigencia de fondo de la CNTE, aunque las otras facciones del SNTE también se beneficiarían. Si lo logran —y al paso que van todo es posible— los mil 200 millones de pesos que reclaman de pagos vencidos serán una pizca de las ganancias del tiempo largo. Dividendos para los corros del sindicato de maestros, pérdidas para el patrimonio del Estado.

No encontré comunicados de la Presidencia ni de la SEP que hicieran referencia al encuentro entre el Jefe del Estado y los jefes de la CNTE. Pero ellos sí se que se expresaron, aunque en el lenguaje simbólico quizá pesen más el plantón —hasta con tiendas de campaña— y los gritos frente al Palacio.

Arturo Páramo, reportero de Excélsior, entrevistó a Eloy López, vocero de la sección 22, de Oaxaca. Recordó que en la reunión que tuvieron con el presidente López Obrador el 14 de enero ordenó a los sectarios de Educación Pública y Hacienda asignar recursos para continuar con las mesas de trabajo. La instrucción presidencial se repitió este mes.

Se equivocó, quien —si es que alguien— pensó que con la marcha-plantón del martes 17, con todo y la amenaza del coronavirus, que la luna de miel entre la CNTE y el presidente llegaría a su final. Andrés Manuel López Obrador es de convicciones fijas, “soy terco”, ha dicho más de una vez. Y la CNTE toma ventaja de esa terquedad. “¡Qué Nueva Escuela Mexicana ni qué cuartos! El gobierno primero tiene que cumplir lo que prometió —y lo que no prometió también— por eso estamos en lucha”, parecen decir los cabecillas de la disidencia.

No es invención mía. Laura Poy y Alma Muñoz, destacaron en La Jornada (18 de abril) que los dirigentes de la CNTE “advirtieron que la ‘paciencia se acabó’, luego de un año de acuerdos que, afirmaron, no se concretan en los estados’, por lo que aseguraron que de no alcanzar avances claros con el gobierno federal ‘vamos a seguir al Presidente a donde vaya’”.

La estrategia favorita de la CNTE —movilización-negociación-movilización— le da resultado de nuevo. Si es cierto lo que declararon quienes se entrevistaron con el presidente López Obrador, les concedió lo que reivindican, aunque no sea de inmediato. Pero la dirigencia es paciente. Sabe dar tiempo al tiempo, pero no quita el dedo del renglón. Si encuentra titubeos o demoras, el presidente tendrá una nueva escolta.

Aunque a lo mejor no. Tal vez sus regentes no estiren la cuerda de más, no sea que pueda reventarse. Si los símbolos cuentan, el presidente les concedió el tiempo y las sonrisas que les negó a la protesta feminista y al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza Javier Sicilia. Por lo pronto, la CNTE sigue en su fase de negociación, pero no abandona la amenaza de movilización.

Es difícil entender la querencia del presidente por la Coordinadora. Ya les otorgó plazas, porciones de gobierno educativo en Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero, plaza automática para los egresados de las normales en esos territorios, basificación de decenas de miles de interinos que se cargan al presupuesto —mermado— para educación. Y es probable que —bajita la mano— les permita regentar de nuevo el sistema escolar, no habrá Estado rector.

En esas estamos; hoy la CNTE tiene todo el poder.