Las señales son ominosas: probable recesión, amenaza del Covid-19, baja expectativa de crecimiento y una política de gasto en “bienestar” sin base en las finanzas del Estado. Y el presidente Andrés Manuel López Obrador no cambia un ápice su hacer político. Ignora a la realidad, sugieren analistas serios. Vivimos bajo el gobierno de una sola persona. No obstante, la cadena se rompe en el eslabón más débil.
El presidente López Obrador considera a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación sus aliados principales en el sector educativo; recibió a sus dirigentes en alguna docena de ocasiones y plasmó en su iniciativa de reformas al artículo 3º de la Constitución muchas de sus exigencias. ¡Qué ironía! Hoy, sus amigos de Michoacán, comienzan a aguar la fiesta. Están de pleito no contra los charros, sino entre camaradas que defienden la misma causa, o al menos eso dicen.
El martes 10, Excélsior reportó 10, La Jornada 12 y El Financiero, 18 heridos en el enfrentamiento entre dos grupos rivales de la CNTE en Michoacán. La riña entre facciones que hasta unas semanas atrás marchaban codo con codo hoy llega al extremo. No hay nada más duro que las querellas en familia. Hay 25 detenidos, presuntos agresores, todos miembros de la CNTE. Y a partir del miércoles, otras vez tomadas la vías férreas que suben de Lázaro Cárdenas, justo el día en que la fuerza pública despejó las vías que van de Veracruz a la Ciudad de México. Un grupo émulo de la CNTE las tuvo bloqueadas por casi dos semanas.
Los hechos en breve. Víctor Zavala Hurtado lideró a la sección XVIII (la 18 es la facción afín a Alfonso Cepeda Salas) durante las “jornadas históricas” de la toma de las líneas del ferrocarril. Gracias a esa movilización “el presidente López Obrador se sensibilizó” y “logramos la basificación de nuestros compañeros”.
El triunfo provoca euforia. Zavala Hurtado fue uno de los líderes que se entrevistaban con AMLO. No sólo consiguieron la basificación, también comenzaron a reconquistar posiciones perdidas en la Secretaría de Educación, que el gobernador, Silvano Aureoles —con apoyo o por precepto de la Secretaría de Educación Pública, en los tiempos de Aurelio Nuño— les había arrebatado. Zavala quiso imponer sucesor, Gamaliel Guzmán, pero un grupo contrario le ganó la partida y eligió a Benjamín Hernández Gutiérrez. Dos congresos seccionales, dos dirigentes, dos camarillas enfrentadas. Un cóctel explosivo en una tierra siempre a punto de erupción.
La fuerza de la Coordinadora en Michoacán es innegable. Tiene organización y método; además, desde que AMLO era presidente electo y recibió a sus dirigentes, traen la moral alta. Consiguieron la basificación de sus camaradas y de muchos otros que no eran interinos; pero tal vez en lista de espera por haber pagado por la plaza o no haber podido heredarla por los criterios del extinto Servicio Profesional Docente. Pero quieren más: plaza automática a los egresados de ciertas normales, direcciones de escuela y supervisiones. Y, cavilo, rumian que lo pueden conseguir, el presidente es su amigo.
Pienso que la riña entre facciones es porque ven porvenir en sus afanes. Hay pastel y cada grupo quiere repartir las porciones; obvio, al ganador le tocará la mayor. Ser caporal de la facción abre la puerta para decidir quién ocupa una plaza, quién se traslada del campo a la ciudad o de un barrio a otro. Más importante, dado que ciertas reglas regresan a costumbres del pasado, la dirigencia designará a quienes recibirán promociones e incentivos. Eso es poder.
Los corros que pelean por el liderazgo saben lo que quieren. El presidente también lo sabe y, al parecer está dispuesto a mantener su política de acercamiento. En alguna ocasión declaró que a él no lo presionó la CNTE, que él manufacturó las enmiendas a la Constitución que enterraron la reforma educativa del gobierno de Peña Nieto. La pregunta que me hago es cómo podrá seguir con esa estrategia, no definida, pero sí patente: no habrá recursos para llenar las ambiciones de los maestros disidentes de Michoacán y de toda la CNTE y, al mismo tiempo, consentir al amasijo de corrientes que comanda Alfonso Cepeda Salas.
Analistas de todos los colores piensan que la realidad —la terca realidad— hará que el presidente permute, que haya una variación de su política, que le pare a Dos Bocas, al tren maya y al aeropuerto de Santa Lucía. Pero él es inmutable. En la mañanera del mismo martes, el reportero de Excélsior, Arturo Páramo le preguntó si su gobierno suplirá el talante contra los feminicidios tras la marcha y el paro de mujeres. El presidente respondió: “No, al contrario, vamos a reforzar la misma estrategia”. Páramo inquirió que cuál era ésa y AMLO argumentó: “Seguir en lo mismo y también resistir los ataques, las lanzadas del conservadurismo”.
El presidente no va a cambiar su actitud hacia la CNTE. Empero, no hay —y habrá menos en el futuro inmediato— fondos suficientes para satisfacer a un ogro insaciable. A los jefes de las cuadrillas de la CNTE les importa poco la posible recesión, las pérdidas de las finanzas públicas por el virus y las necesidades de otros sectores, como salud, a menos —claro está— que también afecte a sus seguidores.
Y, como a lo largo de décadas, pondrán en juego su estrategia —esas sí bien definida— de negociación-presión-movilización-negociación. Les dio resultado contra gobiernos del PRI y del PAN. No ven porqué nos le pueda funcionar contra el gobierno de Morena, partido del cual muchos de ellos son miembros, aunque la CNTE es primero.
El presidente no quiere moverse de su creencia de que hace todo bien. Pero la luna de miel no es eterna. El único registro de un enojo de él con la CNTE, es cuando llamó a sus cabecillas conservadores disfrazados de radicales.
El peligro que viene es que los alumnos de las escuelas en los territorios de la CNTE volverán sufrir por paros de sus maestros; serán —otra vez— moneda de cambio para obtener canonjías.


