Esas dos palabras son un retrato preciso del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Miente todas las mañanas. Considera que “vamos requeté bien”, aunque la economía este al borde de la quiebra. Puede caer hasta un 18 % el PIB. Aunque él tenga “otros datos”. Puede haber otras mediciones distintas al Producto Interno Bruto, sin duda, Thomas Piketty lo sugiere. Lo que no es posible es hacer “el guisado sin liebre”.
Desde el inicio de la pandemia del Virus Corona, Covid-19, lo menospreció. Afirmó que “nuestra cultura milenaria y nuestra comida” eran suficientes para derrotarla. Abrazó a decenas o cientos de personas, entre ellas a la madre del Chapo, en un “encuentro casual” en la Sierra de Badiraguato, cerca o en el mismo lugar que celebraba su cumpleaños el hijo del Chapo, a quien “liberó” para “evitar centenares de muertos” mediante un operativo militar realizado por su gobierno. No fue el producto de un huracán, una granizada o algo de tipo natural, sino una operación preparada, planeada y realizada con recursos militares de un ejército del cual es él, Andrés Manuel López Obrador, el comandante en jefe. Si lo sabía y lo quiso ocultar muy mal, peor si no lo sabía, a pesar de que realiza reuniones diarias de “seguridad” a las 6 de la mañana. Por lo visto completamente inútiles en varios casos semejantes, como el atentado al jefe de la Policía de la Ciudad de México y otros.
El presidente sigue diciendo que hemos logrado “vencer a la pandemia”, “hay camas suficientes” para atender a los pacientes”. Dijo que el Covid-19 “nos cayó como anillo al dedo”.
Sus palabras parecen réplica de las que dicen Jair Bolsonaro en Brasil, Boris Johnson en Reino Unido y su amigo Donald Trump en Estados Unidos, jefes de gobierno de los países con más muertos en el planeta.
En México estamos cerca de los 65 mil muertos, según las cifras oficiales, y probablemente el doble o triple según diversos cálculos, incluyendo los del propio sub secretario Gatell, quien primero acusó a The New York Times, El País y otros medios de ser parte de una “conjura” y ha tenido que admitir la posibilidad de esa inmensa tragedia.
El presidente logró convencer a más de 30 millones de electores, más del 53% de los inscritos en el padrón electoral del INE, al que ahora descalifica; prometiendo acabar con la “corrupción el mal mayor que nos aqueja y que genera la pobreza y la desigualdad”. Barriendo las escaleras de “arriba hacia abajo”.
Muchos años dijo que estaba enfrentado a la “mafia del poder” y ahora son sus consejeros y beneficiarios de contratos adjudicados sin licitación alguna, ni menos un concurso. Abundan los ejemplos.
Sigue ostentándose como “enterrador” del neoliberalismo. Pero aplica con religioso y riguroso apego, los dogmas del pensamiento único del Consenso de Washington.
Ha recortado el presupuesto de manera drástica, aduciendo “austeridad republicana”. Hay decenas de miles de personas que perdieron su trabajo. La inmensa mayoría tenían ingresos de 6 mil a 20 mil pesos. Buena parte estaban contratados como “empleados de confianza “o por honorarios. Lejos de realizar un cambio de tipo administrativo-laboral, para darles seguridad en el empleo a esas decenas de miles de personas, cuya precariedad laboral permitían a los priistas para usar a esa gente como “acarreados” o incluso, “otorgar voluntariamente” cuotas para el PRI, este gobierno los echó a la calle. Todo eso antes de la pandemia.
Durante la crisis por el Covid-19 hay estimaciones de pérdida de ingresos o salarios de unos 12 millones de personas.
El presidente afirma en sus “spots” de televisión para su II Informe “hemos aplicado una política diferente”, no “damos apoyos” a nadie; que los empresarios “se rasquen con sus propias uñas”, no “habrá otro Fobaproa”, mintiendo abiertamente, da apoyos mediante contratos multimillonarios a bancos y empresarios cercanos a su gobierno.
Muchos economistas, la mayoría de formación keynesiana, le han propuesto al presidente, por diversas vías, dar un viraje y aplicar una política “contra cíclica”, para proteger el empleo, las empresas y establecer un “ingreso universal”.
Ni siquiera ha dado constancia de recibido de esas propuestas, cartas, manifiestos, conferencias, seminarios. Sus autores son personajes como David Ibarra, Secretario de Hacienda del gobierno de José López Portillo; Carlos Tello Macías también miembro del gabinete del propio presidente JLP y director del Banco de México, durante la efímera nacionalización de la Banca; Rolando Cordera antiguo y destacado economista, partidario de la Intervención del Estado en la Economía y prolífico autor de ensayos, libros, cursos, conferencias y demás actividades dentro y fuera de país y la UNAM; el mismo Porfirio Muñoz Ledo presidente del Congreso quien le entregó la Banda Presidencial el 1 de diciembre del 2018, ex presidente del PRI y del PRD, miembro de Morena, Secretario del Trabajo y de Educación de los gobiernos del periodo de anterior al neoliberalismo, la propia Maestra Ifigenia Martínez e incluso Cuauhtémoc Cárdenas. Todos los anteriores y muchos más, se han manifestado por un viraje y por detener la política de desmantelamiento del Estado que realiza el presidente Andrés Manuel López Obrador, incluso lo ha criticado su primer Secretario de Hacienda.
No varia un ápice. Es un gobierno abiertamente neoliberal y antipopular.
Cada día hay acciones represivas contra los migrantes. A eso se dedica la Guardia Nacional en todo el territorio, realiza las funciones del “Muro” de Trump.
También es cada más frecuente el uso de los aparatos policiacos y militares contra movimientos sindicales, campesinos, ambientalistas, feministas, estudiantiles, de vendedores ambulantes, familiares de enfermos sin atención en los hospitales públicos, entre ellos los padres con niños enfermos de cáncer; se manifiestan médicos, enfermeros, paramédicos por la falta de las más mínimas condiciones para su labor y ni siquiera, el presidente, se digna mirarlos, aunque estén a las puertas de Palacio en la calle de Moneda o en el zócalo.
Eso sí, el presidente realiza actos en total soledad con su escolta militar como
única compañía, ante la cual grita Viva México o soledad total con el “corneta” en sus minutos de silencio por las víctimas del Covid-19 y su errática política.
Sin rubor alguno asume las prácticas de “cooperación” realizadas por su hermano Pío y admitidas por varios de sus partidarios como Claudia Sheinbaum, y Bertha Luján, por ahora.
A Lozoya lo usa sin ambages como delator y le da todo tipo de privilegios.
Ha vuelto a proponer “una consulta para juzgar a los ex presidentes”.
No sabemos si es un chantaje o una de las maniobras “estelares” para perpetuarse en el poder.
Un demagogo (práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular, RAE) Funesto (que es origen de pesares o de ruina, RAE).