El ambiente de nerviosismo por lo que sería una guerra de precios del petróleo tiene sus efectos en el país. Se ubica el eje del conflicto en la confrontación entre Rusia y Arabia Saudita, que no aceptan reducir su producción para dar equilibrio a la oferta y la demanda. Tratan de impactar la generación de petróleo de esquisto donde Estados Unidos gana aprovechando la crisis.

No hay acuerdos en la Organización de Países Productores de Petróleo, OPEP, controlada por los saudí árabes y los que producen petróleo y que no se encuentran en la OPEP esperan que se restablezca la dinámica anterior en ese mercado.

Es el caso de México. La situación que se vive se relaciona con la extensión del coronavirus que restringe el comercio internacional disminuyendo la demanda. Así, el precio por barril bajó drásticamente desde 60 dólares a cerca de 30 de un día para otro, por lo que se infiere que la estabilidad de las cotizaciones puede ser posible si llegan a acuerdos Rusia y Arabia Saudita.

Ello es difícil por el momento, pues se busca impactar negativamente a la economía norteamericana para compartir pérdidas en la generación de petróleo y gas de esquisto donde Estados Unidos es líder.

Además, lo que se creía sería el eje de incertidumbre mundial cambia. Ya no sólo son las diferencias entre Estados Unidos y China, sino que ahora se suma Rusia, aunque se estima que el problema será temporal.

Ello impacta las finanzas públicas en México, no obstante las prevenciones que se tomaron al adquirir las coberturas para mantener por un tiempo un precio no tan bajo por barril de petróleo.

Por lo tanto, se requieren decisiones muy precisas en la política económica más aún cuando se tienen que afrontar otros fenómenos como lo es la fuga de capitales.

Habrá que ver el rol del gobierno norteamericano que sugiere cambios en la política petrolera seguida por el presidente López Obrador, que ha requerido revisar contratos de esa industria para reacomodar porcentajes de ganancias y condiciones de tal manera que se fortalezca PEMEX, lo cual deriva en inquietudes adversas de parte de sectores privados y transnacionales que prevén cambios que les afectarían antiguas posiciones que les generaban excelentes ganancias.

Por lo pronto, el Banco de México debe definir una línea de política que dé estabilidad y menos inquietud adversa a sectores productivos e inversionistas. El control de la inflación será clave y mantener los márgenes del tipo de cambio.

Se habrán de adecuar las metas presupuestales pues preveían un precio de barril de petróleo de cerca de 55 dólares y las coberturas contemplan 49. La Secretaría de Hacienda señala que se tienen otros instrumentos para blindar la economía como la línea de crédito del FMI y fondos de estabilización.

Hay pues nuevas condiciones que obligan a todos los países a readecuar sus políticas esperando que al disminuir las ganancias de producción por esquistos se logren acuerdos para reducir las cantidades que producen ahora Arabia Saudita y Rusia y atender la tendencia del coronavirus con foros de consulta y acercamientos entre los Estados, de tal manera que se adopten medidas al corto y largo plazo para que las economías del mundo puedan reacomodar sus estrategias y volver a la estabilidad en las relaciones comerciales internacionales.

@Bonifaz49