Ahora que ya se ha declarado la emergencia sanitaria y se han suspendido actividades no esenciales, tanto en el gobierno como en la iniciativa privada, hay que reiterar que, en efecto, la permanencia en casa es crucial para disminuir la gravedad del covid-19, y también, como lo destacó el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, para atenuar los efectos sobre la economía. Como en el caso de la pandemia, es imposible evitar el daño, y hay que conformarse con intentar aminorar los efectos.

Es evidente que las medidas de confinamiento, paralizarán las economías entre tres y seis meses, dependiendo de la duración de la epidemia. Al decir de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, la OCDE, se espera una reducción del 25 por ciento de la producción en promedio en los países que conforman el grupo de los 20, entre los que se encuentra México. El efecto es tan drástico, que la propia OCDE ha propuesto la creación de un nuevo Plan Marshall, como el que se estableció para la reconstrucción de Europa al término de la Segunda Guerra Mundial.

Para México en particular, los efectos económicos son ciertamente muy profundos por dos razones principales: la dependencia de la economía estadounidense y el hecho de que alrededor de la mitad de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad.

En cuanto a la dependencia de Estados Unidos, es sabido que alrededor del 80 por ciento de nuestras exportaciones se dirigen a ese país y que una de las políticas principales del neoliberalismo consistió precisamente en reorientar la economía mexicana hacia el exterior en detrimento del mercado interior, de modo que la recesión que ya se anuncia para este 2020 en EU significa una recesión aún más acentuada en nuestro país. Sólo cabe esperar que la asignación de 2 billones de dólares para reanimar la economía estadounidense consiga en efecto aminorar la caída provocada por la paralización de la economía durante estos meses.

En lo que atañe a las políticas aplicadas por el gobierno mexicano, aunque todavía no conocemos el paquete completo, ya se ha informado que se apoyará fundamentalmente a las empresas micro, pequeñas y medianas, es decir a las mipymes, así como que se mantendrán los programas sociales. Ambas líneas son congruentes con la política general aplicada por la actual administración que busca fortalecer el mercado interno a través del gasto público, que esta vez no se dedica a las grandes empresas, sino a los sectores vulnerables. Hay que señalar, sin embargo, que al fortalecer el mercado interno, por medio del otorgamiento de pensiones, becas y créditos, ese gasto redunda en un mayor consumo de las mercancías que producen las empresas, lo que significa que finalmente también los empresarios salen beneficiados, pero no se les asignan fondos de manera directa, lo cual en el pasado ha implicado el aumento de sus ganancias, como para los bancos con el Fobaproa, pero sin ningún estímulo para el mercado, ni beneficio para los sectores de menor poder económico.

Por otro lado, hay que señalar que si bien la crisis económica que ya mostraba una desaceleración en el mundo en su conjunto, ha sufrido una profundización en la economía real, por la paralización que ha provocado la pandemia del covid-19,  también es cierto que es necesario guardar la calma, porque el pánico, sobre todo en el sector financiero, puede agigantar las caídas de las economías. En esa tarea, de crear confianza en que es posible aminorar los efectos de la crisis, los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad. No es deseable que además del malvado corona virus, tengamos que padecer al malvado pánico.