Enrique Semo Calev, escribe en su libro Viaje alrededor de la Izquierda (Nueva Imagen 1988 p. 138) “El nacionalismo, en una u otra de sus formas, ha reducido al mínimo espacio existencial de otras corrientes ideológicas. Hoy son nacionalistas no solo la burguesía y la pequeño burguesía, sino también la mayoría de los obreros que durante décadas, han luchado bajo banderas ajenas”.

Considero que éste planteamiento de Enrique Semo sigue vigente.

Aprovecho para enviarle un saludo muy cariñoso por su cumpleaños. Semo es uno de los pensadores marxistas mexicanos más importantes desde la década de los sesenta. Tengo el privilegio de conocerlo hace un poco más de 50 años y le guardo un agradecimiento muy especial por haberme dado refugio en su casa de Cuernavaca, después de haber impugnado al presidente Echeverría el 14 de marzo de 1975 en el auditorio de Medicina en Ciudad Universitaria UNAM. Además de ese episodio conviví con Enrique en múltiples momentos de nuestra militancia en el PCM.

Además de la influencia del nacionalismo, los obreros y el conjunto de los sectores populares, han padecido la manipulación del poder, tanto del Estado como las clases dominantes y eso ha favorecido su debilidad política, cultural e ideológica y, al mismo tiempo, ha permitido que fuerzas, partidos y líderes e incluso demagogos medren con las  clases desposeídas, disfrazando sus intereses opuestos a los trabajadores, para mantener el Estado y su poder al servicio de los grandes capitales.

En éstos momentos estamos viviendo episodios, que exhiben la arbitrariedad del jefe del Estado mexicano y tienden a debilitar los contrapesos al interior de las propias instituciones estatales y no se diga a disminuir la fuerza autónoma de las organizaciones sociales y civiles.

Las medidas de creciente militarización, promovidas por el actual gobierno, entre ellas la reciente asignación a la Marina para el control de Aduanas en los Puertos, parecen inspiradas en lo escrito por Maurice Joly en Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu:

“MONTESQUIEU:  ¿Y creéis que esa sangre no recaerá sobre vos?

“MAQUIAVELO: No, porque a los ojos del pueblo, el soberano, en definitiva es ajeno a los  excesos cometidos por una soldadesca que no siempre es fácil de contener. Los que podrían ser responsables serán los generales, los ministros que habrán ejecutado mis órdenes. Y ellos, os lo aseguro, me serán adictos hasta su postrer suspiro, pues saben bien lo que les espera después de mi”

Además de esa medida, el gobierno militarizó la Seguridad Pública  a través de la Guardia Nacional, bajo el mando de un militar en retiro –contraviniendo lo establecido en la Constitución, con lo que obtuvo la unanimidad– e integrada predominantemente por elementos del ejército y la marina También les otorgó la construcción del Aeropuerto en Santa Lucía, participación en la del Tren Maya y otras concesiones.

En los días que vivimos está en curso un oscuro “proceso”, aparentemente  dedicado a combatir la inmensa corrupción ocurrida bajo los gobiernos de Felipe Calderón y específicamente en el de Enrique Peña Nieto.

El personaje escogido para éste gran montaje es Emilio Lozoya Austin. Vinculado a los descomunales cobros a la compañía petrolera Odebrecht y la compra de la planta Agronitrogenados a Altos Hornos de México.

Este personaje fue director de Pemex, durante el gobierno de Peña Nieto y su padre es Emilio Lozoya Thalmann, integrante del llamado “grupo compacto” formado desde los años sesenta en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM, al que también pertenecían el ex presidente Carlos Salinas y Manuel Camacho quien poco antes de morir era Senador, muy cercano a Andrés Manuel López Obrador y antes fue Jefe de Gobierno, Secretario de Relaciones Exteriores y jefe de la Delegación del presidente Salinas en las Pláticas de San Cristóbal con el EZLN.

Como puede verse se trata de un conflicto en “las alturas”.

Lozoya, hijo, estuvo prófugo varios meses, hasta ser detenido en Málaga, España el 12 de febrero de éste año y la Audiencia Española concedió su extradición a México,  el pasado 6 de julio, partiendo a este país el 16 y arribando al aeropuerto Benito Juárez  la madrugada del 17, donde mediante un operativo de película, que engañó a los medios  nacionales e internacionales y en lugar de ser trasladado a un Reclusorio, fue  internado en el lujoso hospital Ángeles del sur de la Ciudad.

No ha habido testimonios  tomados por  ningún medio informativo hasta la fecha de su imagen. Su audiencia ante el juez fue por vía virtual y solamente se enviaron WhatsApp  de  la misma.

Según la nota publicada por el periódico La Jornada: Durante la audiencia inicial que se efectuó 12 días después de haber sido extraditado de España a México, dijo: denunciaré y señalaré a los autores de estos hechos y vuelvo a reiterar mi compromiso de colaborar con las autoridades del Estado mexicano.

El juez José Artemio Zúñiga Mendoza vinculó a proceso por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita al ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex) Emilio Lozoya Austin, como parte del juicio por el caso Agronitrogenados. Sin embargo, el ex funcionario no ingresará a prisión, se le colocará un brazalete electrónico, permanecerá bajo vigilancia policiaca y deberá acudir a firmar el libro de procesados cada 15 días”.

Todo un compendio de irregularidades, muy alejadas del denominado “debido proceso”.

Si todo sigue por ese camino, Lozoya nunca pisará la prisión.

Aparentemente,  tiene la condición de “testigo colaborador”, según lo dicho por el propio presidente López Obrador. Todo indica que ese “beneficio” se la ha otorgado a cambio de ofrecer una “lista” y “grabaciones” de implicados en su caso y en la “compra de votos” para la “privatización de la industria Energética”. Todo ello ha sido filtrado y divulgado desde la misma  mañanera , sin rubor alguno por el mismo presidente de la República, quien no se cansa de repetir que es ajeno al proceso y que todo esta bajo la Fiscalía General de la República, que según dice es “autónoma”, y seguramente lo es, al grado que ni su Secretario de Seguridad Pública ni el  mismo presidente, supieron informar dónde se encontraba Lozoya después de su arribo al aeropuerto, en un avión militar.

Como bien dice Elias Canetti en su libro Masa y Poder: “El rey ejerce el doble derecho que le corresponde simultáneamente. Extrae fuerza de uno; pero al conceder el perdón al otro le favorece igualmente”.

En pocas palabras toda ésta conducta presidencial es propia de una monarquía , nunca de una república y mucho menos de una transformación democrática.