Ahora que se terminó la jornada de sana, hay que decir que como el semáforo está en rojo en todo el país, la reclusión continúa para todos con excepción de los sectores indispensables. Lo nuevo es que se agregan tres sectores a las áreas indispensables. Se trata de la industria de la construcción, de la del transporte y de la minería. Por supuesto, la pregunta obligada es por qué estas industrias en particular reanudaron sus actividades. En el caso de la construcción, al parecer la razón se encuentra en el empleo directo que es muy amplio, pero también porque se trata de una rama multiplicadora, es decir que impulsa de manera importante a otras ramas de la economía. En cuanto a las otras dos, hay que referirse a la globalización.

Se ha dicho que la pandemia de Covid-19 es la peor que ha vivido la humanidad y ciertamente no es por el número de muertos sino por la rapidez y simultaneidad con que ha ocurrido en el mundo y, paradójicamente, el mayor conocimiento científico, pues hoy se sabe que, ante este virus nuevo, la única forma de disminuir los contagios es por medio de la sana distancia lo que ha conducido a que todos los países afectados establezcan, con excepción de las actividades indispensables, el confinamiento de todos los habitantes.

Desde el punto de vista económico, el confinamiento significa el cierre parcial de las economías de manera prácticamente simultánea, lo que está generando la crisis económica que probablemente quedará registrada como una de las peores en la historia del capitalismo.

Esta profundidad de la crisis de hoy se vincula al proceso de globalización, porque hoy las cadenas de producción no se realizan en un solo país, sino en varios. Hay que decir que en realidad, la globalización es la respuesta a la crisis económica estructural que se inicia desde los setentas del siglo XX y que tiene como causa fundamental la caída de la tasa de ganancia y el gran capital financiero, que es el que detenta la hegemonía en el mundo, reacciona con la estrategia de la globalización, que se inicia con la desintegración de los procesos productivos, de modo que los departamentos intensivos en capital y tecnología permanezcan en los países altamente desarrollados, mientras los departamentos intensivos en fuerza de trabajo se instalan en los países subdesarrollados para aprovechar los bajos salarios y de esta manera, recuperar la tasa de ganancia.

Esta dispersión de los procesos productivos necesita que las inversiones puedan entrar y salir de los países, sin trabas de ninguna especie. Viene entonces la imposición del neoliberalismo en todo el mundo y avanza el proceso de globalización que no se limita a la economía, sino abarca todas las esferas de las sociedades.  Esa es la razón de que la pandemia del covid 19 haya alcanzado una intensa gravedad y también de la profundidad de la crisis económica que empieza a vivir el mundo.

El abrir antes que el resto las industrias del transporte y la minería se debe al proceso de globalización, pues las cadenas de producción de esas industrias atraviesan la frontera entre Estados Unidos y México y como el vecino país ya está reactivando su economía, resulta que numerosas industrias no pueden trabajar sin los productos intermedios que se fabrican en México, en especial en la industria automotriz. Es evidente que ha habido una fuerte presión para que al menos estas ramas vuelvan a la actividad. Por el lado de México, hay que señalar que nuestra economía, es hoy, en gran parte gracias al neoliberalismo, altamente dependiente de la estadounidense y que ha habido una reorientación hacia el exterior de modo que las exportaciones se convirtieron en el principal impulsor económico (junto a la inversión extranjera y la venta de petróleo), de manera que no reactivar esas industrias significaría pérdidas millonarias en exportaciones y por lo tanto, una mayor dificultad para enfrentar la crisis.

Por supuesto, el problema es que en cuanto a la pandemia estamos todavía en el máximo riesgo y si bien se supone que habrá especial cuidado en las empresas, lo cierto es que existe el peligro de un rebrote. En verdad es necesario encontrar el equilibrio entre el combate a la pandemia y la reactivación de la economía, porque, en efecto, no se trata de abstractas variables económicas, sino de que la paralización también genera muerte.