Estamos en un debate sobre el programa del Gobierno para hacer frente al coronavirus, que es la epidemia que inició en China y hoy está en todo el mundo.

En las naciones hay reducción del consumo, afectando cadenas de producción-comercialización. Se cierran fronteras. Las personas no se mueven. El virus es impresionante. Hay que voltear al gobierno que tiene la mejor capacidad de conducir a la población a la protección de su salud.

El presidente López Obrador presentó el proyecto de reactivación económica en medio del coronavirus. Dicho plan se finca en creación de cerca de 2 millones de empleos; más de un millón de créditos a pequeñas empresas; y a vivienda se otorgarán 19 mil millones de pesos; y se apoya a 8 millones de adultos mayores que recibirán 21 mil millones de pesos.

Así se tendrán consumidores, preservando dinamismo del mercado a la vez que se avanza en los grandes proyectos como el Tren Maya, el corredor Transítsmico y la refinería Dos Bocas.

En el sector empresarial hay incertidumbres. Pero hay diálogo para conservar a las empresas. Aquí hay diferencias, pero también coincidencias. No se coincide en acudir a la deuda pública y paliar la crisis y suministrar a los empresarios dinero. Hay experiencias de los mexicanos con el FOBAPROA, que en el rescate de los bancos representó el 14 por ciento del PIB.

Entonces, el Presidente invita a interactuar en opiniones y soluciones. Los protagonistas en el pasado reciente creen en el circuito endeudamiento, apoyo a empresarios acompañado con pobres y más pobres y clases medias luchando por no descender en la escala social.

El Estado de Bienestar prioriza en los más abandonados, diferente a la idea de enriquecer a  los mismos ricos de siempre con la promesa nunca cumplida de que se distribuirán rendimientos en todos los estratos sociales.

Como al término de la Segunda Guerra Mundial, se necesita en esta crisis una mayor intervención del Estado en la economía y eso lo entienden los grandes empresarios en  el país. Slim, Baillères, Del Valle, Larrea los del grupo Monterrey van coincidiendo en la propuesta presidencial. Es un proceso de reconversión.

En el informe del primer trimestre de este año del Ejecutivo a la Cámara de Diputados hay alineamiento a este fin. Mejorar la eficiencia recaudatoria con ahorros presupuestales. Usar las coberturas contratadas para paliar la disminución de los precios del petróleo evitando impactos en el presupuesto.

En 2021 se puede crecer entre 1.5 y 3.5 por ciento acorde con la mejoría en la actividad económica para el tercer y cuarto trimestre de 2020. Habrá un déficit público de 3.5 por ciento del PIB, lo cual coincide con la política en los bancos que diferirán pagos de créditos.

Y hay otras opciones como los  fondos y reservas para contingencias en materia de salud, y estabilizar ingresos presupuestarios; reservas de 185 mil millones de dólares, línea de crédito con FMI por 61 mil millones de dólares y de intercambio de divisas con el tesoro de Estados Unidos por 60 y 9 millones de dólares en problemas de balanza de pagos. La deuda pública es 22 por ciento del total y el 100 por ciento a tasa fija. Observamos, así, una estrategia y preparación del Gobierno mexicano importante para recuperar la economía a partir del tercer trimestre de este 2020 cuando los efectos de la pandemia hayan sido superados.

@Bonifaz49