La pandemia nos ha obligado a improvisar en todos los sentidos, estamos probando como adaptarnos a la nueva normalidad, como le han llamado. En algunos casos equivocarse no es tan importante, pero en otros tenemos que aprender lo más rápidamente posible so pena de provocar una gran catástrofe. Es el caso de la salud y la educación.

La importancia de una buena educación ha propiciado que las investigaciones en el tema hayan crecido exponencialmente en los últimos años, y no es para menos, cada vez hay más estudiantes y contenidos. Algunos consensos que destacan entre la gran riqueza de trabajos y experiencias son, en primer lugar, el reconocimiento de que el factor más importante en el proceso de enseñanza y aprendizaje es el maestro.

Otro factor en el que existe consenso es que, si el alumno no desea aprender, no aprenderá, por tanto, sus expectativas de vida, la motivación familiar y de su entorno son fundamentales. Los alumnos deben estar convencidos que es bueno cultivarse.

Ahora bien, si se cumplen las condiciones de que el estudiante quiere aprender y hay un buen maestro las posibilidades de éxito se incrementan, pero no siempre basta. También se requiere que exista un anclaje entre los conocimientos que se enseñan y la experiencia de vida de los alumnos, es decir que el aprendizaje sea significativo, que tenga sentido, y para ello el maestro debe estar familiarizado con el modo de vida de los estudiantes, de otra manera, como se dice coloquialmente, la información entrará por un oído y saldrá por el otro. La motivación es fundamental, los contenidos tienen que presentarse de manera dinámica, interesante y cercana a los alumnos.

Por otra parte, y afortunadamente, no todos somos iguales, somos diversos. Y aunque esto haga más complejo el problema, la maravillosa diversidad es lo que nos enriquece y gracias a ella sobrevivimos. En materia educativa se refleja la pluralidad, cada estudiante tiene un estilo de aprendizaje, aprende mejor de ciertas maneras; y cada maestro tiene también sus estilos de enseñanza con los que se siente más cómodo, los que ha probado que son más exitosos para él.

Las experiencias de educación a distancia y virtual no son nuevas, y hemos aprendido que los modelos híbridos son los más exitosos, es decir modelos que mezclan el contacto de maestro-alumno con actividades virtuales. Nuevamente aquí se ha comprobado la importancia del maestro.

Pero dentro de los medios de educación a distancia existen muchas posibilidades, desde algunas definitivamente estáticas como el uso de la televisión hasta el uso de plataformas muy dinámicas con cámaras y audio que además permiten la utilización de videos y chats, y hasta un control temporal y visual para la aplicación de exámenes en línea. En esta gama de posibilidades tecnológicas no todos los maestros ni todos los alumnos se adaptan de misma manera y no todos tienen los recursos necesarios. Frente al problema ¿qué hacer?

¿Cuáles serán las mejores maneras de enseñar y aprender en esta nueva normalidad? Nadie lo sabe, pero sólo podremos saberlo a través de la evidencia de la experiencia. Homogeneizar, obligar a todos a hacerlo de la misma manera es un enorme riesgo, si falla el modelo, falla todo, todo será un gran fracaso. La homogeneización mata, lo diverso enriquece. Demos oportunidad a la creatividad y a la flexibilidad, probemos muchos modelos con ayuda de los maestros, ellos siguen siendo el factor fundamental para el éxito educativo, es prioritario y necesario tomarlos en cuenta, aprovechar su experiencia y su disposición. Hagamos un buen experimento de selección natural para que sobrevivan los mejores modelos de enseñanza aprendizaje para beneficio de los niños y jóvenes de México.