El jueves de corpus, 10 de junio de 1971, una manifestación estudiantil fue atacada por el grupo paramilitar los halcones, mataron al menos 44 personas.

El presidente Luis Echeverría Álvarez acusó a los “emisarios del pasado”  y destituyó al regente del Distrito Federal Alfonso Martínez Domínguez, al mismo tiempo prometió “una investigación, hasta donde sea necesario“ para sancionar a los responsables”.

En otra ocasión, el 14 de marzo de 1975, ante el rechazo masivo de los estudiantes a su grosera “visita” a la UNAM, nos acusó de ser “un coro fácil” que  “gritaba como las juventudes de Mussolini y de Hitler”.

Casi 50 años después, el presidente Andrés Manuel López Obrador , denuncia la existencia de un Bloque Opositor Amplio (BOA), que pretende realizar diversas acciones para derrotar a su partido Morena en las elecciones intermedias del año próximo y a favor de su “revocación” en la consulta del 2022.

No es tarea del presidente denunciar a quienes  se organicen para derrotarlo mediante la lucha legal, pacífica y electoral.

Es un derecho conquistado por muchas generaciones y movimientos el oponerse abiertamente al presidente. No está prohibido a nadie  organizarse para ello.

Es peor aún inventar una “conjura”, sin base alguna y destinarle tanto tiempo gubernamental en los medios del Estado, a un documento que admiten desconocer su autenticidad.

Al estilo del Móndrigo —un libelo distribuido masivamente de manera “misteriosa”, de unas supuestas “memorias” de un activista del Movimiento del 68 e incluso  miembro o cercano al Consejo Nacional de Huelga, elaborado con base en “fichas” de la Dirección Federal de Seguridad y “redactado” según se dijo por Emilio Uranga— donde  se “demuestra” que  el Movimiento del 68 fue la gran “conjura contra el Estado”; el documento de la BOA fue leído por el vocero de la presidencia, con el beneplácito de Andrés Manuel López Obrador, dedicándole más de media hora durante una de las “mañaneras” y por lo tanto transmitido en vivo por todos los canales televisivos del Estado tanto a nivel federal como local y “replicado” por decenas de noticiarios y reproducido por la prensa escrita y por  los miles de “bots” en las redes sociales.

La “conjura” de la Boa (ahora asociada a la célebre canción de la Sonora Santanera) está contenida en un documento recibido por el gobierno, “gracias a  los miles de simpatizantes de la cuarta transformación” que “trabajan” como empleados de diferente tipo con las instituciones, empresas, partidos, intelectuales, comentaristas y demás “conspiradores” de la BOA, según lo ha presumido el propio presidente.

Es muy preocupante que el mismo presidente  afirme que éste “documento”  se lo entregaron al gobierno “gente del pueblo”, está implícita una política de fomentar la delación.

No hay que olvidar que la Secretaría de la Función Pública, llegó a plantear la creación de una “red popular” contra la corrupción.

Las sociedades policíacas basadas en la delación produjeron fenómenos siniestros, como ocurrió en Alemania Oriental y el resto de los países del llamado socialismo real.

Hubo casos de padres denunciados por sus propios hijos.

Si no fuera por la siniestra política de espionaje qué implica y que el presidente presume, la “conjura” divulgada consiste en: “una vez que inicie el proceso electoral, el discurso del BOA debe martillar dos tesis 1) Morena es perfectamente derrotable en las urnas del 2 de junio de 2021; 2) ganando la mayoría en la Cámara de diputados, el BOA cerrará la llave del presupuesto a la 4T, bloqueará las reformas legislativas lesivas, habrá un contrapeso al presidencialismo de AMLO y crecerán potencialmente las posibilidades reales de revocar el mandato presidencial en marzo del 2022”.

Es decir, se trata  de una “estrategia” totalmente apegada a los procedimientos establecidos en las leyes y la Constitución, incluyendo la cuestión de la “revocación” que promovió el propio presidente.

Es ridículo llamarle conjura a una estrategia de tipo electoral.

Hacer eso, exhibe el carácter autoritario e incluso totalitario de ese tipo de persecuciones organizadas desde el propio Estado.

La Tesis de La conjura de la Boa es una típica conducta de los tiranos. Elaboran “listas negras”. Como la que inventó Stalin atribuida a los médicos, que produjo una matanza de decenas de miles.

En nuestro caso la “lista negra” abarca a Instituciones como el INE al incluir a varios de sus Consejeros, lo que huele muy mal, dado que puede implicar su descalificación anticipada; varios  gobernadores (14), encabezados por el de Jalisco; los “sindicatos” patronales: Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y COPARMEX, algunas empresas como FEMSA, varios magistrados, todos los partidos no aliados a Morena; los periódicos y revistas Reforma, El Universal , Financiero, Proceso y Nexos; los llamados por AMLO  “intelectuales orgánicos”  Enrique Krauze,  Jorge G Castañeda, Denise Dresser; los conductores como Carlos Loret, Brozo y León  Krauze.

En suma, todo aquel que no esté con la 4T, es conservador, opuesto al cambio, defensor de la corrupción y el neoliberalismo, como lo suele decir el presidente.

Es la cacería de brujas como estilo de gobierno, la más obscena que haya existido en la historia de los últimos 40 años del país.

Pero  la Boa, es la punta del iceberg.

Muchos medios proscritos obligados a publicar solamente en medios electrónicos, decenas de columnistas, reporteros y todo tipo de trabajadores de los medios han sufrido represalias, incluyendo a antiguos seguidores de AMLO, como Ricardo Rocha y Carmen Aristegui.

El espionaje  y ataques contra los disidentes o a los que “alguien” considera “desleal “ o “traidor”  han llegado a extremos  muy graves, como está ocurriendo en la Agencia  Notimex.

Quizá lo más grave sea la persecución de muchos ciudadanos no situados en los “aparadores” mediáticos o en los aparatos de Estado.

Así es en el gran número de asesinatos y ejecuciones de líderes de ambientalistas, campesinos y comunidades indias.

También en el movimiento obrero, se están presentando casos de detenciones arbitrarias, como la de Susana Prieto Terrazas, abogada de los huelguistas de las maquiladoras en Matamoros.

Callar ante una cacería de brujas porque se da contra un determinado grupo de instituciones, empresas, agrupaciones y personas a las que el gobierno ubica en la “derecha”, equivale a practicar una conducta egoísta, como la que denunciaba Bertold Brecht y que de manera curiosa se advierte en ciertas estrofas de La Boa, cuando alude que la boa no “perdona” a nadie.