Curiosamente hace 150 años nació Vladimir I Lenin, el gran líder de la Revolución de Octubre, la más radical que  se ha dado. La que abolió la propiedad privada.

Hay algunos que consideran que después del COVID 19 el capitalismo se derrumbará.

Uno de ellos es Noam Chomski. En la entrevista por Cristina Magdaleno de la Agencia española EFE, el filósofo y lingüista responde así:

Pregunta: ¿Qué lecciones positivas podemos extraer de la pandemia?

Respuesta: “La primera lección es que estamos ante otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor. Es obvio después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS en 2003. Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se ha hecho.

“Las farmacéuticas tenían recursos y son súper ricas, pero no lo hacen porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una catástrofe a la vuelta de la esquina. Y luego viene el martillo neoliberal. Los gobiernos no pueden hacer nada. Están siendo el problema y no la solución”.

Esta afirmación tan contundente, tiene un cierto sustento, sin embargo es tan genérica  y se ha utilizado tantas veces  para afrontar crisis de diverso tipo, que tiende a volverse  una especie de confusión de lo que se quiere con la realidad. O incluso se convierte en inofensiva y candorosa. Su evidencia es casi como decir  “el sol sale todos los días” .

Otros intelectuales, partidos y líderes de movimientos, han expresado opiniones similares, sin que  se traduzcan; mínimamente en acciones concretas y viables. En ninguna parte del planeta y mucho menos a nivel de su conjunto.

Los sociólogos Saskia Sassen y Richard Sennett entrevistados por Espacio Fundación Telefónica Madrid en Youtube, en una entrevista de 41 minutos , hacen varias reflexiones muy interesantes.

Saskia dice que el riesgo es que no hayamos aprendido nada y sigamos agrediendo a la naturaleza.

Sennettt expresa su preocupación porque los medios de control del Estado, establecidos ante la pandemia, permanezcan después.

Nos advierte que el pánico generado puede legitimar formas hegemónicas de control y expansión del poder como ha ocurrido en China.

Esa expansión por medio de las nuevas tecnologías, como fue el caso del Big Data en Corea del Sur y la propia China, se enmarca en la contradicción entre seguridad y libertad. Muchos prefieren perder sus libertades esenciales y los datos más cotidianos e incluso íntimos a cambio de obtener resultados eficaces contra, en éste caso, la pandemia del Coronavirus.

También los dos sociólogos abordan los temas de las Ciudades, planteando la densidad es una cuestión clave: aunque no se pueden tener las mismas políticas ante una ciudad “rica” como París, donde hay experimentos del tipo de  establecer radios de 15 minutos de tiempo entre el domicilio y los centros de trabajo y abasto. Ese  “modelo” es imposible en una Ciudad como Sao Paulo, con suburbios sin agua y viviendas adecuadas. A veces  con 3 horas de distancia a los centros de trabajo. Situación muy semejante en el Valle de México.

En casos  como el nuestro y la mayoría de los de los países pobres, eufemísticamente llamados “en vías de desarrollo”, la crisis del Covid-19 nos colocó ante una disyuntiva imposible: acatar las normas de confinamiento “en casa”, para  disminuir los contagios, reducir los casos de enfermedad  y, sobre todo  atenuar el número de muertes; en el otro extremo estar obligados a “salir”  a  conseguir los mínimos  ingresos para sobrevivir. Esa tensión entre salud pública y funcionamiento económico y social está a punto de llevara a esos países al caos o al derrumbe económico.

El asunto se complica aún más cuando los gobernantes no están dispuestos a modificar en lo más mínimo sus “programas prioritarios” y atender las propuestas de realizar un viraje para, desde el Estado, impulsar acciones de defensa de los empleos existentes y frenar el desempleo creciente y al mismo tiempo otorgar recursos a los que viven en la llamada economía informal, que en el caso de México  son cerca del 60 por ciento de la población  económicamente activa.

Esconder la cabeza en la tierra, como el avestruz, repitiendo  la letanía de  tengo otros datos y vamos requete bien, está llegando a límites delirantes cuyo inevitable destino es el colapso nacional.

Ese drama económico no es, por ahora, un problema  de “capitalismo o socialismo”  señalan  Sassen y Sennett.

Es muy interesante la reflexión que hacen ambos sociólogos en torno al creciente desequilibrio entre la clase media y la clase trabajadora. En parte derivada de la flexibilidad laboral.

Ésta crisis  nos  mostró la necesidad de averiguar qué tanto podemos eliminar el trabajo face to face , cara a cara o presencial.

Sus  preocupaciones las extienden al problema del sitio de trabajo y éste fenómeno hoy generalizado del home office que es posible para muchas labores , incluso la operación de Bancos y otros, pero imposible para la recolección y traslado de la basura. Solo por mencionar algunos de los oficios y labores.

Aunque  tienen cierto optimismo del pos COVID 19, nos alertan ante el poder que se está constituyendo en el periodo que vivimos.

No evaden advertir que habrá, tras la crisis de la pandemia, unos que ganen y ellos serán los que más poder y recursos tienen y no necesariamente los que más saben.

La mayoría  ésta fuera de esa escena.

El fenómeno en el campo va a agudizar la práctica  del extractivismo en todos los órdenes, como la minería y el agua, como lo hacen grandes compañías  refresqueras, cerveceras y la poderosa Nestlé.

Van a continuar “extrayendo todo lo que sea extraíble” , como ocurrió en el mismo Brasil durante Lula y Dilma o en Bolivia con Evo Morales.

Es muy interesante  cuando estos dos pensadores nos plantean que el sistema financiero mundial es igual que el extractivismo en una mina, una  vez que obtienen los recursos les da igual lo que ocurra después.

Considero muy importante  abrir nuestro pensamiento, nuestras reflexiones a los planteamientos de pensadores como lo que he citado aquí y otros más.

La inesperada pandemia del Covid-19 pasará, lo que no sabemos es cuánto  y qué tan profunda y larga será la recuperación de una decadencia como la que padecemos, sin que se vislumbre, hasta hoy, una alternativa viable.