ACAPULCO, Gro.- La implementación de la modalidad de la educación a distancia, obligada por las medidas de prevención ante el Covid 19, podría acentuar la exclusión de quienes viven en condiciones de pobreza y marginación en Guerrero.
En apariencia la población de ésta entidad se encuentra dividida en zonas urbanas y rurales, pero en realidad es un mosaico en el cual, aun en los principales centros urbanos más desarrollados como Acapulco y Chilpancingo, hay demarcaciones en las cuales se carece de los servicios básicos como agua y alumbrado eléctrico. Además, existe marginación en el empleo y los niveles de ingresos llegan a ser ínfimos lo que a su pone limitante para disponer de modernos dispositivos de comunicación.
Conforme al informe del Coneval, el 66.5 por ciento de los habitantes del estado de Guerrero son pobres —esto es 2 millones 412 mil 199 mil habitantes del estado— y viven en extrema pobreza 971 mil 439 paisanos que representan el 26.8 del total de la población. Los indicadores sociales del Coneval en cuanto a la pobreza consisten en lo siguiente: rezago educativo, acceso a los servicios de salud, a la seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación, y si sus ingresos son suficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
De acuerdo con los datos del INEGI, en Guerrero, el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más es de 7.8, lo que equivale a poco más del primer año de secundaria.
Hasta el ciclo escolar 2019-2020, en la entidad 194 mil 861 estudiantes cursaban el nivel preescolar; 466 mil 377 lo hacían en primaria; 214 mil 217 en secundaria y en la educación media superior el total de alumnos era de 146 mil 813 y un acumulado de 53 mil 608 docentes.
La accidentada geografía de la entidad hace que, en condiciones normales, la infraestructura y planes educativos solo funcionan en el papel y no en realidad. Antes de la pandemia existían, maestros sin escuelas; escuelas sin maestros; telesecundarias sin televisión y hasta centros escolares de los cuales solo existía la matrícula de control. Severas contradicciones que hoy se complican más con las modalidades a que obliga la pandemia.
La educación a distancia programada para este ciclo escolar termina por estrellarse con la realidad que imponen la pobreza, los rezagos generados a lo largo de las décadas y los abismo que genera el uso de la nueva tecnología y ello se hizo evidente durante la semana del nuevo ciclo escolar.
Una de las subdivisiones sociodemográficas la constituye la población indígena, nativo estimada en 700 mil personas, en 27 municipios con más de 40 por ciento de población oriunda donde ocho de cada diez personas viven en situación de pobreza alarmante. Existen municipios tan pobres como algunos países de África.
En esa zona existen comunidades carentes de energía eléctrica y otros servicios básicos por que la modalidad de la educación a distancia será imposible pues no se pueden aparatos receptores de televisión y menos aún de internet.
Debe considerarse otra dificultad. En la mayoría de las comunidades indígenas solo se habla su dialecto no el español y las transmisiones están considerando preferentemente a la población de habla hispana.
La población predominante urbano tampoco escapa a estas formas de exclusión. Aun en las principales ciudades de la entidad existen colonias en condiciones de precariedad. Tan solo en Acapulco existen 26 colonias con altos niveles de marginación. Se estima que un 14 por ciento de la población de la ciudad vive en esas condiciones.
Es evidente las autoridades no hayan hecho un trabajo de campo y visitar las escuelas de los niveles básicos, con el propósito de conocer la realidad que se padece en las comunidades indígenas y dar cuenta que prevalecen serios problemas de comunicación, además que es precaria la enseñanza por el ausentismo de los maestros y las difíciles condiciones en que viven los padres de familia.
Además, las relaciones político-laborales en el segmento estatal se encuentran fracturadas. La Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación se ha opuesto a tos los programas de modernización parte del gobierno federal y en esta ocasión no será diferente.
La Ceteg trabaja en un proyecto pedagógico que se pueda adaptar a las circunstancias tan diversas de las comunidades en el estado al cual denominan Educación Altamiranista.
De acuerdo con Andric Ocampo, secretario de la Ceteg, este proyecto independiente tiene más de 10 años de construcción en investigación en las diversas comunidades indígenas y afrodescendientes que hay en Guerrero.
“Nosotros hemos apostado a un proyecto educativo alternativo. Si bien aún no está concluido, ya hay avances pedagógicos que se aplican a lo largo del estado. Un ejemplo de este proyecto es que rescata los conocimientos ancestrales comunitarios, para que, a partir de ahí, algunos podamos hablar la lengua y ejercer la cultura, los usos y costumbres que sean parte de la educación. Esto ha fortalecido el desarrollo de nuestras comunidades” indicó.
Por su parte Víctor Bartolo de la Cruz, integrante de la Comisión de Educación de la Ceteg, acusó al presidente Andrés Manuel López Obrador y a Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública, de decidir el regreso a clases a través de la televisión de forma unilateral sin tomar en cuenta a los profesores, estudiantes y padres de familia ni las condiciones socioeconómicas de los pueblos.
Por su parte, Adolfina Bautista Vázquez, dirigente de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación Guerrero (CETEG) consideró el Gobierno Federal y estatal deben buscar una alternativa para que las clases sean impartidas a todo el alumnado bajo sus distintos contextos, porque “muchos de los padres no cuentan ni siquiera con un celular de alta tecnología, y en ocasiones no tienen los conocimientos ni la preparación para poder navegar vía internet”.
La construcción de la nueva normalidad educativa en Guerrero presagia que se incrementará el rezago educativo y la deserción escolar será alto, porque muchos niños y niñas pobres o indígenas no tendrán ninguna posibilidad de continuar sus estudios.