El pasado lunes 3 de agosto el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma informó que el regreso a clases en nuestro país para el ciclo escolar 2020-2021 será el próximo 24 de agosto y será a distancia por no existir “las condiciones sanitarias para hacerlo de forma presencial”. Así, informó que las clases se impartirán por radio y televisión para lo cual el gobierno federal firmó un acuerdo con las televisoras nacionales para que a través de sus señales se transmitan los contenidos del programa Aprende en Casa II. Y aclaró que el regreso a clases presenciales en todo el país no se hará sino hasta que el semáforo de actividades permitidas esté en verde. Se apuesta por la radio y la televisión pues no había muchas opciones, aunque esto trae aparejado una serie de limitaciones, como la falta del acompañamiento. La televisión sin acompañamiento será insuficiente. Es además una medida discriminatoria pues aproximadamente 14 millones de personas no tienen acceso a la televisión, lo que se traduce en una importante situación de marginación para quienes ya de por si se encuentran en situaciones de alta marginación y discriminación estructural. Y esto evidentemente incrementará la brecha de desigualdad educativa.
La medida es necesaria sin duda, pues no hay condiciones para abrir las aulas el 10 de agosto como originalmente estaba previsto; y la decisión de no dejar a más de 30 millones de estudiantes sin “clases” me parece muy loable. Sin embargo, es evidente que esta estrategia no atiende a las profundas desigualdades existentes en nuestro país y es claro que el costo a largo plazo de estas medidas será enorme pues se incrementará el rezago que en materia educativa siempre ha existido e incrementará la deserción escolar. Es evidente que se trata de una medida que requiere de una mejor planeación. Es una estrategia que refleja el interés de todos los actores (públicos y privados) de atender y salvaguardar el derecho a la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes, pero si no se salvaguardan estos puntos no se podrán atender importantes problemas que surgirán por ejemplo en aquellos estudiantes que no solo cambian de grado sino que además cambian de nivel (primaria a secundaria, o secundaria a preparatoria o bachillerato).
Los niños, niñas y jóvenes en nuestro país deben ver garantizados su derecho a aprender y en esa medida es de aplaudir la decisión de las autoridades educativas de no posponer el inicio del ciclo escolar 2020-2021 aunque ello implique empezar a distancia. Existen sin embargo, varias cuestiones que resultan sumamente preocupantes. La primera es que las clases a distancia ponen en evidencia las enormes desigualdades de nuestro país. Los cursos a distancia, ya sea en línea (vía internet) o por radio y televisión difícilmente pueden ser considerados como un sustituto de la educación en persona o presencial. Y estos retos y deficiencias son más evidentes para los menos favorecidos. Estudiar a distancia exige apoyos adicionales no solo para los educandos, sino también para sus familias. La recepción pasiva de los contenidos no garantiza el aprendizaje; ni que decir de la atención y cuidado emocional de los estudiantes.
Otro problema importante y respecto al cual las autoridades educativas no se han pronunciado, es que con el modelo de educación a distancia (al menos tal y como fue presentado), no hay contacto (ni está prevista la manera en que los estudiantes establezcan contacto) con las y los profesores, para aclarar dudas o incluso para poder explorar contenidos con mayor profundidad que puedan resultar de su interés; o para revisar las tareas. La televisión no resuelve dudas, no se pueden pausar contenidos, no hay interacción entre el docente y sus educandos como sucede en las aulas. Destaco esto último, pues no debemos perder de vista que los maestros son los facilitadores de la educación, los libros y demás recursos como el radio y la televisión constituyen meros auxiliares del maestro. La televisión es solo el medio de transmisión de contenidos, en este caso los que preparará la Secretaria de Educación Pública. Pero es claro que esto requiere medidas adicionales y que debemos estar pensando no solamente en los contenidos temáticos, sino en el desarrollo de los llamados aprendizajes esenciales, como lectura y comprensión de lectura, el razonamiento matemático y las habilidades socioemocionales.
¿Qué se puede hacer para minimizar la pérdida en el aprendizaje? Sin duda se podría valorar extender el ciclo escolar una vez que sea posible reabrir las escuelas, o extender la jornada escolar cuando menos de manera temporal (una especie de medida de mitigación o remedial). A este respecto, repensar la asignación de recursos se vuelve indispensable y la incorporación de escuelas de tiempo completo también.
¿Qué podemos hacer para prevenir la deserción escolar? Es claro que para esto será necesario pensar en acciones a corto, mediano y largo plazo. Sin embargo en lo inmediato habrá que desarrollar mecanismos que permitan a los docentes estar en contacto con los alumnos para no sentirse absolutamente desvinculados entre si; ya sea permitiendo una junta o reunión a manera de presentación salvaguardando las condiciones de seguridad e higiene además de la sana distancia, al inicio del ciclo escolar; o haciendo uso de los medios de comunicación digital o incluso de los representantes de los padres y madres de familia. Pero la escuela es mucho más que el inmueble, la escuela la hacemos todos, la escuela es una comunidad y es indispensable mantener esos vínculos.
Las autoridades en materia educativa deberán pensar desde ahora no sólo en el regreso a clases a distancia y en el semáforo epidemiológico; sino en vías para mejorar la calidad de la educación sobretodo en las escuelas que atienden a los menos favorecidos. Deberán estar repensando en los sistemas de asignación de recursos para la educación y diseñar estrategias para un uso más eficiente y equitativo de los mismos e impulsar la calidad y equidad en la educación a nivel nacional. Las autoridades educativas deberán ocuparse de garantizar que las niñas, niños y adolescentes de este país tengan a los mejores maestros en las aulas.
Otra problemática que presenta este diseño de regreso a clases a distancia tiene que ver con la vida laboral de los padres de familia, pues no se prevé de manera alguna la conciliación entre el regreso a actividades laborales presenciales y el reinicio de clases a distancia. Si los centros escolares estarán cerrados simple y sencillamente, no será posible regresar al trabajo sin dejar a los hijos solos en el hogar. Esto requiere un acuerdo con el sector productivo para poder resolver o cuando menos encontrar una posible alternativa para la conciliación del regreso al trabajo con la importante tarea de cuidar a los hijos.
Adicionalmente, la medida pasa por alto y parece olvidar por completo a quiénes más necesitan ver garantizado su derecho a la educación, a la población indígena, a las personas en situaciones de alta marginación donde la tecnología no llega, a las personas con discapacidad y sobretodo a las niñas de nuestro país, lo que sin duda contribuirá a hacer aun más grande la enorme brecha de género en nuestro país.
Existen enormes retos, además del que parece ser más obvio en estos tiempos y que desde luego tiene que ver con la conectividad y en general el acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación; esto es, en la necesidad de cerrar la llamada brecha digital. Sin embargo, existen también retos enormes en materia de cuidados y salud física y emocional del estudiantado. El reto que en materia educativa se nos viene encima a nivel país (y también a nivel mundial) es sin duda monumental. El riesgo del abandono masivo de las escuelas es actual y real, ojalá que las autoridades educativas estén a la altura y tengan la creatividad necesaria para diseñar medidas acordes a los nuevos tiempos y que permitan hacer frente a los retos post pandémicos a los que sin duda habremos de hacer frente. Es evidente que actualmente nos encontramos frente a una crisis educativa cada vez más profunda. Y que los mayores retos de nuestro sistema educativo tienen que ver con la calidad, el acceso y la equidad. Lo principal es garantizar el derecho a aprender de las niñas, niños y jóvenes en nuestro país. Existen muchas preocupaciones sobre el reinicio de clases para este nuevo ciclo escolar y no es para menos.