Hasta la actualidad, el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene a las “mañaneras” como su principal herramienta de comunicación. La conferencia matinal informa a la sociedad mexicana como nunca lo había hecho un gobernante en el país. Hace costumbre ver la televisión para escuchar al Presidente. Enriquece el debate. Quiebra el financiamiento público de empresarios y líderes de opinión que corrompían el arte de crear una opinión pública al servicio de la sociedad.
Las “mañaneras” significan estar enterados del acontecer en toda la nación. El presidente responde a cuestionamientos, pone la agenda diaria, la discute, la reflexiona, la impulsa. Sus posiciones son analizadas, cuestionadas, apoyadas por la sociedad.
Ésa es la democratización de la vida diaria. Se impulsa la democracia deliberativa. Es clara la propuesta: cambiar a México con una nueva moral pública. Aceptando errores y reprobando los que cometen personas muy allegadas a él y su proyecto.
Los mexicanos tienen fe en él porque crea una nueva cultura política. Así lo dicen las encuestas que señalan descenso en algunas simpatías, pero los afectos sociales hacia el Presidente prevalecen.
México se transforma a diario y se desechan vicios vergonzosos. Lo bochornoso fue la conducta de ex gobernantes. Sus cohechos saqueaban y desviaban recursos. Generaron un modelo de vida que destruye a la sociedad y su cohesión interna. La corrupción la hicieron gobierno y ello influirá en la tendencia del voto en las elecciones del 2021.
No es que el presidente López Obrador utilice esos hechos degradantes de la vida pública para buscar los votos del 2021. Los hoyos de podredumbre, de descomposición en formas de dirigir los asuntos de Estado fueron decisiones principales en la nación en la historia más reciente.
Un secretario de seguridad pública en el gobierno de Felipe Calderón que es enjuiciado en Estados Unidos por sus ligas estrechísimas con el narcotráfico. Y Calderón niega tener conocimiento de las actividades ilícitas de su hombre primordial en el combate a la delincuencia y que ahora es señalado como delincuente.
Un ex director de Pemex, Emilio Lozoya, que muestra la delincuencia de cuello blanco en toda su plenitud. Incluye al ex presidente Enrique Peña Nieto, a Luis Videgaray, ex secretario de Hacienda, y Ricardo Anaya, ex candidato por el PAN a la Presidencia de la República, ex legisladores señalados por haber recibido millones de pesos que provenían de la empresa Odebrecht. El ex presidente Carlos Salinas de Gortari impulsó negocios en Pemex donde puso a su cuñado como director para facilitarlos. Calderón involucrado en la venta irregular de la empresa Etileno XXI.
Esos actos de los ex presidentes y sus amigos afectarán a sus partidos políticos. López Obrador llegó al poder encabezando una revolución pacífica que cambia conciencias y desecha el régimen de robo y rapacidad que causó tristeza a la población. Se topa con ex gobernantes que ahora sufren el juicio de una ciudadanía que con su voto se cobrará la afrenta causada porque usaron al erario público sin sentido moral o ético. Fue una historia de despojos a la nación. Sin duda. Y la mañanera del Presidente seguirá creando pautas de una transformación de la vida pública. Sin parar.
@Bonifaz49